Las mascarillas, aliadas en una temporada de alergias que se espera entre leve y moderada

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Acaba de comenzar la primavera, que de nuevo será atípica por la pandemia de coronavirus que nos sigue azotando. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió el año pasado, no estamos encerrados en nuestras casas y, por ello, volvemos a estar más expuestos a uno de los principales 'enemigos' primaverales: las alergias al polen.

Después de la polinización de las cupresáceas (ciprés, arizónica, etc.), que “no ha sido muy intensa este año”, llegarán los pólenes del plátano de sombra, del olivo y de las gramíneas, culmen de la temporada de alergias en La Rioja. “El pico se da con la floración simultánea de estas especies a mediados de mayo”, explica el jefe de Alergología del Hospital San Pedro, Teófilo Lobera.

La previsión para esta primavera es que los alérgicos de la zona norte de España sufran una estación con incidencia “leve” de pólenes, pero Lobera añade que “para ciudades como Pamplona o Vitoria se da una previsión 'moderada' y Logroño se comporta de manera similar, por lo que sería una temporada entre leve y moderada en lo que respecta a los granos de gramíneas por metro cuadrado”. Las previsiones se hacen de acuerdo con la pluviosidad que se ha registrado durante el otoño y el invierno.

A ello hay que añadir un aliado inesperado: la prevención frente a la pandemia también ayuda a los alérgicos, ya que el uso de mascarilla disminuirá de forma eficaz los síntomas, “al ser un sistema de filtrado del aire que, por su tamaño, previene la inhalación de las partículas de polen. En general, los alérgicos al polen van a estar más protegidos con ella, menos expuestos, y por tanto con menos sintomatología bronquial y nasal”, apunta el doctor Lobera.

Sin embargo, no llueve a gusto de todos con la pandemia. Indirectamente, ha provocado una exposición más alta a aquellas personas alérgicas a los ácaros, porque hemos pasado mucho más tiempo en casa.

El coronavirus también ha llevado a muchos a preocuparse por unos síntomas que son muy similares, pero el responsable de Alergología ofrece pistas para distinguirlos: Un síntoma muy predominante de la alergia es el picor de nariz y de ojos, que se enrojecen y presentan un lagrimeo intenso, así como los estornudos en salva y el moqueo en nariz, la conocida 'agüilla'. En el coronavirus, los síntomas nasales son más bien en forma de obstrucción, de sensación de ocupación nasal, y también son más comunes el dolor de cabeza, las molestias faríngeas (dolor en vez de picor y la tos”. Y un factor diferencial de la COVID-19 es también la presencia de fiebre.

Y en el año de la pandemia, ha sido inevitable para muchos alérgicos preguntarse si su condición les puede hacer más vulnerables frente a la COVID-19. Lobera lo descarta: “En principio, la alergia no es factor de riesgo para el contagio de COVID ni de mayor severidad en la enfermedad”.

Tampoco es un problema ser alérgico al polen a la hora de vacunarse frente al coronavirus. “Solo si hay alergia a un conservante que lleva la vacuna. Nosotros tenemos siete casos diagnosticados y ya están avisados, así que no hay ningún problema para el resto de la población en ponerse la vacuna”, explica.

¿Qué factores influyen en las alergias?

¿Han cambiado las alergias al polen en las últimas décadas? El doctor Lobera apunta algunas tendencias que influyen en la afección. “En primer lugar, parece que hay cambios ambientales que provocan que las plantas no tengan una época de floración tan clara, lo que provocaría que esta no sea tan intensa, pero sí más precoz y sostenida en el tiempo”, destaca.

También la contaminación “es un factor importante” en el aumento de la sensibilización. “Y no solo eso, sino que se ha señalado que las plantas también podrían sufrir más 'estrés' a causa de la contaminación, alterando así sus productos y pudiendo ser un polen más alergenizante”, advierte.

Y no hay que olvidar, claro está, los factores genéticos, la mayor predisposición a estas alergias.

¿Y a cuántos riojanos y riojanas afectan? “Es muy difícil saber cuántas personas sufren todos los años estas alergias. Estudios anteriores fijaban en torno a una cuarta parte la población que podría tener alergia a un inhalante, de los cuales la mitad aproximadamente acudiría a los servicios de Atención Primaria por los síntomas sufridos y, de estos, la mitad serían derivados a los servicios de Atención Especializada”, detalla Lobera, que recuerda que “no todos los síntomas son igual de relevantes, en algunas personas se producen de forma más agresiva”.

“Cuando llega la época es muy difícil huir de la exposición al polen cuando llega la época de floración de las plantas”, reconoce el doctor Lobera. Eso sí, apunta algunos consejos para minimizarla:

- Evitar hacer ejercicio al aire libre a primera hora de la mañana y última de la tarde, que es cuando el nivel de polen queda más bajo, con concentraciones mayores.

- La mascarilla “va a ayudar”, insiste, porque van a llegar menos pólenes a la mucosa de la zona respiratoria.

- No ventilar la vivienda en esas franjas horarias para evitar la entrada del polen en la misma.

- Utilizar gafas de sol en el caso de que se produzca conjuntivitis, por el efecto pantalla.

- En los viajes en coche, no abrir las ventanillas, ya que el filtro en los vehículos “suele funcionar muy bien”.

Se suele decir que la lluvia produce un 'efecto lavado' y limpia de polen la atmósfera, pero Lobera advierte: “no siempre se ve así. Si la lluvia va acompañada de tormenta y humedad, los pólenes se fragmentan y son más partículas que pueden ser inhaladas y los pacientes se encuentran peor”.

También se refiere a otra creencia muy extendida: la de que las conocidas pelusas de chopo causan alergia. “No es así, pero a la vez están polinizando las gramíneas, que llenan también las riberas de los ríos. Por eso si paseamos por esas zonas nos exponemos a niveles muy altos y lo asociamos al chopo, que en realidad ya ha polinizado en invierno”, puntualiza.