SHEIK JARRA (Jerusalén Este)
Me despedí de Bilín, con los 7 detenidos aún en prisión, no me puede despedir de Mohamed (uno de los líderes del Comité Popular de Bilín que continúa detenido en una cárcel israelí), el resto de compañeros del Comité Popular también están en la lista negra, pero siguen al pie del cañón, con las guardias, organizando manifestaciones, coordinando acciones... y además deben ganarse el pan, deben de estar exhaustos, se refleja en sus ojeras, pero no pierden su sentido del humor, es una de las claves de la supervivencia aquí, a pesar de las risas en nuestras mentes y en las de ellos nos asalta la pregunta de si serán los siguientes que sean arrestados ya que el asedio israelí al pueblo de Bilín no cesa. Said (nombre inventado) la echa de mi mente con una de sus bromas y vuelve la calma.
También decidí volver a Sheik Jarrah (barriada del este de Jerusalén) para despedirme de la familia Hanoun (última familia en ser evacuada de su casa por el ejército israelí y que actualmente vive en la calle). Pese a haber perdido las fotografías turísticas que hice en Jerusalén uno de mis primeros días, con el fin de que si el Mosad me revisaba la cámara de fotos en el aeropuerto el día de mi partida viera ésas, y no las que he hecho en las acciones solidarias que generarían muchas preguntas, ya que intentarían obtener información de las personas, especialmente palestinos que he conocido estos días y podrían comprometer mis próximas visitas, no tenía ninguna gana a de desperdiciar mi tarde haciendo fotos otra vez de iglesias y monumentos a diestro y siniestro sin disfrutar realmente de los lugares por el estrés de recorrer la ciudad en una tarde y conseguir fotos de todo que justifiquen mi estancia de un mes. Si me interrogan y registran mi cámara digital diré sin más que borré las fotos por error que además no es ni más ni menos que lo que ha pasado.
En Sheik Jarrah, he percibido a la familia evacuada tristes y cansados, pero siguen resistiendo en la acera frente a la que era su casa, en el tejado dos de los colonos, señalando desde lo alto la barriada de Sheik Jarrah, con la misma postura que la estatua de Cristóbal Colón en Barcelona, me he marchado triste, agradeciendo a esta familia su ejemplo.
Después he tenido un motivo de alegría, hoy han liberado a mi compañera de 21 años de origen egipcio que llevaba casi una semana detenida, tiene 3 días para abandonar el país pero su abogado está intentando recurrir, sin embargo otras malas noticias han empañado mi fugaz alegría, los 7 detenidos en Bilín siguen en prisión tras un nuevo “juicio” en el que si ha podido estar presente esta vez un compañero para corroborar que se trata de un puro teatro, de nuevo han dictado prisión sin tener ninguna prueba contra ninguno de ellos, la familia de Sheik Jarrah también tuvo un juicio ya que únicamente una de las casas tenía orden de evacuación y los colonos habían ocupado tres, el juez las considera parte de la misma casa y además de quedarse en la puñetera calle y de ser victimas de un robo a mano armada, tienen que pagar 10.000 shekels (más de 1.800 €) por las costas del juicio.
Siento mis emociones a flor de piel, sentimientos ambivalentes. Tengo tantas ganas de ver a mi familia y a mis amig@s en España, pero a la vez me cuesta tanto despedirme, irme, y el sentimiento de culpa reaparece.
Ayer llegué a Nablus y es como si llevara aquí muchos mas días. Las vivencias son tan intensas que realmente alargan el tiempo. Acudimos a la manifestación de Iraq Burín, un pueblo cerca de Nablus.
