“La Memoria Histórica no se inventó en 2007, la inventaron las viudas que iban a La Barranca desde 1939”
A ellos les persiguieron y les mataron y con la muerte acabó su dolor. Ellas tuvieron que continuar solas y con vidas marcadas por la represión y el sufrimiento. Son las mujeres de negro de La Barranca, las viudas de los asesinados durante la Guerra Civil y los primeros años tras el alzamiento de Franco; mujeres que soportaron todo tipo de vejaciones y sacaron adelante a sus familias envueltas en dificultades y señalamiento. Fueron mujeres valientes y con coraje que consiguieron además que un descampado en Lardero no quedase en olvido y se convirtiese en símbolo de dignidad.
Fue el 1 de noviembre de 1939 cuando las primeras mujeres se acercaron a aquel páramo en el que apenas se veían tres montículos de tierra. Bajo ellos descansaban los restos de cientos de personas asesinadas por el Franquismo. Aquellos primeros años tenían incluso que ir a escondidas y llegar a enfrentarse con la policía para poder atravesar el alambre de espino que cercaba las fosas de sus maridos. En el año 51 se les reconoció por fin ese derecho al duelo y hoy, muchas décadas después, La Barranca es uno de los símbolos de libertad más importantes de este país.
Sus maridos fueron enterrados tras ser asesinados en aquella fosa común que guarda bajo tierra la historia de 400 familias y ellas, que tuvieron que verles marchar, nunca quisieron dejarles solos. Sus hijos, hijas, nietos y nietas recuerdan todavía hoy aquellos largos peregrinajes una vez al año desde diferentes lugares de La Rioja para acompañar a sus madres en el viaje de la dignidad hacia La Barranca.
“Nuestros padres y abuelos murieron asesinados pero fueron ellas las que aguantaron, a las que vejaron. Tuvieron que ser valientes y salir adelante solas, con todos sus hijos e hijas, señaladas y repudiadas”, cuentan sus descendientes. A algunas les cortaban el pelo para humillarlas, a otras les amenazaban con perseguir a sus familiares. A todas las condenaron a vivir un infierno.
Pero salieron adelante. Y lo hicieron sacrificándolo todo, separándose a veces de sus hijos e hijas para tratar de alejarlos del horror, luchando por conservar la memoria de aquellos a quienes más quisieron. Y lo consiguieron.
Hoy La Barranca es una fosa común que se ha convertido en memorial, un símbolo de lucha y de recuerdo coronado precisamente por un monumento a aquellas mujeres de negro que lo perdieron todo menos la dignidad. Porque gracias a ellas, cuya principal lucha fue por mantener el recuerdo, hoy se puede continúa avanzando en la recuperación de la Memoria Histórica. Sin apenas saberlo, abrieron el camino hacia un futuro de libertad.
*Espacio ofrecido por el Ayuntamiento de Logroño. Concejalía de Igualdad.