“La única respuesta que me gusta decir con contundencia es esta: 'no sé'”, asegura el candidato socialista haciendo honor a su condición de catedrático en Filosofía. Ángel Gabilondo (San Sebastián, 1949) intenta por segunda vez ser presidente de la Comunidad de Madrid. Lo hace con un discurso inusual en política: rico en dudas y matices, parco en afirmaciones rotundas o críticas a sus adversarios.
El exministro, un hombre tranquilo y tímido –le produce cierto estupor ver su cara en los carteles electorales– apuesta por un Gobierno de progreso que apoyen Unidas Podemos y Más Madrid, aunque no descarta que se abstenga alguna de las formaciones de la derecha. Gabilondo solo sube ligeramente su habitual tono sosegado al hablar de Ciudadanos, por haber ayudado a consolidar las políticas conservadoras del PP estos cuatro años. También confía en que los socialistas saquen rédito al escoramiento a la derecha del partido de Albert Rivera: “Creo que votantes de Ciudadanos pueden votar esta vez opciones de izquierda”.
¿Le preocupa el resultado de las elecciones generales en Madrid? Según esos datos el bloque derechas sumó en Madrid el pasado 28 de abril 400.000 votos más que PSOE y Unidas Podemos.
Sí, lo he seguido con mucha atención. Hay dos asuntos que también hay que tener en cuenta: que no estaban en esa convocatoria algunos partidos o fuerzas que están ahora, por ejemplo, más Madrid; y también que en Madrid hay una sensibilidad muy pragmática vinculada a los candidatos. La proyección tan directa no creo que sea la que cuadre efectivamente y, por eso, yo pienso que aquí va a haber unas tensiones distintas, sobre todo porque estamos en plena lucha dentro de la derecha. Claro que me preocupa, tenemos que hacer las cosas bien y aglutinar fuerzas y sumar y movilizar también.
En el resultado había algunas otras cosas, como por ejemplo, el Partido Socialista era el que quedaba en primer lugar y que no había tampoco un hundimiento de las fuerzas de progreso. Lo que tenemos que hacer es aglutinar fuerzas y convocar a la ciudadanía porque Madrid necesita un cambio después de 24 años de gobiernos conservadores.
En las últimas elecciones autonómicas el bloque progresista, PSOE y Podemos, se quedó a un solo un escaño de lograr la mayoría en la Asamblea de Madrid; un escaño que en parte se perdió por los votos de la candidatura de Izquierda Unida que no llegó al mínimo que fija la ley del 5%. ¿Le preocupa que la división de la izquierda pueda tener otra vez esa misma consecuencia?
Yo espero que no. Nos tranquilizó el hecho de que Izquierda Unida y Unidas Podemos fueran juntos. Yo creo que la fragmentación no es buena, no solo para la izquierda. No es buena para Madrid. Parece que es importante que haya opciones perfiladas en su diversidad, que homogeneizar las opciones no es una cosa que parezca buena; otros dicen lo contrario, piensan que el hecho de que esté más diversificada la propuesta va a permitir una mayor participación. Pero yo confío, espero y creo que hay una propuesta consistente tanto de Podemos como de Más Madrid. No creo que vayan a quedar por debajo de los votos necesarios para tener representación parlamentaria.
¿A qué achaca que la izquierda lleve sin gobernar en Madrid tantos años?
Hay muchas razones cruzadas, pero se pueden enumerar. Primero hay que ser autocríticos: siempre y cuando uno no merece la confianza de la ciudadanía hay que pensar que algo tenemos que hacer mejor. A veces estamos ensimismados pensando en nuestras cosas y no acabamos de entender que debemos resolver los problemas de la ciudadanía. También es cierto que el Partido Popular se ha constituido en una articulación social de tal consistencia que veces parece más que un partido. Y esto ha generado también espacios de mucha connivencia. También ha habido utilización del poder en beneficio particular e incluso ha habido financiación ilegal de las campañas electorales.
Gran parte de esas victorias de la derecha fueron con financiación ilegal, como ahora sabemos.
Estas cosas también influyen, pero yo he empezado por hablar críticamente. Lo que tenemos que hacer nosotros es pensar que aquí no ha habido un proyecto o un modelo, salvo mantener un determinado estado de poder en beneficio muchas veces particular, incluso propio. Supongo que han hecho todo el bien que saben hacer, algún mal también han hecho. Y que ahora lo que hay que hacer es simplemente, limpiamente, ganar las elecciones.
