Almeida se queda sin aliados en el Ayuntamiento para aprobar los presupuestos

Carmen Moraga

1 de octubre de 2022 22:31 h

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Los nueve meses escasos que quedan de legislatura hasta la celebración en Madrid de las próximas elecciones municipales parece que se le van a poner cuesta arriba al alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida. La legislatura la va a acabar sin aliados y con su socia de Gobierno, Begoña Villacís, claramente distanciada de él tras los escándalos en los que se ha visto envuelto este último año, que han supuesto toda una pesadilla para el regidor. Él, por su parte, da por amortizado a Ciudadanos y reclama para sí “una amplia mayoría” descartando la posibilidad, si es que la hubo alguna vez, de listas conjuntas con el partido de Arrimadas, pese a asegurar de puertas afuera que su vicealcaldesa es “un activo político importante”.

El ambiente preelectoral ya es descarado y el regidor madrileño intenta erosionar a su socia de gobierno haciendo creer que ha llamado a las puertas de su formación para integrarse en el PP, algo que Villacís niega una y otra vez mientras aclara que ella a lo único que aspira es “a reeditar la coalición”.

Almeida ha resurgido de sus cenizas tras haber logrado sobrevivir, primero, a la crisis más grave que ha vivido el PP en toda su existencia y que se llevó por delante al anterior líder del partido, Pablo Casado, su valedor político. Y, paralelamente, al caso que fue el detonante de esas crisis: el supuesto espionaje a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, desde la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo (EMVS) para conocer las comisiones que cobró su hermano Tomás por los negocios que cerró con la Comunidad para la venta de material sanitario, por los que se llevó sustanciosas comisiones, como terminó por reconocer el propio gobierno regional. El alcalde tuvo que comparecer ante una comisión de investigación por este asunto, pero las conclusiones de los trabajos ni siquiera le señalaron a él sino a dos de sus colaboradores directos a los que los grupos de la izquierda, y también Ciudadanos, acusaron de “extralimitarse en sus funciones”. Lo única culpa que le atribuyeron al regidor fue la de “obstaculizar” los trabajos y “mentir” y “ocultar” lo que estaba pasando.

A esto hay que sumar la estafa que ha salpicado de lleno a su gobierno municipal por la compra de mascarillas y de material sanitario defectuoso a dos empresarios, uno de ellos el aristócrata Luis Medina, hijo de Nati Abascal, un caso que destapó en exclusiva elDiario.es y que sigue investigando la Fiscalía y en el que se ha visto involucrado un primo del alcalde.

Pasados los malos tragos, y visto que el pulso interno lo había ganado la presidenta regional, a la que Feijóo dejó vía libre para dirigir el partido en Madrid, Almeida se ha centrado en las últimas semanas en intentar recuperar su reputación para congraciarse con Ayuso y jurar fidelidad tanto a ella como al nuevo jefe a nivel nacional, enterrando a Casado. Según ha dicho, ambos dirigentes han dado ya el visto bueno para que repita como candidato municipal formando tándem de nuevo con la líder regional, muy reforzada tras sumar más que toda la izquierda junta en las elecciones que anticipó hace un año tras deshacerse de Ciudadanos. El mismo día del Congreso extraordinario del PP de Madrid Almeida se refería ya a Ayuso como su “partner” y vaticinaba que “juntos” iban “a llevar Madrid a lo más alto”. En Génova han preferido no remover más las aguas conscientes de que un cambio en el cartel municipal en la capital sería sumamente arriesgado a escasos meses de los comicios de 2023.

Crecido por ese apoyo que asegura tener, el alcalde ha comenzado su particular precampaña electoral sin que se conozca aún a quien tendrá enfrente como rival en el PSOE, ni en Vox, mientras el Grupo Mixto apunta a su desaparición. En Más Madrid parece claro que la candidata será Rita Maestre. Por su parte, Ayuso hace la suya sin contar demasiado con él. Pero el panorama para el regidor municipal está muy lejos de ser el que disfruta la que hasta hace poco era su rival dentro del PP. Almeida va a terminar la legislatura sin aliados y con muchas dificultades para poder aprobar los presupuestos de este año. Mientras Ayuso iniciaba a finales de agosto una ronda de contactos con todos los portavoces de la oposición para demostrar de nuevo, de cara a la galería, su capacidad de diálogo, el alcalde ha sido incapaz de hacer lo propio en el Ayuntamiento, una situación que la achaca a la cerrazón de los demás grupos a sentarse con él.

Todos los grupos de la oposición en su contra

La realidad es que en la actualidad tiene a todos los portavoces de la oposición municipal en su contra y todo apunta que así acabará la legislatura. Empezando por Vox, con los que cerró un acuerdo de investidura para poder hacerse con el bastón de mando y consiguió que le salvaran dos años las cuentas: la primera vez absteniéndose y, la segunda, votando a favor. Y siguiendo por Recupera Madrid, los díscolos de Más Madrid, a los que ayudó a conformar el Grupo Mixto que un juzgado de Madrid ha ordenado hace poco disolver. Los tres ediles que capitaneaba Marta Higueras están ahora divididos y dos de ellos, José Manuel Calvo y Luis Cueto, han anunciado que concurrirán a las municipales con una Plataforma de electores a la que no se ha sumado la que ha sido todo este tiempo su portavoz, pero ya no lo es.

