El Ayuntamiento del PP reconoce al primer olímpico de Logroño pero obvia que también fue republicano, preso en 1936 y exiliado

El Ayuntamiento de Logroño ha decidido dedicar uno de los campos de la Ciudad del Fútbol de Pradoviejo al primer deportista olímpico de Logroño, Perico Escobal, como guiño a la celebración de Juegos Olímpicos en París y porque el deportista riojano participó en los Juegos de París de 1924 en la disciplina de fútbol. Un homenaje que se traducirá en la colocación de una placa en dicho campo de fútbol con el siguiente texto: “Perico Escobal, futbolista, primer olímpico logroñés. Excelencia, amistad y respeto’. Pero Perico Escobal fue algo más que deportista. Fue republicano, preso en 1936 y exiliado. Detalles que se han obviado.

¿Quién fue Pedro Patricio Escobal?

Nació en Logroño en 24 de agosto de 1903. Conocido futbolísticamente como 'Perico Escobal', fichó por el Real Madrid a los 17 años. Su calidad deportiva le llevó seleccionado a la Olimpiada de Amberes en la que en 1924 jugó contra Italia en la fase final. Escobal compartió equipo con jugadores de la talla de Monjardín, Félix Quesada, Muñagorri, Félix Pérez, Renet Petit, Monchín Triana y, sobre todo, Santiago Bernabéu, con quien le unió una gran amistad.

Pero al margen de su faceta deportiva, Escobal era también militante de Izquierda Republicana y fue detenido en Logroño al inicio de la Guerra Civil Española y condenado a 30 años de cárcel. Su fama como futbolista y la mediación de su familia política -una de las de más renombre del Logroño de la época, Castroviejo- le salvaron de acabar fusilado en el paredón. Pero no de las torturas y malos tratos que padeció durante su estancia en prisión.

Escobal se exilió a Cuba y, posteriormente, a Estados Unidos. Allí montó una tienda de electrodoméstios y, mas tarde, como funcionario del Ayuntamiento trabajó como ingeniero jefe y responsable del alumbrado de Queens, el barrio más extenso de Nueva York. Y también en Estados Unidos plasmó en papel su terrible experiencia durante los años que estuvo encarcelado y torturado en el libro Las Sacas. Escritas en 1968, sus memorias aparecieron en inglés en 1974 bajo el título Death row (Fila de la muerte). Después de algunas ediciones casi clandestinas, que circularon desde 1981 por La Rioja,se publica de nuevo el texto en español, “Las sacas” (Ediciós Do Castro).

Esta es la historia de Perico Escobal, el primer olímpico logroñés al que el Ayuntamiento de la capital riojana sólo le reconoce su labor deportista, algo que ya ha sido cuestionado por la Asociación La Barranca. “Hace muchos años que desde esta Asociación llevamos reclamando al Ayuntamiento de Logroño que el nombre de Pedro Escobal subiera al frontis de un polideportivo más cercano y notorio que un campo de fútbol en Pradoviejo”. De hecho, para esta asociación Pedro Escobal sería el nombre ideal para el polideportivo del barrio logroñés “Yagüe, que así, desgraciada e incomprensiblemente sigue llamándose este centro”.

La Asociación La Barranca lamenta este reconocimiento, a medias, “del Ayuntamiento de Logroño que no responde ni siquiera a la sensibilidad y petición, no solo de esta asociación, sino de muchas otras personas de la ciudad que consideran que no es posible disociar la figura deportiva de Escobal con la de autor de Las Sacas. Deportista sí, pero republicano, preso en 1936 y exiliado después”.

“Qué pena” lamentan, “que nuestras autoridades logroñesas no le lleguen ni a la suela de los zapatos (deportivos y aún más) a Michael Robinson que supo llevar a la pantalla la figura, personal, deportiva, social y política, de Patricio Pedro Escobal en uno de sus ”informes“ titulado, precisamente, como ”Pedro Escobal, el capitán republicano del Real Madrid“.

Desde La Barranca seguirán insistiendo y pidiendo que el “nombre y la figura de Pedro Escobal dé nombre y presida el polideportivo municipal del barrio logroñés que todavía sigue llevando el nombre de Yagüe, el carnicero de Badajoz. Esto debe desaparecer por Ley y por decencia”. Y a Perico Escobal, La Barranca suma a Basilio Gurrea, alcalde constitucional de la República “asesinado sin juicio, con nocturnidad y alevosía en la madrugada del 5 de agosto de 1936. Seguimos esperando, seguimos reivindicando”.