Ha dicho que no se puede hacer una extrapolación de los resultados de las generales a las autonómicas porque hay fuerzas como Más Madrid que no estaban en las generales. ¿Cuál cree que va a ser la incidencia de Más Madrid?
Yo creo que Más Madrid tendrá apoyos consistentes y serios. No creo que el PSOE haya de crecer a costa de descalificar otras propuestas sino simplemente haciéndose preferible y mostrando que está dispuesto a liderar un proceso de transformación, de reforma, de modernidad y de progreso. No soy de los que van por la vida poniendo mal a los demás partidos para crecer yo. Te puede pasar lo contrario, que tú no crezcas y no logres más que hacer daño o hacerte daño.
Más Madrid tiene sus atractivos, tiene un candidato consistente y tiene también propuestas que se vinculan con sectores sociales, con ámbitos de personas jóvenes y, por eso, nuestro afán no es ir a hacer daño. Tenemos que competir legítimamente por un espacio y lo haremos. Pero mi idea es aglutinar, sumar y no descalificar. Yo siempre he dicho que el que excluye se autoexcluye y yo no excluyo.
¿Teme que Íñigo Errejón le robe votos?
No, temer, no. Lo que sí sé es que hay un espacio donde se compite legítimamente por ser más atractivos. Ellos de algún lado tendrán que tener votos si no han estado antes y lo lógico es que los tengan de fuerzas de progreso. Pero ese espacio es muy flexible y es mucho más transversal de lo que parece. Todo es mucho más voluble. Personas que han votado a unos ahora votan a otros y hay unas situaciones personales que a veces nos resultan hasta enigmáticas. Por eso yo me dirijo no a representantes políticos de otros partidos con una especie de ingenuidad de pensar que Ignacio Aguado me va a votar a mí, pero yo sí creo que votantes de Ciudadanos pueden votar opciones de izquierda. Pueden hacerlo los que quieren de verdad regenerar, los votantes de Ciudadanos que se creyeron de verdad que iba de eso y, por tanto, nosotros nos dirigimos a todos los que quieren hacer progresar, transformar, reformar y defender los derechos y libertades, porque esto está en juego ahora.
Estamos en una situación que yo no había sentido desde el 82. Aquí no está en juego solo quién gobierna, está en juego muchísimo más, porque no hablamos de Vox pero está ahí y son ultraderechistas en sus planteamientos, lo cual no quiere decir que los que voten no sean de aquí o de allá, pero los planteamientos son claramente ultraderechistas.
¿Qué le diría a un votante que duda entre votarle a usted y votar a Iñigo Errejón?
A mí me conocen, mis cualidades y defectos, que son muchos. Yo tengo una cierta experiencia –otros le llamarán edad– de gestión en políticas de comunidades de enorme diversidad y pluralidad que se rigen por el acuerdo y el consenso como norma fundamental y que tienen presupuestos eficientes.
Su experiencia como rector.
Por ejemplo, o como ministro con unas competencias muy similares. No digo que haya que tener experiencia para gestionar 20.000 millones de euros, que es lo que hay en el presupuesto de Madrid; pero eso también puede considerarse que es un valor más que un defecto. Y dicho todo esto yo tampoco quiero echar esa competición. Que voten lo que crean que han de votar pero, por favor, que no voten la ratificación porque eso no es un cambio. Eso es una repuesto. Nosotros no somos ni repuesto ni el recambio del Partido Popular: somos la alternativa.
Ciudadanos descarta apoyarle y gobernar con usted sea cual sea el resultado. ¿Usted descarta gobernar o apoyarse en Ciudadanos para su investidura?
Yo no estoy pensando en eso de modo alguno porque estoy más bien pensando en que nuestra propuesta logre el máximo apoyo posible. También nos podemos equivocar en una cosa: si ningún partido del frente de progreso tiene una mayoría fuerte y consistente, no gobernará la izquierda en Madrid. Y yo mirando los partidos que hay veo que al PSOE le corresponde intentarlo. Hacerlo de esa manera significa que yo no voy a excluir a nadie.