El año anterior, estos ediles fueron los que salvaron al alcalde, in extremis, de tener que prorrogar las cuentas de 2022. Meses antes se habían ofrecido para ser el “comodín anti Vox”, tras el portazo que le había dado el grupo de extrema derecha, que presentó una enmienda a la totalidad de los presupuestos al sentirse traicionado por Almeida, por no eliminar Madrid Central.

Este año, los disidentes del grupo de Rita Maestre han decidido que no vuelven a ser “los pagafantas” del Gobierno de coalición. El lunes adelantaban que ven “dificilito” que puedan apoyar las cuentas municipales de Almeida, dejando claro que no van a hacer “el papelón de Vox”. Según se quejan, el alcalde ha incumplido varios de los acuerdos presupuestarios firmados en diciembre de 2021, como constataron en la comisión de seguimiento celebrada la semana pasada. “Almeida debe 30 millones del IBI a los madrileños con viviendas con precio catastral inferior a 300.000 euros. También falta el fondo de emergencia habitacional, el estudio de mercado del alquiler o la placa en la vivienda de Almudena Grandes”, señaló Luis Cueto. Así que también han puesto como condición al alcalde para volver a sentarse a negociar que “primero se cumplan los 63 acuerdos del año pasado”.

Lo cierto es que el clima preelectoral no se disimula en Cibeles. El líder de extrema derecha, Javier Ortega Smith, que el año pasado ya presentó a los Presupuestos una enmienda a la totalidad, también ha advertido al alcalde que debe “levantar las restricciones para los vehículos tipo A y los industriales” en la zona de Madrid Central si quiere hablar con su grupo. Al menos hasta que los jueces tomen una decisión sobre los recursos interpuestos contra la Ordenanza de Movilidad Madrid 360. Esa será, ha dicho el portavoz de Vox, la “línea roja” de sus cuatro concejales: “O suspende, o con nosotros no cuente para sentarse a negociar los próximos Presupuestos”. Almeida le ha acusado de pedir algo “imposible” y de intentar ponerle “una pistola en el pecho” como condición, algo que le parece “inaceptable”.

Más Madrid y PSOE ven “una legislatura perdida”

En la izquierda, ni Más Madrid ni el PSOE tienen intención de salvar las cuentas municipales, porque creen que Almeida ha perdido toda la legislatura. Rita Maestre, líder de la oposición, cree que la intención de negociar el presupuesto por parte de PP y Ciudadanos no es más que un nuevo “paripé”. “Ni este año ni en anteriores ha habido por parte del Gobierno ninguna intención real de pactar con nosotros unos presupuestos, nunca ha habido más que declaraciones a los medios porque no tienen ningún interés en pactar presupuestos con nosotros”, aseguró durante la celebración del último Pleno. “Tras tres años de presupuesto, sin limitaciones de los de ejercicios anteriores, no han conseguido transformar la ciudad. Desde luego no pueden contar con nosotros para lo que ahora no es más que propaganda electoral”, zanjó.

Por su parte, la socialista Mar Espinar lamentó que el alcalde no haya dado aún a conocer su modelo de Ordenanzas Fiscales ni de Presupuesto. “Solo ha hecho anuncios electorales”, se quejó. “Pedimos a Almeida que invierta 300 millones en ayudar a pagar los alquileres a los más vulnerables”, dijo, mientras destacaba que “las listas de espera para acceder a una vivienda pública son de más de 30.000 personas en Madrid”. “Que el alcalde deje de vender patrimonio municipal y lo ponga en manos de la EMVS para que construyan viviendas públicas”, que es lo que “se firmó en los Acuerdos de la Villa”, reclamó: “Exigimos que los cumpla”.

Este jueves, Almeida les reprochaba su actitud y apelaba a la “responsabilidad” para poder sacar adelante los Presupuestos municipales, que serán los últimos de esta legislatura. Según ha reiterado, las cuentas y las balanzas fiscales que está preparando ya el Gobierno con el área de Hacienda incluirán nuevamente “una bajada importante de impuestos” que redundará en beneficio de los madrileños.

“Bajar impuestos siempre es una buena noticia”, ha dicho, pero ha opinado que mientras el PP lo hace “por convicción” los socialistas los bajan solo por “oportunismo electoral”. “La izquierda que nos ha criticado por bajar los impuestos es la que ahora coge la senda de las bajadas fiscales. No lo hacen por convicción, lo hacen por huir de las políticas de Pedro Sánchez”, aseguraba en la rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno.

No obstante, al ver que la realidad se impone, Almeida dejaba la puerta abierta a la prórroga de las cuentas en un año electoral. Entre tanto, se dedicará a buscar el calor de los madrileños y a explotar su perfil de político “cercano a la calle” en una dura competición con la propia Ayuso a la que su partido ya le ha puesto una alfombra roja con el fin de que en 2023 Madrid sea la antesala de una victoria a nivel nacional y Feijóo pueda llegar a la Moncloa, a ser posible sin el lastre de Vox.