Los ciudadanos británicos recibían ayer una terrible noticia: un miembro de la policía afgana mataba a tiros a cinco de sus militares y hería de gravedad a otros seis. Según ha informado hoy el primer ministro de Reino Unido, Gordon Brown, el ataque ha sido reivindicado por los talibán. Las autoridades británicas y las afganas están investigando lo ocurrido.
El portavoz de las fuerzas británicas en Helmand, teniente coronel David Wakefield, ha explicado que el agente afgano abrió fuego contra los soldados británicos en un puesto de control en el distrito de Nad-e'Ali antes de darse a la fuga pese a que los militares respondieron al ataque y abrieron fuego contra él. Por el momento, según Defensa, se desconocen “sus motivos y paradero” pero “se están haciendo todos los esfuerzos posibles para encontrar a los responsables de este ataque”.
“Parece que fueron atacados porque estaban comprometidos en lo que más temen nuestros enemigos, estaban entrenando a las fuerzas afganas”
, afirmó Brown ante los diputados. “Los talibán han reivindicado la responsabilidad de este incidente, así que puede ser que los talibán hayan usado a un miembro de la policía afgana o que se hayan infiltrado en la policía afgana”, añadió.
Según había publicado la cadena británica BBC, el asaltante sería un agente llamado Gulbuddin, quien aparentemente habría estado implicado en una disputa con su comandante, si bien fuentes tribales apuntaron a un posible vínculo con los talibán. En el ataque resultaron heridos dos agentes afganos.
Sin embargo, el ministro del Interior afgano, Haneef Atmar, ha restado importancia a este atque ya que, según informa la agencia Reuters, considera lo ocurrido como “un incidente aislado”. El ministro habló por teléfono con el comandante de las fuerzas de la OTAN y la coalición encabezada por Estados Unidos, general Stanley McChrystal.
Este último dijo que el ministro le había dado “garantías de que este incidente será investigado de forma transparente”. “No permitiremos que este acontecimiento nos disuada en nuestra resolución de construir una asociación con las fuerzas de seguridad afganas para que se garantice el futuro de Afganistán”.
Este incidente constituye el más mortífero en combate para las tropas británicas desde que comenzó la operación en Afganistán en el otoño de 2001. Estas muertes elevan a 229 los militares británicos muertos en Afganistán, 92 de ellos este año.
Los fallecidos son tres miembros de los Guardias Granaderos y dos miembros de la Policía Real Militar.
Según el periódico Daily Telegraph, los soldados se habían quitado su chaleco antibalas y su casco antes de ser disparados por el policía afgano, presuntamente armado con un fusil AK47. Los militares no tuvieron tiempo de reaccionar y cuatro de ellos murieron en el acto, mientras que el otro falleció posteriormente como consecuencia de las heridas sufridas, según el diario.
El portavoz militar explicó que los soldados muertos habían estado entrenando y viviendo junto con varios policías afganos en un puesto de control de la Policía Nacional afgana durante las dos últimas semanas.
Según el secretario de Estado para las Fuerzas Armadas, Bill Rammell, los reclutas de la Policía afgana son objeto de una investigación exhaustiva y de entrenamiento intensivo. “Claramente como resultado de este incidente hay una investigación y si hay alguna lección que aprender, ésta se tendrá en cuenta”, declaró a la BBC.
“La realidad es que si queremos hacer Afganistán más seguro, si queremos hacernos a nosotros más seguros y no queremos que nuestras fuerzas estén en Afganistán para siempre, entonces ese proceso de trabajar con ellos, entrenarles, construir su capacidad, tiene que seguir adelante”,
subrayó el secretario de Estado.