Esta es la traducción de la crónica que escribí para ISM:
http://palsolidarity.org/2009/08/8007MANIFESTACIÓN
MANIFESTACIÓN EN IRAQ BURÍN EL 7 DE AGOSTO
Hoy ha tenido lugar en el pueblo cercano a Nablus, Iraq Burín, la primera manifestación desde que existe la colonia israelí ilegal más cercana al pueblo que confiscó 100 dunums (100.000 m²), desde entonces los agricultores y pastores tienen prohibido entrar en los campos cercanos al asentamiento, hoy en día no pueden usar incluso las tierras más cercanas al pueblo más allá de los 100 metros. Los agricultores se enfrentan a la ilegítima ley israelí que expropia a todo propietario palestino que no haya estado en su tierra durante 3 años. Obviamente se trata de una ley muy cínica porque el ejército no permite a los agricultores acceder a sus tierras.
Por otro lado, sufren constantemente los ataques de colonos y soldados. Hace cinco años, dispararon a un hombre en la pierna cuando caminaba por una colina muy lejos de la colonia. Por las noches, los colonos van al pueblo para hacer graffities como: “El pueblo de Israel está vivo”. Los últimos tres años una tienda y tres casas tienen órdenes de demolición.
El 7 de agosto de 2009 unos 150 habitantes y una veintena de activistas internacionales, comenzaron una manifestación en el centro del pueblo con ambiente festivo. Corearon consignas contra la ocupación y reclamaron su legítimo derecho a acceder a sus tierras. La manifestación discurrió por una colina cercana al pueblo en la dirección de la tierra que los colonos han robado y que por tanto los agricultores no pueden usar más. El objetivo de la manifestación era organizar una oración pública exactamente en esas tierras.
Cuando la manifestación pasó cerca del puesto de avanzada de los colonos, había solo un soldado que comenzó inmediatamente a disparar al aire en cuanto vio a los manifestantes. Entonces varios colonos armados y unos pocos soldados empezaron a amenazar a los manifestantes apuntándoles con sus armas. Los manifestantes gritaron con un megáfono recordando a los colonos y a los soldados que se trataba de una manifestación pacífica. A pesar de ello, los colonos cada vez estaban más agresivos y continuaron apuntando a los manifestantes. Más soldados llegaron al escenario y ordenaron a los manifestantes que se fueran.
Los palestinos insistieron en su derecho a estar en su tierra pero se dieron cuenta del nivel de violencia de los colonos así que decidieron al menos celebrar la oración que habían planeado. Cuando iban a comenzar con la oración, los colonos empezaron a disparar balas reales al aire y los soldados intentaron dispersar a los manifestantes con gas lacrimógeno, bombas sonoras y balas de goma. Los manifestantes se diseminaron brevemente pero se volvieron a reunir. Entonces los colonos y los soldados reaccionaron más violentamente. Los colonos bajaron la colina hacia los manifestantes, gritando, sacando sus pistolas y apuntando a la gente a una distancia de unos pocos centímetros. Los soldados o no eran capaces o no querían detenerlos. Por el contrario, los soldados siguieron lanzando gas lacrimógeno y bombas sonoras.
Algunos shabaab (adolescentes jóvenes en árabe) respondieron lanzando piedras. Afortunadamente no hubo detenciones ni heridos graves. Después llegó la policía israelí y la policía de frontera israelí, los líderes de la manifestación comenzaron a hacer algún tipo de negociación con ellos, pero una y otra vez era interrumpida por la violencia de los ataques de los colonos, las bombas de sonido y el gas lacrimógeno de los soldados. En total más de 30 miembros de fuerzas armadas israelíes estaban presentes en el lugar de la manifestación. Finalmente los líderes palestinos consiguieron que se celebrase la oración algunos metros más allá en la dirección del pueblo.
A pesar de las dificultades en la manifestación debido a la desproporción de medios usados por el ejército y el riesgo procedente de la violencia de los colonos, los habitantes abandonaron el lugar con un sentimiento de esperanza y fortaleza con la intención de seguir con las manifestaciones en la zona.
Durante la manifestación dos personas fueron heridas. Uno de ellos, un periodista de Al Jazeera, que fue golpeado por un colono con su arma porque no quería que le grabasen. La otra persona herida era un palestino al que le golpeó en el estómago un bote de gas lacrimógeno. Él necesitó atención médica y un vendaje.
