Diego Prendes fue el primero y Nacho Martín fue el siguiente. Ahora llega Fredi Álvarez. Es el tercer míster que contrata un particular presidente, Alfonso Canela. Tres derrotas consecutivas contra Tudelano, UD Logroñés y Real Sociedad B condenaron al entrenador riojano. ¿O no? Porque como el propio técnico señala “desde hace dos meses el presidente había promulgado a los cuatro vientos que me quería despachar”, como expone en una entrevista en Onda Cero Navarra. Doce jornadas al frente del club estellica y 16 puntos sumados (4 victorias, 4 empates y 4 derrotas). De ser penúltimo a dejarlo fuera del descenso, con 6 puntos de margen respecto a los puestos que conducen a Tercera.
“Sorprenderme, no me sorprende. Probablemente haya sido la situación más injusta que he sufrido en tantos años de mi carrera”. Cabe preguntarse el motivo real por el cual Nacho Martín es pasado en el cuadro blanquiazul. El propio protagonista lo tiene cristalino: “Es un tema personal que está vinculado a un jugador que como no jugaba se ha tenido que marchar”. Y es directo: “El motivo principal es que no pusiera a Sergio Canela -hijo del presidente-. Se ha tenido que marchar a la Mutilvera y eso ha pesado para que me eche. Podrá decir mil cosas, se puede enmascarar, pero son falsas”. “Y eso”, reconoce, “que a mí nadie me ha dicho que tenía que poner a uno o a otro”.
Nacho Martín no se queda ahí. También habla de que en el vestuario hay topos: “Tú das una charla y a los 5 minutos lo sabe el presidente”. En este sentido, admite que “hay cosas dentro del vestuario, hay códigos, que se deben quedar en el vestuario, no airearlos. Por eso, no es normal que a los 10 minutos de decir algo lo sepa el presidente y encima con un afán de perjudicar al entrenador”.
Por todo ello, comenta que “trabajar así es muy complicado. Sé quiénes son esos correos y lo sabe todo el mundo”. No es una novedad porque incluso los jugadores sabían más cosas sobre su futuro que él mismo. “Hablé con un futbolista y me dijo que igual no llegaba al fin de semana. Ellos ya lo sabían antes que yo”. Todo por ese modo de trabajar, “ese funcionamiento unipresidencial del Izarra; es una cosa de locos. No creo que lo vuelva a ver”.