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Rodeando el Congreso

Barbijaputa

“Mira, Barbi, te vamos a acreditar como prensa y así puedes ir al Congreso el día de la Constitución”. Me dicen en eldiario.es. “No”, digo yo muy digna, “yo quiero estar fuera, con el pueblo llano, haré la crónica desde allí”. Me miran entornando los ojos. Creo que no se fían de mí.

Edu Galán me mira también pero sin verme, aún está de resaca post-mitin del PSOE. Es una cosa que no estaba planeada pero que está pasando en nuestra caravana, después de cada mitin o acto, sentimos la necesidad imperiosa de echarnos al alcohol.

Así que pongo la alarma a las 10.30 ¡de la madrugada! del domingo y me voy al Congreso a ver qué está pasando para contároslo. Lo que me encuentro no lo entiendo, así, de primeras. Hay grupúsculos de personas aleatorias esperando tras unas vallas que la policía ha colocado a 80 metros del Congreso de los Diputados. La gente no puede acercarse más y a esta distancia no se puede ver mucho.

Me propongo entonces rodear el Congreso, tiene que haber algún hueco por el que encontrar algo, ver a políticos, a diplomáticos, qué sé yo, si hay gente aquí esperando algo tiene que haber. Es el Día de la Constitución, ¡por el amor de dios!, no pueden ignorar al pueblo incluso hoy. Así que empiezo una caminata bordeando las vallas alredor de edificio de los leones. La última vez que rodeé el Congreso, la policía me persiguió porra en mano. Espero tener más suerte hoy.

Pero qué va, es imposible ver nada, sólo a gente esperando con el móvil preparado para fotografiar cualquier movimiento.

Una compi que ha ido al acto como van los periodistas serios (con acreditación) me pregunta por Whatsapp que qué tal voy. Le digo que no tengo nada, solo hambre. Acto seguido me ilustra lo que se están merendando dentro y me dice que tiene que dejarme, que tiene trabajo de verdad, no como lo mío.

“Gominola de aceite de oliva”, se titulaba la foto. Ya. De repente ya no me gusta tanto ser del pueblo llano.

Pero cuando más aburrida estaba, sentada en un banco con cara de pena, aparece como arte de magia Pedro Sánchez que, tras el acto, se ha cruzado la distancia desde el edificio hasta las vallas para saludar a los ciudadanos allí reunidos.

“Mira, el de Ciudadanos”, dice una pareja de jóvenes. Yo miro de nuevo a Pedro Sánchez, por si me he confundido. ES Pedro Sánchez. “Juraría que es Pedro Sánchez”, les digo. “Sí”, y sonríen mientras les hacen fotos con sus móviles. “Este de Ciudadanos es el único que ha salido, el resto se está yendo en sus coches, hasta Pablo Iglesias, luego hablará de castas”, me dice la chica. “Pero este señor es del PSOE”, le digo. La parejita se miran entre ellos. “Eso, eso, PSOE”, dice el chico mientras continúa entusiasmado con las fotos.

Me acerco entonces a un grupo que fotografiaba en la distancia a los políticos saliendo del Congreso y les pregunto si consiguen ver algo.

“Pues hemos venido para los selfies, pero están todos metiéndose en los coches y yéndose. Eso sí, Rajoy ha saludado así con la mano”. Dice una señora haciendo aspavientos.

“Ah, entiendo, y cada uno se hace un selfie con su candidato favorito, ¿no?”, pregunto.

“No, con el que caiga”, y se ríe por mi pregunta.

“Mira, mira, ¡Rivera!”, la interrumpe otra señora. Y acto seguido grita: “¡PRESIDENTE!”. Rivera se gira y saluda con la mano a lo lejos.

“Ah, ¿que éste tampoco se acerca? Pues no le voto”, dice un chico mientras, por otra parte, no deja de hacerle fotos.

“Son todos iguales”, le contesta alguien.

“¿Aquel es alguien?”, pregunta un hombre señalando a un señor enchaquetado que salía y que a mí no me sonaba.

“Creo que no, vamos, de los gordos no es nadie seguro”, dice el chico que ya no pensaba votar a Ciudadanos.

“¿Ha salido ya Garzón?”, pregunta alguien.

“No ha venido”, contesto yo, que ya me he integrado del todo y también estoy haciendo fotos a la lejanía para no desentonar.

“Total, para lo que habrán hecho ahí dentro...” me responde otro.

El caso es que no entendí nada de primeras, pero es que tampoco entendí nada de segundas. Retomo el camino a casa un poco de bajón, pensando que esta gente que ha invertido su domingo en la clase política, debe de pertenecer quizás a esa porción de indecisos que no saben aún a quién votar.

Interrumpe mis pensamientos Pedro Sánchez, que sigue con los selfies 50 metros más allá.

“La verdad es que visto lo visto es muy, muy buena iniciativa la de salir y hacerse fotos con la gente”, pienso. “Dudo que haya sido idea suya”, me digo con maldad.

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