La Comunidad de Madrid que preside Isabel Díaz Ayuso ha emprendido su enésima batalla contra el Gobierno central y su estrategia contra la COVID-19, esta vez a cuenta de la Semana Santa. Esta festividad ha reabierto el debate en todo el territorio nacional sobre la necesidad de tomar medidas en conjunto para evitar un repunte de los contagios por la posibilidad de desplazamientos masivos. En el imaginario colectivo, las recientes fiestas navideñas, que trajeron una tercera ola tras la relajación de las medidas con consecuencias catastróficas por los centenares de fallecidos que ha dejado. Para evitar que algo así pueda repetirse, la mayoría de comunidades autónomas y el Ministerio de Sanidad pactaban este jueves el cierre perimetral de las regiones, así como medidas de aforo y toque de queda en la comisión de Salud Pública, un acuerdo que tendrá que ser refrendado la próxima semana en el Consejo Interterritorial de Salud. Como ha venido siendo tónica habitual, Madrid votó en contra. La batalla no ha hecho más que empezar.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, salía inmediatamente a quejarse por la decisión del resto de regiones defendiendo que los contagios han descendido. A la dirigente del PP se sumaba este viernes su viceconsejero de Salud Pública y Plan COVID-19, Antonio Zapatero, que se posicionó también en contra de los cierres perimetrales para la Semana Santa. ¿El motivo? Que en las tres ocasiones anteriores en las que esta medida se ha implementado en la región, defendió el viceconsejero, los contagios han aumentado en la autonomía por la movilidad interna. “El resultado no fue favorable, no nos parece una medida que ayude a controlar la pandemia [dentro de Madrid]”, argumentó. “La movilidad de siete millones de personas en una única provincia genera excesivo contacto social”. Madrid es la región con menos restricciones del país y la que tiene medidas más laxas en los comercios y, sobre todo, la hostelería.
Dicho de otro modo, el Gobierno de Madrid admite que si sus habitantes no pueden salir a otras comunidades, con las medidas que ha permitido la coalición presidida por Ayuso, aumenta el riesgo de contagios. ¿Solución? Permitir el turismo de los madrileños hacia otras zonas no solo con menos densidad de población, sino también con medidas más restrictivas.
La presidenta regional insistía en esta cuestión este viernes y añadía que “no se ha demostrado que los cierres perimetrales funcionen”. Las palabras de Ayuso y las de su viceconsejero, que hace tan solo dos días aseguraba en una entrevista en ABC que con más 500 ingresados en las UCI, no estaba “para fiestas”, contrastan con unas declaraciones de hace unos meses del consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero. El máximo responsable de la Sanidad madrileña afirmó entonces que el cierre perimetral de la región había evitado “un millón de desplazamientos” y había “funcionado”. En aquella ocasión, Ayuso se había embarcado en otra guerra contra el Gobierno aprobando únicamente cierres perimetrales durante los puentes de noviembre y diciembre, algo que no se contemplaba en el decreto de estado de alarma que establecía un mínimo de siete días. Ayuso rompía incluso un acuerdo al que había llegado minutos antes con Castilla-La Mancha y Castilla y León. Entonces, el Gobierno de Sánchez decidió no confrontar y permitió el cierre por días.
Presencia creciente de la variante británica
La batalla está ahora en si se deben cerrar o no todas las autonomías durante esa semana festiva. Madrid es hoy la comunidad –solo superada por las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla– que registra la incidencia acumulada más alta del país: 245 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días, frente a los 149 de la media nacional, según los datos del Ministerio de Sanidad de este viernes. Regiones como Extremadura han logrado un descenso radical de los contagios pasando de una tasa de más de 1.400 casos a menos de 50, el índice que marca el riesgo bajo de transmisión. El contraste está también en las medidas que han adoptado unas y otras. Madrid ha sido la autonomía con las restricciones más laxas de todo el país y la única que permite a día de hoy la apertura de bares y restaurantes hasta las 23.00 horas, lo que ha provocado que la región se haya convertido en el destino turístico preferido para ciudadanos europeos que acuden por centenares cada fin de semana a la capital huyendo de las restricciones estrictas implantadas en sus países de origen.
Una de las preocupaciones manifestadas este viernes por el viceconsejero de Salud Pública es la presencia de la variante británica, mucho más contagiosa, en la región. Esta representa ya la mitad de los contagios que se producen en la Comunidad de Madrid y en algunas zonas del territorio su presencia alcanza el 60%. No hay ninguna autonomía con esos datos sobre esta variante en todo el país. Y es algo que también preocupa a la hora de que los ciudadanos se muevan libremente de forma masiva durante las vacaciones.
Ayuso manifestaba este lunes su intención de relajar todavía más y “cuanto antes” las medidas ante la “mejoría” de los datos, a pesar de que el descenso de la curva se ha frenado en la región. El próximo viernes el Gobierno regional revisará incluso el horario del toque de queda y el cierre de la hostelería que ahora está fijado entre las 23.00 y las 6.00 horas. Es una medida que la presidenta madrileña quiere levantar lo antes posible, pero no la única. Ayuso aboga por “seguir conjugando” salud y economía y ve en la Semana Santa una oportunidad para “reactivar” la economía de la región, según ella misma manifestó. De ahí que las intenciones de la jefa del Ejecutivo regional pasen por dejar abierta la Comunidad de Madrid. Vista la unanimidad entre el resto de comunidades y el Ministerio de Sanidad, la dirigente popular pide ya que las decisiones no se tomen “hasta el último momento”.
Otra de las medidas pactadas por el Gobierno y la mayoría de comunidades pasa por implantar un toque de queda generalizado durante esos días a las 22.00 horas. La presidenta madrileña ya se plantea levantar esta restricción denunciando que su estrategia está funcionando en Madrid, a pesar de ser la que mayor tasa de incidencia tiene y donde la curva se ha aplanado con más lentitud. “Cerrar la capital del país a las 23.00 horas ya es un riesgo en sí, porque es un freno importantísimo a la economía. Yo no movería más el toque de queda porque en nuestra comunidad funciona mejor de esta manera”, defendió. Ayuso se ha erigido como la defensora de la hostelería y no está dispuesta a soltar esa bandera.
La negativa de Madrid al cierre perimetral durante las fiestas ha llevado a otras regiones a tomar la iniciativa y la gran mayoría ha decidido apostar por cerrar sus fronteras pese a presentar tasas de contagios mucho menores que Madrid. Los gobiernos autonómicos coinciden en que hay que evitar un repunte de los contagios y no cometer los errores del pasado reciente, como ocurrió en navidad. Medidas preventivas y no paliativas. Un último esfuerzo, consideran también los expertos, antes de que la vacunación masiva permita relajar las restricciones.
El vicepresidente regional, Ignacio Aguado, aseguraba este viernes que Madrid “acatará” las decisiones que se tomen en el Consejo Interterritorial del próximo miércoles si estas son “vinculantes”. Ayuso no ha sido tan clara sobre ello. Tampoco el viceconsejero regional. Ambos han decidido ganar tiempo alegando que aún quedan varias semanas y que llegado el momento decidirán su postura.