Cada vez es más habitual ver en las barras de los bares riojanos copas y botellas de vino de Ribera de Duero. Una situación que ha llevado incluso a varias quejas en redes sociales de riojanos indignados por la falta de impulso que se les da a nuestros vinos en los establecimientos hosteleros.
El presidente de la Asociación de Hostelería de la FER, Francisco Martínez Bergés, tiene claro que el problema existe pero apunta a otras causas. “Nosotros intentamos servir Rioja de todas las formas posibles pero la gente no está acostumbrada a beber vino”, explica, “por eso cada día se pide más blanco, piden vinos afrutados, verdejos, y como aquí apenas hay, acabamos sirviendo Rueda, Ribera de Duero”.
Los hosteleros consideran que es imprescindible “hacer que los jóvenes aprendan a beber vino de Rioja y consuman lo nuestro”. Para eso pusieron en marcha el pasado año una campaña promocional del calimocho. “Nos pusieron verdes, se rasgaron las vestiduras pero nosotros lo único que queremos es que los jóvenes beban vino de Rioja, sea de la forma que sea, mientras otros no hacen nada por promover lo nuestro”.
Mientras que en EEUU se empieza a apreciar el vino de Rioja con refresco de cola, aquí parece un sacrilegio. “Hay bodegas que incluso nos han ofrecido sus vinos para calimocho, para tinto de verano”, cuenta Martínez Bergés, “y por detrás, todo el mundo reconoce que disfruta con un vino fresquito con gaseosa, con limón o con cola, pero parece mal decirlo abiertamente”.
Se refiere directamente a la Cofradía del Vino y al Consejo Regulador, quienes, en su opinión, deberían llevar a cabo campañas específicas para fomentar la cultura del vino entre las nuevas generaciones. “Podrían hacer un aula semanal para gente joven, mostrar las diferentes formas de degustarlo y, en vez de centrarse tanto en la proyección exterior, formar a los hosteleros de aquí, hacer las cosas entre todos”.
En tintos, los clientes siguen pidiendo Rioja pero el blanco cada vez tiene más presencia y ahí queda camino por recorrer. “Afortunadamente cada vez se consume más semidulce y aquí tenemos vinos buenísimos, así que algo de Rioja podemos vender”.
Para los hosteleros, se trata de una cuestión puramente generacional. “Las cuadrillas de vinos han ido desapareciendo y algo se salva con el 'pinchopote' pero no es ninguna bicoca para el hostelero. Además, a un euro y medio vino y pincho, se sirven vinos baratos, a lo mejor estamos maleducando más que educar”.