Es la penúltima sacudida porque nunca se sabe qué puede venir después en la trepidante política madrileña, una trama de episodios abracadabrantes que se estira ya durante casi dos décadas. Basta repasar el calendario desde 2003: dos tránsfugas que torcieron la voluntad de los votantes entre sospechas de maletines y constructores que pagaron alojamientos y escoltas, dos vicepresidentes encarcelados, una presidenta que venía a regenerar la política y tuvo que dimitir cuando se supo que le regalaron un máster sin ir a clase, un vídeo de esa misma presidenta metiendo cremas en el bolso en un supermercado, un sucesor que se pasa a última hora al partido de enfrente, y la sucesora del sucesor, gestora de las redes sociales de la mascota de Esperanza Aguirre, que ahora se sienta en su despacho de la Puerta del Sol... Ningún otro territorio es capaz de propiciar guiones como la Comunidad de Madrid y esta vez es el más seriéfilo de todos los políticos el que reclama protagonismo en la siguiente temporada. Pablo Iglesias salta de la vicepresidencia segunda del Gobierno a la candidatura de un partido que en algunas encuestas no llega al 5% y amenazaba con quedarse fuera de la Asamblea.
El riesgo a que Unidas Podemos se quedara fuera del Parlamento regional ha llevado al líder de Podemos a dar un inesperado giro de timón con ecos en toda la política nacional: dimite de la vicepresidencia del Gobierno y se pone al frente de la candidatura de Unidas Podemos e IU en Madrid y de paso señala a la sucesora en la coalición: Yolanda Díaz. Iglesias motiva una nueva crisis en el Ejecutivo de coalición para fajarse en un cuerpo a cuerpo con Ayuso. La presidenta madrileña había preparado los comicios como un plebiscito tras desprenderse de Ciudadanos e Iglesias sube la apuesta.
Todos los sondeos publicados han envejecido de golpe. Y puede pasar que el de Iglesias no sea la último golpe de efecto de esta imprevisible campaña. Ciudadanos aún no ha confirmado quién será su candidato y los partidos tienen hasta el 31 de marzo para elaborar sus listas, lo que puede suponer nuevos fichajes inesperados. Este domingo 21 de marzo deben registrarse las coaliciones electorales. Así que los próximos días serán claves para despejar el escenario. Iglesias ha propuesto esta vez una lista unitaria con Más Madrid, que de momento no mueve ficha más allá de asegurar que hablará con el líder de Podemos.
La formación que a nivel nacional lidera Íñigo Errejón confirmaba a Mónica García de candidata desde el mismo miércoles que se conocía el adelanto electoral, y la llamada a la unidad de Iglesias trastoca todos sus planes, reconocen desde la formación. “Nos preocupaba mucho que Podemos se quedara fuera [por no lograr el 5% de los votos necesarios para conseguir representación], ahora parece que eso no va a pasar”, bromeaba un dirigente de peso tras conocerse el paso adelante del líder de Podemos.
“He dado un paso al frente para seguir trabajando por Madrid”, decía la diputada y también anestesista este lunes en una entrevista en La Sexta después de que Iglesias anunciara que será un actor más de la política madrileña. “Hablaremos de todo sin imposiciones y a ser posible, sin mucha testosterona”, respondía la líder de Más Madrid en la región. García e Iglesias quedaban después para hablar, pero esa conversación no ha tenido lugar este lunes. Desde Más Madrid no esconden que les preocupa que el aterrizaje de Iglesias solo contribuya a la polarización, una estrategia contraria a la que pretendía García, y que además sirva para movilizar más el voto de la derecha, si es que no lo está ya con la aparatosa gestión de Díaz Ayuso.
Iglesias se pone al frente de la candidatura en Madrid, ha dicho, para frenar al Gobierno de Ayuso con la extrema derecha. En el Ejecutivo regional que ahora dirige en solitario el PP, la noticia caía como una bomba. La presidenta y candidata de los populares comparecía después en una rueda de prensa ya programada y actualizaba su propaganda: de “socialismo o libertad” a “comunismo o libertad”. “España me debe una”, dijo para celebrar que Iglesias saliese del Consejo de Ministros. Luego atribuyó al todavía presidente un sinfín de calamidades.