Nos sentíamos muy ilusionados por participar en esta manifestación, ya que era la primera en este pueblo y la ilusión también estaba presente en el ambiente, lo que era una manifestación pacífica reclamando el derecho de los residentes de Iraq Burín a que lleven a pastar sus animales y a cultivar sus tierras, se convirtió en una situación de sumo riesgo para los palestinos. Cuando llegamos a las tierras que han sido tomadas por los colonos, estos estaban esperando con sus rifles. Su actitud, sus dedos en el gatillo y sus gritos y amenazas, realmente hacía impredecible el instante que separa la potencia de el acto, la vida de la muerte. Los momentos de tensión fueron interminables, realmente sentimos que había momentos en que la situación podía descontrolarse. Sentí que si alguno de estos desequilibrados colonos abrían fuego se produciría un efecto dominó. En algún momento se percibía también nerviosismo por parte de los soldados, como si dudaran de su capacidad de controlar a aquellos con quienes habitualmente mantienen relaciones de colaboración y connivencia. Les costó mucho a los palestinos de este pueblo dar este paso y no podían retirarse a la primera de cambio. Qué menos que ejercer su derecho a manifestarse, qué menos que rezar en la tierra que les daba de comer, en la tierra que perteneció a sus padres. Esta vez sí que tuve claro que ésta era una de estas situaciones en las que de no haber medios de comunicación e internacionales, seguramente muchos palestinos hubieran muerto o resultado heridos. Realmente sentí miedo, realmente sentí que iban a disparar. Les gritábamos con toda la firmeza y calma que podíamos que no dispararan, que estábamos testigos internacionales, que los palestinos tenían derecho a estar en su tierra, les interpelábamos: “¿por qué utilizáis violencia contra personas desarmadas?”. El soldado que llevaba la voz cantante, gritaba que si no nos retirábamos utilizaría la violencia y amenazó con detenerme. No lo hizo, no estaba el horno para esos bollos. Qué tremenda situación, después de aquellos momentos tan tensos, finalmente los palestinos pudieron rezar, lo cual era bastante surrealista. Pero me sentí aliviada y acunada por sus voces serenas, profundas, y lloré en silencio, lloré liberando la tensión, lloré por lo que yo vivía como una nueva derrota, volvían a echarles. Pero curiosamente, los palestinos una vez finalizado el rezo, estaban alegres, y para nada desprendían sensación de derrota sino todo lo contrario, estaban esperanzados, ilusionados… ellos son mas realistas que yo, yo vengo casi de visita, y quiero apuntar a lo absoluto, a lo justo con mayúsculas, a las tintas enteras y quizá esto no es práctico ni realista para sobrevivir hoy en Palestina, así que finalmente sentí que si a ellos les vale, ha merecido la pena.
Hoy ha sido un día intenso en el campo de refugiados de Balata. Demasiadas historias tristes condensadas en unas horas, condensadas en las estrechas y claustrofóbicas calles del campo. No hay parques, ni áreas de juego para l@s niñ@s. La inversión necesaria para hacer un área de juego en un campo de refugiados sería ridícula para la UNWRA (Agencia de Naciones Unidas) y costándome un esfuerzo tremendo solo puedo llegar a la conclusión de que es totalmente premeditado que no lo haya.
