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María de la O Lejárraga, cien años de sombra y soledad

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“Un régimen de libertad, fundado en lealtad y juego limpio, está obligado a liberar a la mujer, a romper las cadenas seculares, a dejarle las manos libres y a echar sobre sus hombros, para que la lleve a medias con el hombre, la carga de la responsabilidad”.

Maestra, escritora y referente feminista. Nació en una familia riojana acomodada pero sus inquietudes literarias y sociales chocaban con la sociedad en la que creció.Fue además una de esas mujeres que debieron brillar pero permanecieron en la sombra.

María de la O Lejárraga vivió cien años y tuvo una vida tan extensa como intensa. Su obra dejó una enorme huella en la literatura española de la Edad de Plata, hasta la Guerra Civil española. Fue traductora, ensayista, novelista y dramaturga pero su nombre no apareció en todas su obras. Los firmaba con el nombre de su marido, Gregorio Martínez Sierra, quien recibía todos los elogios por sus obras.

Él se prodigaba por los estrenos de aquellas obras que dirigía y sus posteriores fiestas de sociedad recibiendo el aplauso del público y de la crítica mientras que la verdadera autora de las mismas le esperaba en casa. Ella aceptó sin más opciones ese papel en la sombra. En los círculos culturales de la época todo el mundo sabía que era ella quien escribía; de hecho, en ocasiones las obras tenían que parar sus ensayos porque ella no había escrito el siguiente acto y su marido no sabía por dónde continuar.

Llegaba a tal punto esa dicotomía que Martínez Sierra llegó a pronunciar discursos feministas pronunciados por su mujer. Porque, además de escritora, María de la O fue una de las mayores precursoras del movimiento feminista en España entre los siglos XIX y XX.

Fue diputada socialista en la Segunda República y recogió esta experiencia en un libro escrito en su posterior destierro, ‘Una mujer por los caminos de España’. En aquellos años comenzaron también sus mayores actos de rebeldía. Su matrimonio con Gregorio Martínez Sierra se había roto unos años antes por la infidelidad de él con una famosa actriz de la época, Catalina Bárcena. A pesar del deterioro en la relación personal, la colaboración profesional de la autora riojana con su ex marido continuó.

Ilustración: Alberto Ruiz de Mendoza

Fue a la muerte de este, en 1947, cuando la hija de Gregorio y Catalina exigió los derechos de autor de su padre. En ese momento, y ya desde el exilio, Lejárraga comenzó a publicar por fin con su nombre, aunque utilizando todavía los apellidos de él, y decidió romper tímidamente su silencio en sus memorias, ‘Gregorio y yo’, donde desveló todos aquellos años de autoría oculta.

Uno de los episodios más sonados de su vida fue el supuesto caso de plagio de Disney con una de sus obras. En 1951, la escritora riojana envió a Walt Disney el manuscrito de ‘Merlín y Viviana’ , la historia de un perro que se enamora de una gata muy coqueta. Tras dos meses, Disney le devolvió la historia sin mostrar más interés. Sin embargo, en 1955 se estrenó ‘La Dama y el Vagabundo’, según palabras de Lejárraga, “la misma historia, sin más sabio que haber convertido a la gata en perra elegante”. Se ha asegurado después en varias ocasiones que no había tantas similitudes entre ambas obras y que la historia de Disney se empezó a fraguar antes de conocer la historia de la riojana, sin embargo para ella siempre fue un episodio más de apropiación indebida de sus creaciones.

*Espacio ofrecido por el Ayuntamiento de Logroño. Concejalía de Igualdad.

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