Mi experiencia con Ciudadanos ha sido que en Madrid han apoyado cuatro presupuestos que no reformaban ni transformaban la comunidad. Mi experiencia es que han apoyado a dos presidentes en sus investiduras, que han apoyado las políticas de alguien que decía que venía a consolidar las propuestas de Cristina Cifuentes. Mi experiencia con Ciudadanos no es una experiencia teórica, es una experiencia efectiva, que es que ellos han sido un soporte de la consolidación nuevamente de políticas conservadoras. Por tanto, cuando yo digo que estoy abierto quiero decir que estoy abierto a todo el que quiera reformar y transformar esto. Si lo que quieren es consolidar ese modelo, los que quieran dentro de Ciudadanos consolidar ese modelo, pues yo no puedo ir con ellos. Ahora ¿qué acabará haciendo Ciudadanos? Porque esto también es un enigma para nosotros y no sé si a veces también para ellos. Yo no los excluyo pero nuestra voluntad es un Gobierno de progreso y de transformación en Madrid.
Habla de un Gobierno de progreso, ¿se refiere a un Gobierno apoyado en Unidas Podemos y Más Madrid?
También puede haber abstenciones de algunos grupos o también puede hacerse distintas alianzas. Yo hablaré con todos los que hablen dentro de la Constitución y de las leyes. Hablaré con todos pero no negociaré nunca con alguien que esté fuera de la Constitución o de las leyes.
¿Quién está fuera de la Constitución y las leyes en Madrid?
Hombre, aquí hay un debate muy serio sobre si Vox está, efectivamente, dentro de la Constitución y de las leyes. Si pones en cuestión el Estado de las Autonomías y los estatutos, estás poniendo en cuestión uno de los elementos decisivos de la arquitectura constitucional. Si hablas de una recentralización, me parece que estamos tocando el armazón del concepto de lo que era la España de las autonomías. Desde luego, si va unido a esto que directamente se contravienen leyes que han sido logradas legítimamente por la ciudadanía en derechos y libertades, como los asuntos que tienen que ver con el movimiento LGTBI, el matrimonio entre personas del mismo sexo o la lucha contra la violencia de género... A mí me parece que Vox no cumple los requisitos para entrar en el Gobierno o para ser aliado en un proceso de transformación.
¿Quién cree que ganará la batalla de las derechas? Ha hablado de la posibilidad de que haya abstenciones pero supongo que dependerá de cómo quede ese espectro.
No sé, porque ellos tampoco lo saben. Por eso es tan duro el cuerpo a cuerpo, porque ha habido movimientos de personas del Partido Popular que se han ido a Ciudadanos, gente que se ha ido a Vox... Siempre he creído que el Partido Popular tiene una estructura e implantación territorial fuerte y una maquinaria electoral fuerte. Yo me tomo muy en serio toda la estructura del Partido Popular. Ahora mismo el CIS, con todas las limitaciones que podamos hablar sobre el CIS, está indicando que el Partido Popular se resiste a ser desalojado por Ciudadanos del liderazgo de la derecha. No sé muy bien cómo acabará esto. Ciudadanos está muy satisfecho de esta ola que le conduce a ser líder de ese proceso, pero esto está por ver.
¿Qué ve más factible? ¿Que se abstuviera el PP para dejarle gobernar si queda segundo de ese bloque o Ciudadanos si es quien queda relegado?
Lo que es muy importante es quién queda primero en las elecciones. Siempre hemos entendido que no es necesario que gobierne el que se quede primero. Es lo razonable en un sistema parlamentario. Pero el que queda primero tiene la responsabilidad de aglutinar a una mayoría para dar estabilidad y gobernabilidad a la comunidad. Además, el que quede primero puede también llamar a la abstención de otros. El otro día oí que Ciudadanos insinuaba que si realmente no queremos que Vox influya podríamos abstenernos y apoyarles. También yo podría volver la cosa y decir que para que no influya Vox, si nosotros quedamos primeros, Ciudadanos se podría abstener. Todo el mundo mandamos a los demás los deberes. Es muy importante cuál es la primera fuerza en Madrid. Y yo espero que sea una fuerza que quiere el progreso y la transformación. Espero. Porque si no es así, cualquier tipo de alianza será extremadamente difícil.
¿Se quedará usted en la oposición en esta ocasión si no logra ser presidente?
Quiere decir 'en esta ocasión también', porque la vez pasada me dijeron que no duraba un mes. He estado los cuatro años en la oposición. Y en este momento nuestro proyecto es para tratar de gobernar la Comunidad.