La persona que nos acoge en el campo, nos dice que es difícil de cuantificar el número de refugiados que viven en este campo de 1 km², pero que podemos estar hablando de un@s 40.000. A estas familias forzadas al exilio tras la Nakba en el 48, se les facilitó una viviendo de una planta. Algunas de estas familias muy numerosas han ido construyendo nuevas plantas que se han costeado ellas mismas. Estas familias conservan la llave y los títulos de propiedad de sus casas, y sobre todo conservan la esperanza de regresar algún día a su Jaffa… Nos cuentan que la UNRWA está cerrando el grifo, ahora para cualquiera que sea la enfermedad, solo dispensan penicilina y aspirina. En otros tiempos se realizaba un reparto mensual de alimentos básicos, ahora han pasado 6 meses desde el último reparto. Solo después del 56 contaron con escuela primaria. La mayoría de l@s jóvenes no pueden continuar sus estudios ya que sus familias no tienen recursos económicos para costear sus estudios en Nablus. Prácticamente todas las personas del campo han sido alguna vez arrestadas e ingresadas en prisión. El futuro es oscuro para un niño que nace en un campo de refugiados en Palestina, casi me atrevo a decir que no hay futuro y precisamente esto hace que a lo largo de estos 61 años de ocupación, 50 personas, en su mayoría adolescentes y jóvenes nacidas en este campo de refugiados, se hayan inmolado. Nos llevan a la casa de la madre de un joven que se inmoló cuando tenía 17 años. Entro con sumo pudor, siento que irrumpimos en una parcela tan íntima, tan dolorosa. Nos aseguran que a la madre le alivia contar su historia, hablar de su hijo. Es una mujer hermosa, fuerte, en su relato, su mirada se empaña pero nunca se le quiebra la voz ni rompe a llorar. Después de que su hijo se inmolara, los soldados derribaron su casa. La volvieron a construir poco a poco con ayuda de los vecinos. No consiguió llevarse a nadie por delante. Nadia (nombre inventado) no pudo enterrar a su hijo, no le quisieron devolver el cuerpo, después detuvieron a dos de sus hijos. Esta mujer habla hebreo, porque lo ha aprendido en sus visitas a sus hijos. Su hijo nunca le habló de sus intenciones. Para ella su hijo es un mártir, cree que dios le dio 5 hijos y que uno de ellos ha dado su vida por la libertad de su patria. Dice que lo aceptaría si hubiera servido para alcanzar esa libertad, pero lo que le revuelve es que l@s palestin@s sigan sin disfrutar de ella. Me cuesta aceptar las palabras de Nadia, más tarde en silencio, pienso que es cierto que cuando está en juego la libertad y el destino de todo un pueblo, la familia, los individuos cobran una dimensión mucho más ínfima, así lo sentí yo también en la manifestación, sentí que mi vida podía correr peligro, pero también sentí esa relatividad de mi existencia en medio de lo que está en juego para esta tierra, para este pueblo, para los pueblos. Su zaatar (mezcla de especias como tomillo, zumaque, sésamo y sal que se sirven con aceite de oliva para untar el pan) es el mejor que he comido y se lo chapurreo en árabe. Esta simpleza le arranca una carcajada que nos contagia.
Otra familia ha perdido a su hijo. Era combatiente en una de las facciones de la resistencia armada y con 22 años fue abatido por un soldado Israelí, su padre me muestra su herida en la pierna, le disparó a él también un soldado. La madre tiene los ojos enrojecidos. Según nos cuentan era una mujer activa, y desde la muerte de su hijo no ha dejado de llorar y apenas sale de casa. Reparo en los agujeros de bala en las paredes, son disparos del ejército.
Los niños juegan en las estrechas calles del campo. En algunas de ellas necesito mirar al cielo para sentirme más libre. Un niño juega un solitario en esta ratonera, un niño tímido, de sonrisa dulce, quizá un futuro mártir. Y no tendremos legitimidad moral para culparle, al menos yo no me considero con legitimidad moral para hacerlo. Como he venido diciendo la mayoría de l@s palestin@s resisten a la ocupación de forma pacífica, pero se debe de tener claro que todo pueblo sometido a una ocupación militar tiene el legítimo derecho a la defensa armada. Y por otro lado, existe otra realidad, la realidad de jóvenes desesperad@s, sin ningún tipo de derechos, expoliad@s, sin futuro, que han sufrido y sido testigos de humillaciones y abusos diarios por parte Israel. El hecho de que haya jóvenes que deciden inmolarse acabando con su propia vida y con la de israelíes sean soldados o civiles es una de las consecuencias del intento de limpieza étnica de todo un pueblo por parte de una potencia militar. Que un joven palestin@ se inmole, en mi opinión no es deseable ni para Palestina que pierde una de sus fuerzas vivas, ni para la defensa de los derechos humanos que no puede aceptar las victimas civiles. Pero insisto, ni Israel ni ningún estado que apoye sus acciones diarias de opresión y terror contra l@s palestin@s tiene legitimidad moral para juzgar a estos jóvenes.