“Iglesias es una persona independentista, afín al entorno de ETA, cree en la expropiación, la ocupación, la intervención de la empresa, en el fomento de huelgas, o en quemar las calles de Madrid”, soltaba todo tipo de improperios sobre su nuevo rival en Madrid. Preguntada por si le preocupa, que la llegada de Iglesias pueda beneficiar a la extrema derecha, Ayuso continuaba: “Me preocupa el caos, la revolución, quemar las calles y que los poderes públicos lo instiguen. Me preocupan aquellos que atacan a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, polarizan y agreden. Eso es lo que me preocupa, no Vox”. No los podremos ver, sin embargo, enfrentados en muchos debates electorales porque la presidenta regional ya ha avisado que irá “a los justos y necesarios” escudándose en que sigue teniendo la responsabilidad de gobernar.
En el PP consideran que la llegada de Iglesias a la campaña madrileña servirá para aglutinar el voto en torno al PP. “Somos el dique de contención a las políticas de Venezuela que ellos representan”, asegura una dirigente de los populares, como si en estos últimos dos años España se hubiera convertido en ese régimen totalitario que acostumbra a dibujar un sector de la prensa madrileña. Los populares también dan por hecho que habrá una mayor movilización del electorado y reconocen que este año se volcarán en una campaña para fomentar el voto por correo ante la posibilidad de que el miedo a la pandemia deje en casa a parte de su electorado de más edad.
Vox también cree que la presencia del líder de Podemos le puede beneficiar. “¡Ahora sí que me voy a divertir... y mucho! Lo que más le puede doler a estos comunistas es el voto a Vox”, reclamaba la portavoz de la extrema derecha, Rocío Monasterio.
A Ciudadanos el anuncio le ha pillado en plena catarsis, entre dimisiones y desbandada de cargos hacia el PP. El diputado valenciano Toni Cantó abandona la formación pese a los intentos de la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, de impedirlo incluyéndolo en el núcleo duro de su equipo. Cantó saltaba este lunes del barco en pleno naufragio con un portazo y reclamando la fusión con el PP. “La Comunidad de Madrid no puede perderla el centro derecha, es el eje de la libertad y la prosperidad económica, primero hay que mantener la CAM y luego ganar la Moncloa”, defendió. De paso aprovechó para zurrar al que todavía es el líder de su partido en Madrid, desde la pasada semana ya sin coche oficial, Ignacio Aguado.
Porque Ciudadanos ni siquiera tiene claro el cabeza de cartel para los comicios del 4 de mayo. La formación está rozando el límite que le dejaría sin representación parlamentaria y en el partido ya dan por amortizado a Aguado. Este lunes Arrimadas, sin embargo, lo incluía en la dirección permanente, al igual que a Begoña Villacís o al vicepresidente andaluz, Juan Marín. En la formación están en la búsqueda de un nuevo perfil que logre frenar la sangría de votos. No creen que Aguado sea la persona indicada, aunque de momento aún no hay nada decidido.
Puertas adentro, y al margen de la fanfarria que acompaña siempre a Ayuso, en el PP no esconden su preocupación sobre qué le puede pasar a su hasta hace una semana socio de Gobierno y sobre el que han lanzado una opa nada amistosa. Son conscientes de que el hecho de que no entren en el parlamento puede inclinar la balanza del lado de la izquierda. “Eso lo tendremos que trabajar”, aseguraba este lunes una dirigente de los populares que va a estar muy encima de la campaña.
En el PSOE la noticia también ha sido toda una sorpresa. El propio Pedro Sánchez se enteró de ella minutos antes de que Iglesias lo anunciara. Reaccionó deseando a su hasta ahora vicepresidente “toda la suerte en su nueva andadura política”, eso sí, “menos que a Ángel Gabilondo”, dijo durante su comparecencia desde Francia. Con todo, una de las mayores preocupaciones del PSOE era la abstención y ahora creen que el aterrizaje de Iglesias puede ayudar a que menos gente de la izquierda se quede en casa ese 4 de mayo laborable.
“La división siempre perjudica a la izquierda. Si la decisión de Pablo Iglesias va a hacer posible que haya una mayor unidad en la izquierda, pues bienvenido sea”, decía el secretario general de los socialistas en Madrid, José Manuel Franco. “No me gusta la política espectáculo”, lamentaba Mónica García este lunes. Falta mes y medio para las elecciones, demasiado tiempo para que no haya nuevos giros de guión en la disparatada vida pública madrileña.