Yo tengo una ventaja que es que no me preocupa qué voy a ser de mayor porque ya soy mayor. Si por alguna razón los ciudadanos consideran que yo no soy la persona adecuada porque hay otros más adecuados para hacerlo, yo lo que debería hacer es poner mi puesto a disposición del partido que me llamó. Si en dos ocasiones yo no he sido capaz, habría que buscar otros caminos. He demostrado que no soy de los que sale corriendo. Y desde luego también demostraré en su momento que, con la misma naturalidad con que vine, sin meter ruido, cuando toque me iré sin meter ruido.
En el PSOE temen que el ticket de éxito sea, como ocurrió en 2015, usted con Carmena y no con Pepu Hernández. ¿Cree que puede volver a suceder esto?
Una de las respuestas que me gusta decir con más contundencia, casi la única que digo con contundencia, es esta: 'no sé'. Lo que sí sé es que hay, por distintas razones, atractivos en ciertos perfiles. Pero también digo que Pepu Hernández en poco tiempo se ha abierto un espacio muy grande. Viniendo de los ámbitos de los que viene, desde luego se ha comportado con mucha seriedad, con mucho rigor, con muchos valores y creo que tiene su atractivo. Todos sabemos quién es Manuela Carmena y la fuerza de atracción que tiene. No tenemos esa ingenuidad. Yo no soy probablemente ese fenómeno social. Pero también a veces me anima pensar que, cuando se habla del candidato más valorado en Madrid, las encuestas suelen decir que soy yo. Yo lo encuentro inexplicable, pero es lo que dicen y, por tanto, puede ocurrir que haya gente que tome esas opciones. Pero para nosotros es muy importante un buen resultado en Madrid. Madrid es decisivo para hacer un buen resultado en la comunidad. Y por eso nosotros no salimos el Ayuntamiento de Madrid a ver qué pasa. Salimos a lograr el máximo apoyo posible.
¿Habría ayudado al PSOE estar dentro del gobierno municipal de Madrid?
Es probable que sí. Ahora lo vemos más claramente, pero no lo sé con seguridad. Algunos piensan que sí y otros que no. Algunos creen que la credibilidad del Partido Socialista fue que supo generosamente estar, sin buscar más rentabilidad política. Otros creen que eso no fue generosidad, que fue ingenuidad. Hay división de opiniones.
Cristina Cifuentes dimitió tras demostrarse que había tenido un máster de forma fraudulenta en una universidad pública. ¿Cree que se han depurado todas las responsabilidades dentro de la URJC respecto a lo que ocurrió con esos títulos regalados?
Dimitió por eso del máster –además ustedes hicieron una labor extraordinaria– y dimitió también porque no dijo exactamente la verdad sobre lo que ocurrió, en un espacio público tan serio como la Asamblea de Madrid. Su relato de lo que sucedió no fue soportable verosímilmente para personas que todavía nos comportamos con alguna racionalidad. Cuando salió la noticia publicada, entendí que debía explicarse en la Asamblea de Madrid y pedí que compareciera. Y compareció. Y cuando la oí hablar y la explicación que dio, a la media hora, después de hacer una reunión urgente del Grupo Parlamentario Socialista, propusimos una moción de censura.
¿Por qué se opusieron a que Pablo Casado y Carmen Montón no declarasen en la comisión de investigación que abrió la Asamblea de Madrid sobre el caso de los máster fraudulentos?
Nunca me he opuesto a eso. Lo que sí hemos dicho es que nos parecía prioritario ir a las causas y no a las consecuencias. Esto es una consecuencia y Carmen Montón, con la que hablamos, estaba absolutamente dispuesta a venir. Lo que no queríamos es que se convirtiera en una especie de debate político centrado en otras contaminaciones que no fueran estrictamente académicas para ir a las causas y no quedarnos en una cosa que, siendo muy espectacular, a mi juicio era más epidermis que causa. Por eso llamamos a comparecer al rector, al director de la escuela, al consejero de Educación, a algunas personas más que estaban en esa escuela... Porque nuestra estrategia, que puede ser equivocada, era ir exactamente a tratar de encontrar las causas y los responsables para garantizar que eso no volviera a pasar nunca más. Otros hicieron o pensaron, y yo lo respeto, que había que hacer una causa más bien de carácter un poco más general, de índole un poco más política, sobre casos concretos de estudiantes notables, políticos que podrían haberse beneficiado de eso.
eldiario.es ha demostrado que al menos una veintena de personas recibieron un trato de favor similar al de Cifuentes. Estas personas tienen todavía en su currículum unos títulos de máster que no se merecieron y que no han sido anulados. Unos máster que otros miles de alumnos de la URJC lograron con mucho esfuerzo, pero cuyos títulos están manchados por el mal comportamiento de unos pocos.
