Cien años en la calle Capitán Gallarza de Logroño. Pocos comercios en la ciudad pueden soplar tantas velas y Curtidos Domínguez es uno de ellos. Y es que la placa de su fachada lo dice claro, 'Casa Fundada en 1918. Herederos de Ibañez'.
“Un trato familiar”
En su interior, Cristina Domínguez Díez sigue atendiendo, “como antaño” a todos los clientes que entran por la puerta. Clientes que, en estos cien años, como la propia empresa, han ido evolucionando. Los hermanos Vicente y Julián Domínguez disfrutan ahora de una forma más reposada de este negocio al que han dedicado la vida. En 1918, recuerda Vicente Domínguez, Eulogio Pastor comenzó con el negocio. “La tienda que hoy conocemos era hace cien años un almacén de curtidos, materiales para los zapateros, para los medidistas y guardicioneros. Por aquellos entonces se vendían hojas de cuero para los caballos, atalajes para las caballerías, hebillaje...”
Y así, cuatro generaciones, detrás del mostrador y adaptándose a los tiempos. Y es que ahora mismo, aparentemente, poco queda de aquel negocio aunque la esencia siga siendo la misma. “Las caballerías ya dejaron de existir, el zapatero que hacía calzado a medida fue a menos y ya solo eran remendones de forma que nos tuvimos que adaptar y reinvertarnos”. Y fue así como poco a poco las estanterías de lo que hoy conocemos como Curtidos Domínguez se fueron llenando de productos de marroquinería, artículos de viaje...
Calidad y un excelente servicio post-venta
Echando la vista atrás, Cristina reconoce que el secreto para seguir levantando la persiana todos los días es el trabajo bien hecho. “Nuestra máxima siempre ha sido tratar al cliente de una forma exquisita, ofrecerle un trato familiar”. Una fórmula que, está claro que funciona. Y es que, Curtidos Domínguez puede presumir de tener clientes procedentes de toda España e incluso del otro lado del charco. “Tuve una clienta peregrina de Costa Rica, me compró dos maletas. Al día siguiente me llamó desde Nájera porque decidió cambiar una de ellas y comprar una más”. Y el servicio post-venta de este negocio incluye “ir hasta Nájera, y cambiar la maleta, así es como tratamos a nuestros clientes. Tenemos muchos detalles con ellos, intentamos facilitarles las compras y, por eso, el servicio a domicilio es gratuito. Y además a la hora de cualquier devolución, tampoco hay ningún problema”.
Un trato con el que han conseguido fidelizar a los clientes que se acercan hasta este establecimiento ya sean de Logroño, de cualquier rincón de España pero también de fuera. “Tengo otra clienta que vive en México y que tiene familia aquí y cada vez que viene a verlos, se pasa por la tienda para comprar alguna y a través de internet también me suele pedir alguna coas”.
Y después de todo este tiempo al pie del cañón, la saga Domínguez puede presumir de “ser la única marroquinería de estas características de Logroño, no hay otra tienda como la nuestra, ningún otro establecimiento tiene el surtido que nosotros tenemos” asevera orgullosa Cristina. “Ahora mismo en la tienda tenemos más de 200 modelos distintos de billeteros diferentes para caballero, para señora tengo 16 cajones llenos... los que tengo, lo tengo en calidad y en cantidad”.
Y así, Curtidos Domínguez se ha convertido en un negocio centenario. Un comercio tradicional que está en vías de extinción porque como explica Cristina, “en Logroño la política va por otro sitio”. De hecho no está claro que haya una sexta generación. Yo, espero jubilarme aquí, cuenta Cristina “pero no sé si mi hija seguirá mis pasos. La Administración no hace nada por apoyar el comercio”. Antes por ejemplo, dice, los sábados por la tarde eran días muy buenos de compras, ahora sin embargo cierro. “Se están impulsando los centros comerciales y se está dejando esta zona únicamente para el ocio”.
Pero, pese a todo, ahí seguirán. Abriendo levantando cada día la persiana de Curtidos Domínguez y, con un sabor de boca más especial este año en el que cumplen 100 años. La excusa perfecta para celebrarlo por todo lo alto, allá por el mes de mayo.