El Bodegas Rioja Vega arranca la segunda vuelta de la competición con mucho por hacer. Demasiado. Las derrotas se acumulan, las sensaciones no son buenas y el margen para el error se va estrechando. No aprende el cuadro riojano. Sufre colapsos alarmantes (dos parciales lamentables de 15-0 en el primer cuarto y otro 17-0 en el último) que le obligan a ir contracorriente, a esforzarse al límite y para no sacar nada productivo. Ante Marín Peixe Galego la derrota fue por 76-65 y eso que, una vez más, hubo opciones de remediar el asunto, aunque con los bloqueos tanto ofensivos como la parsimonia defensiva, por momentos, es imposible alcanzar dígitos que den para estar en la fase de ascenso.
Quizá Jenaro Díaz deba replantear algunas cosas en aras de buscar un punto de inflexión que permite cierta regularidad a un Rioja Vega enquistado, sin chispa y sin alegría pese a que haya instantes en los que parece ser un digno candidato a todo. Pero cuestión de plantilla, de mentalidad o de planteamiento el caso es que este bloque, por mucha igualdad que haya en la Conferencia Oeste de LEB Plata, no está, a día de hoy, para regresar a LEB Oro.
Comenzó el duelo equilibrado con el 5-4 en favor de los gallegos. Se intuía un choque duro y con intensidad. Lo que no se podía esperar fue el parcial de 15-0 que atropelló a un Rioja Vega negado cara al aro durante un primer cuarto aciago. Romero y Gregory lideraban a los suyos con 15 puntos entre los dos para cerrar diez minutos mágicos para los de Marín con un 22-8 que obligaba a un esfuerzo extra a los de Jenaro Díaz. El técnico asturiano trató de parar la sangría en dos ocasiones con dos tiempos muertos pero parecía imposible. Ni con el regreso de Jordan, después de varias jornadas, se solucionaba el entuerto.
La única manera de encauzar la situación era apostando por la defensa. En ello se puso durante el segundo cuarto el conjunto logroñés para ir recortando muy paulatinamente la diferencia. Después de 6 minutos jugados la renta estaba en la barrera psicológica de los 10 puntos, 28-18. Noguerol y Dziuba se animaban, mientras que Nissen se hacía fuerte debajo de los tableros con 8 rebotes al descanso.
Con el 30-26, el Rioja Vega se lo empezaba a creer. Defensa, defensa y defensa. Pero Romero ‘clavaba’ un triple dificultando la labor. Aun así, Dziuba anotaba 4 puntos seguidos para dejar un esperanzador 33-30 en el ecuador del encuentro. Pese a los pésimos porcentajes de ambos conjuntos, apenas un 30%, todo estaba en el aire.
Los de Javier Llorente seguían atascados, les costaba sumar. Eso lo agradecía el equipo logroñés que tenía bola para adelantarse, pero desperdiciaba sus opciones con el 33-32. Pese a ello, Lafuente, con un triple, permitía que después Robinson y Nissen, con un mate y una antideportiva a Fernández, liderara el marcador con el 39-40 con casi cuatro minutos para finalizar el tercer acto. La contienda se activó en su faceta anotada para que Sevillano, desde más allá de los 6,75 metros, y para que Pérez, con un lanzamiento de tres sobre la bocina, apretaran el luminoso, 48-47.
Igualdad y tensión absoluta durante los primeros instantes de un último cuarto en el que se palpaba en el ambiente que ninguno de los dos equipos lo quería estropear. La alternancia era constante. 53-51 para los locales y 57-59 para los visitantes. Hasta ahí. Restaban cinco minutos en los que el Marín Peixe Galego resolvió ante la ineptitud del Rioja Vega para sumar con cierta continuidad. Parcial demoledor de 17-0 para la reflexión. Con el 74-59 la remontada era impensable.
Lanzamientos fuera de lugar, decisiones precipitadas… Un error, nuevamente, un Rioja Vega lamentable en su faceta anotadora, aunque tampoco hay que olvidar la falta de pericia para cerrar su aro. De este modo, que en el último momento se maquillara la derrota con el 76-65 resultó algo anecdótico.