Esto no está acabado. La universidad debe intervenir hasta el final. En la Universidad Rey Juan Carlos hay miles y miles de personas extraordinarias y, por tanto, hay que hablar con respeto de eso. Pero la mejor manera de defenderlo no es ocultar lo sucedido sino llevarlo hasta las últimas consecuencias. Y yo creo que las últimas consecuencias todavía no se han dado. Pero eliminar un título no es tan fácil. La Asamblea no anula títulos. Tendrá que ser un procedimiento organizado desde la propia universidad. Pero yo no descarto que esa sea una buena posibilidad. Y que pueda abrirse un expediente que conduzca exactamente a eso.
Si usted gobierna, ¿qué haría exactamente con este caso concreto de la Universidad?
Lo que haría es impulsar profundamente cualquier movimiento y apoyar la autonomía de la Universidad en la dirección de llevar hasta el final las consecuencias de lo sucedido con todos los extremos que sean. Si es anulación de títulos, que sea; si es expulsión de la Universidad, que sea; si el cierre de centros, que sea. Porque esto es lo que ayuda a la Universidad. No se ayuda a la Universidad de otra manera. Pero eso tiene unos procesos. Desde la política no tenemos que interferir en la autonomía universitaria. Pero desde luego tampoco tenemos que ser indiferentes porque es dinero público. Y nosotros sí podemos influir y sí podemos exigir que ese dinero público se utilice para intereses públicos.
¿Tiene pensado revocar la libre elección de centros que permite a los padres optar por cualquier colegio sin importar su distrito?
Revocar no sería para mí la palabra. La libre elección de centros más bien es, en muchos casos, la libre elección del centro para elegir, no de las familias para elegir. El otro día leí, por ejemplo, que la CEIM tenía entre sus propuestas el impulsar, decía, el derecho constitucional de la libertad de elección de centro. Yo digo que el derecho de elección de centro no es un derecho constitucional, de ninguna manera. La Constitución habla de otra cosa: del derecho a la educación y también de la libertad de enseñanza, que no es lo mismo que la libertad de elección de centro. Lo que primero que tenemos que evaluar es si eso produce alguna segregación porque hay instituciones, por ejemplo, Save The Children, que dice que provoca segregación. Dice que esto, que está hecho en nombre de la libertad, está procurando otros efectos: la aglutinación en algunos centros de personas con especiales dificultades o necesidades que quedan en efectiva segregación, que es la de tener peores condiciones para garantizar su igualdad de oportunidades. Por eso tenemos que evaluar cuáles son los efectos.
Yo no quiero decir que vamos a derogar eso. Pero sí que tenemos que estudiarlo a fondo, porque a mí me parece que está produciendo efectos perniciosos en muchos ámbitos. Pero esto luego lo trasladan a las familias como que les vamos a quitar la libertad. Ni muchísimo menos. Precisamente la libertad es siempre libertad en igualdad de derechos y oportunidades y esto en concreto no es lo que produce.
¿Cuál es la receta para acabar con la segregación entonces?
Es una buena pregunta, sobre todo sabiendo que no hay receta. Lo que sí está claro es que hay que hacer políticas muy integrales para que esto sea posible. Para empezar, hay que apoyar claramente, con recursos, la educación pública de calidad. Hay que apoyarla para que sea universal, inclusiva y plural. Hay que analizar qué ha ocurrido en los últimos años para que se haya incrementado tanto el apoyo a la enseñanza concertada y se haya descuidado la enseñanza pública. Si no hay recursos, no puede haber enseñanza individualizada, más personalizada, no puede haber desdoblamiento de grupos, no puede haber una ratio razonable... y entonces hay más fracaso escolar.
Cuando no hay recursos, y Madrid es la comunidad de España que menos recursos dedica por habitante a la educación, la primera víctima es siempre la educación pública y la primera víctima son siempre las personas que tienen necesidades de escolarización específicas. Hacen falta más recursos para educación.
Lo de las zonas hay que estudiarlo. Es muy formativo estar en un aula con personas que tienen otras condiciones, que tienen otras posibilidades, otras creencias... Es un espacio de convivencia y, ahora mismo, a veces se 'enghettan' algunas aulas en situación de segregación.
