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El fraude alimentario con atún adulterado, también en La Rioja

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La Unión Europea ha exigido a España medidas urgentes contra un fraude alimentario con atún adulterado que podría haber intoxicado a cientos de personas en varios países de la Unión Europea. Es el caso Julián, (nombre ficticio), un logroñés que fue diagnosticado de escombroidosis por el servicio de Alergología del San Pedro.

Lo que prometía ser una velada familiar acabó en urgencias. Un familiar de Julián compró el atún en un supermercado de Logroño. Todo iba bien, hasta que “comencé a ponerme rojo”. Primero fue la cara, luego el pecho, las rodillas y, finalmente, también se extendió a los brazos. “Enseguida nos fuimos a Urgencias”, recuerda Julián. “Una vez allí, los sanitarios me suministraron un reactivo y fui mejorando aunque me quedé una noche en observación”. De ahí, le derivaron al Servicio de Alergología. Allí le dieron el diagnóstico, escombroidosis.

La intoxicación de Julián se produjo el pasado invierno. Y, precisamente, en octubre del pasado año explica El País, el ejecutivo comunitario informó por carta a Alfonso Dastis, actual ministro de Exteriores y entonces representante permanente de España ante la UE, de que representantes de la industria pesquera europea les habían advertido del fraude.

Al menos dos alertas por intoxicación alimentaria en Italia y Francia tenían su origen en atún fresco vendido por una empresa radicada en España, señalaban. Se trataba de casos de escombroidosis, una intoxicación alimentaria que causa urticarias, vómitos y diarrea debidas a que el pescado contiene niveles altos de histamina.

Es difícil para el consumidor detectar si el atún fresco es fraudulento. Y es que este último se vende descongelado en lomos frescos y es prácticamente imposible identificarlo para cualquier consumidor. “A -18º, se paralizan los procesos enzimáticos de degradación. El atún mantiene su frescura al descongelarse y venderse como fresco. En cambio, si se congela a -9º sigue degradándose y por lo tanto al descongelarse hay más riesgo de presencia de microorganismos e histamina”, explican los expertos.

A simple vista es no es posible que el consumidor identifique si se ha congelado a -9º o -18º, solo se puede saber a través de la trazabilidad documental por parte de la inspección”, detallan, y añaden que “si se ha enrojecido mediante aditivos tampoco es fácil que el consumidor lo detecte, salvo que esté acostumbrado al color natural, más marrón, y de pronto le sirvan piezas mucho más rojas, pero es para expertos”.

Desde entonces se han disparado las alertas por intoxicaciones de este tipo dentro y fuera de España. En lo que va de año van 171 afectados, cuando en 2016 hubo apenas 25 y en 2015, 63 según la Comisión Europea. En España, en mayo hubo 105 intoxicados en varias comunidades autónomas después de comer atún distribuido por una empresa almeriense. La crisis obligó al Ministerio de Sanidad a retirar lotes en toda España y a pedir a los consumidores que no comiesen atún fresco si no estaban seguros de su procedencia. De hecho, y según asegura El País, la Guardia Civil investiga a siete personas por un presunto delito contra la salud pública por este caso.

Mientras tanto, Julián y su familia lo tienen claro, “no volveremos a comer atún”.