Me resultan muy angustiosas las historias aquí, y el angosto entorno no me ayuda a liberar la angustia. Pero como siempre por arte de magia y nunca mejor dicho algo o alguien aparecen para ayudarme a continuar. En este caso un mago de verdad que vive en este campo de refugiados. Es impresionante, nos hace varios trucos y nos quedamos admiradas, es realmente brillante, me alegra conocer a este hombre que seguramente ayuda a muchas personas aquí a hacer sus vidas mas llevaderas.
Nablus es hermosa, es mi última parada en Cisjordania y me resulta difícil la despedida, el coordinador palestino es una persona con una sensibilidad muy especial, cada vez que le llaman suena la melodía del comandante Che Guevara, como creo que he expresado en algún otro momento, las lucha por la defensa de la libertad y justicia para los pueblos no debe tener fronteras, me despido con la certeza de regresaré a esta tierra, inchaala.
El trayecto de Nablus a Jerusalén debía haber costado aproximadamente una hora y media, pero tardé 2 horas y media, una hora en los desesperantes y opresivos checkpoints, la peor experiencia fue en el de Ramala, también se bajaron mujeres con niños pequeños, con sus bultos... Los niños estaban dormidos, era ya de noche, tenía entendido que los niños no tenían que pasar el checkpoint, pero me dicen que las normas han cambiado, cada día las normas cambian según el estado de ánimo del comandante de turno, me resulta indignante ver a esos pequeños frente a esas barreras metálicas, en una ocasión dejaron a un niño retenido en la puerta metálica giratoria, estoy hablando de niños de unos 4 años, ya no llora, le pregunto a su madre impresionada cómo le explica a su hijo esta situación, ella dice que es muy pequeño, que siempre ha conocido los check points y simplemente le enseñaron que viajar tenia unas normas que se debían cumplir, la soldado vocifera en hebreo sin ningún tipo de educación para que la gente espere, enseñe la documentación, o siga adelante, ancianos palestinos en la cola, a estas alturas de sus vidas, teniendo que estar sometidos a un régimen carcelario en su propia tierra. Una mujer me cuenta que ha ido a visitar a su tía en Ramala, ella tiene un documento de identificación azul, este tipo de documento solo lo tienen los palestinos que viven en Jerusalén.
Los palestinos que viven en Israel son los mal llamados árabes israelíes, se les trata de usurpar la identidad, son palestinos, con un régimen administrativo y legal diferente a los palestinos que viven en Cisjordania, Gaza y por supuesto al de los refugiados, pero son palestinos.
Hoy ya toca recoger, borrar cualquier rastro de mi estancia en Cisjordania, cualquier rastro árabe para evitar problemas en el aeropuerto, para evitar un largo interrogatorio con psicolog@s, en el que te desnudan, etc. el mayor problema de l@s internacionales es el miedo a que la próxima vez nos denieguen la entrada, espero no tener problemas, en principio he tenido la suerte de no haber sido detenida, así que espero poder evitar la sala de interrogatorio, pero nunca se sabe, es bastante aleatorio.
Me voy con el compromiso de seguir aportando mi minúsculo grano de arena, trabajando con mis compañeras de la Coordinadora de Apoyo a Palestina de La Rioja para seguir denunciando lo que sucede en esta tierra y canalizar las voces palestinas y sus reivindicaciones.
Me parece importante subrayar que esta mirada que intento lanzar desde Palestina, para mi muestra una realidad durísima, y sin embargo l@s palestin@s y l@s internacionales que llevan aquí tiempo, piensan que se está viviendo un momento muy tranquilo.