En el caso de la educación concertada, ¿tiene previsto mantenerla en el nivel actual?
A la educación concertada primero hay que pedir algunas cosas: que sea gratuita e inclusiva respecto a la diversidad. Esas eran dos de las condiciones por las que se hicieron los conciertos: para garantizar la universalización y socialización de la educación, para que nadie quedara nunca al margen de la educación porque no había colegios suficientes. Pero se ha pervertido todo eso. Se ha pervertido desde el momento en que se ha concedido suelo público para hacer centros concertados. Esto sí que es una cosa insensata, porque era concertar con centros existentes, no concertar con un terreno para que luego se hiciera un centro. Si hay que hacer centros, que se hagan centros públicos.
Respecto a la financiación, no puede ser que la concertada crezca de esa manera. Pero también quiero decir con claridad que nuestra idea no es eliminar la concertada como algunos proponen. Nosotros no lo proponemos.
¿Cuál es su plan para los hospitales privatizados?
A veces se emplea la palabra revertir. De hecho tuvimos un debate en la Asamblea muy interesante sobre eso y se vio lo caro que resultaba revertir. Yo empezaría por hacer una cosa que puede parecer sencilla pero que podría ser muy transformadora: empezar por conocer bien cuáles son los pliegos y hacerlos cumplir. Empezar por cumplir efectivamente los pliegos de contratación que se hicieron con esas concesiones, porque me parece que esto probablemente pondrá más en su lugar el hecho de que no pueda ser entendido esto como un espacio de negocio sin más. Es fácil decir 'vamos a revertir', pero los compromisos adquiridos, la contratación firmada explícitamente, legalmente y económicamente eso es muy grave y muy serio. Nosotros creemos en la sanidad pública y me preocupa que haya en Madrid tantas personas con tarjeta médica privada. Me parece muy sintomático.
Madrid es la comunidad con más alumnos en colegios privados, la que más seguros privados de salud tiene...
Todo esto es síntoma de algunos achaques. Estamos desviando dinero público a instituciones privadas y, además, se está ratificando que el descuido de la sanidad pública comporta este crecimiento de la sanidad privada. Se está produciendo una especie de deriva: si tú no apoyas claramente la educación pública pues acaba llegando a la educación privada mucha gente incluso de progreso. Pero ahora vamos a la raíz del problema: los gastos familiares. En Madrid se gasta muchísimo dinero en sanidad y en educación con dinero de las familias cuando la sanidad y la educación deberían ser públicas, universales y gratuitas. Cuando te pones en los problemas de la vida real de los ciudadanos y no en el debate solo de los pactos, compruebas hasta qué punto estamos en una situación bastante insostenible.
Además del peso que tienen la sanidad y la educación privadas, otra de las anomalías de Madrid respecto al resto de España es su modelo fiscal. Respecto a otras comunidades, Madrid es una suerte de paraíso fiscal para muchos impuestos. ¿Qué haría usted con el impuesto de sucesiones?
Creo que hay cosas que se pueden bonificar, pero invoco a la solidaridad. Yo no sé si es que conozco gente buena o es que hay más gente buena que lo contrario, pero hay muchas personas que están dispuestas a hacer un esfuerzo mayor, personas que tienen muchos medios y tenemos que pedírselo. Ni a las clases medias, bajas, ni trabajadoras se les puede pedir un esfuerzo mayor. Tenemos que pedir un esfuerzo mayor a los que tienen realmente más posibilidades.
¿Tienen ya clara una propuesta concreta sobre el impuesto de sucesiones?
Un poco sí, lo que pasa es que queremos presentarlo globalmente, articuladamente. No es solo un impuesto.
¿Lo presentará durante esta campaña?
Sí. Lo vemos como un modelo de fiscalidad para garantizar la sostenibilidad de unos presupuestos justos y también como un sistema de fiscalidad como incentivo y aliciente para generar puestos de trabajo. Y con esas dos dimensiones, haremos una propuesta integral en estos días, dentro de no mucho, que lo que pretende es equilibrar el asunto pidiendo un esfuerzo mayor a quien más tiene para ayudar a quien más lo necesita. Será una propuesta clara y concreta.
¿Nos puede adelantar algún detalle concreto de ese plan?
He adelantado lo más importante. A mí siempre me parecen más importantes las ideas, a otros les parecen más importantes las medidas.