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Los bares de Ayuso

Terrazas en Madrid durante Semana Santa

Víctor Honorato

9 de abril de 2021 22:10 h

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En la calle de moda, en el barrio financiero o en el polígono industrial. De derechas, de izquierdas o, comúnmente, “apolíticos”. Los hosteleros de Madrid apoyan a Isabel Díaz Ayuso y su decisión de mantener abiertos bares y restaurantes contra viento, marea y olas de COVID–19. Da igual la ausencia de ayudas directas, o que las que se prometían hayan quedado suspendidas en tanto no se resuelva quién gobernará la Comunidad de Madrid durante los próximos dos años. Solo unos pocos irredentos alertan de que en el actual contexto de crisis sanitaria quizás cabrían mayores restricciones a cambio de ayudas públicas.

Conocido el caso de la calle Ponzano, centro neurálgico del ocio en Chamberí, con su sucesión de bares y terrazas y, últimamente, carteles de apoyo a la presidenta y candidata del PP en las elecciones regionales, cabía comprobar si el aplauso cerrado es igual en zonas hosteleras con otras peculiaridades. Por ejemplo, en el área financiera de Azca, donde la pandemia se ha traducido en un aumento del teletrabajo y un descenso de la clientela. En una muestra no científica se aprecia que Ayuso pesca en varios caladeros, como el de la ultraderecha. Véase el caso de Eva García, que lleva el bar Zeus en Azca, esquina Torre Europa, con las obras del Santiago Bernabéu de fondo. “Si no fuese por Ayuso votaría a Vox”, asegura García, para quien ha sido “superimportante” que la presidenta de la Comunidad de Madrid haya sido tan tolerante con los negocios de restauración. “He acabado de pagar la casa y el coche; si no, me tendría que haber ido del piso”, explica, aunque reconoce que no puede votar porque está empadronada en Castilla–La Mancha.

La comparación con otras comunidades autónomas está en mente de muchos. En las dos Castillas (una gobernada por el PP y otra por el PSOE, donde los cierres también tienen que ver con los vínculos comerciales con el Madrid ‘libre’), o en Cataluña, como apunta Fátima, que regenta la taberna Picasso y tiene familiares allá que se dedican al sector y “están hundidos” porque los locales se cierren a las 17h. “No siempre voy a votar”, dice Fátima, dueña de un negocio familiar, abuela de una nieta que sale de la cocina sonriente. Esta vez lo tiene claro: “Estamos contentos y la apoyaremos”. A unos metros de allí, Alberto, gerente del Envetro, lo tiene aún más claro: “Vamos a votar a Ayuso a muerte”. Dice que tiene otro establecimiento en Galicia y que el de Madrid permite cubrir las pérdidas que está generando aquel. El presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, compañero de partido de Ayuso, ha sido uno de los más estrictos con los cierres hosteleros en los últimos meses.

También en el único bar de copas de los bajos de Azca que está abierto un lunes (las discotecas reconvertidas en restaurantes, al menos formalmente, abren los fines de semana), son favorables a la manga ancha de Ayuso. “Es mejor trabajar que recibir ayudas”, dice José, el dueño, que se confiesa fastidiado por tener que apoyar a la presidenta popular. “Nunca he votado al PP y soy consciente de que actúa por el momento electoral, pero es la única que me deja trabajar. Así de dura es la situación”, cuenta el hombre, que se declara más próximo ideológicamente a Más Madrid.

La Asociación de Hosteleros de Malasaña no se pronuncia políticamente por ninguna opción y su sentir general es que el sector está siendo utilizado políticamente en este clima de crispación, informa Somos Malasaña. También lamentan que desde el inicio de la desescalada se haya puesto el foco en el ocio nocturno –la mayoría de sus miembros pertenecen a este sector– pese a la ausencia de incidentes registrados en el barrio.

En el polígono industrial de Villa de Vallecas, los bares y restaurantes que sirven desayunos siguen al ralentí. El teletrabajo supone menos clientela, lo que se traduce en ERTES para los camareros. Cunde aquí un desencanto con la política más acusado que en el norte, según se destila de las charlas con los dueños de los locales. “Vote a quien vote, [los políticos] hacen lo que quieren”, dice José Albarrán, camarero de La Tata, que lleva en esto desde que abrió el polígono. No sabe si votará, cree que tendrían que haber “entrado ayudas” y opina que “gracias a Ayuso” el bar sigue abierto. Muy cerca, más grande y con más clientes está La Fragua. “No entro en el tema político, no entiendo”, dice el dueño, José Antonio Iglesias, que sí celebra “la buena mano” que entiende que les ha echado Ayuso a los hosteleros. A él le ayudó que le bajasen el alquiler un 20%. ¿Y si hubiese ayudas directas, preferiría cerrar? “Si fuesen como en Alemania, que cubren el 75%...”, plantea. “Votando a Ayuso tenemos segura la apertura. Es tan egoísta como eso”, admite Heleni de la Llave, dueña de La cocina de Sofía, unos metros más adelante, que opina, no obstante, que la situación es igualmente “catastrófica” y que “no se está trabajando para ganar dinero”.

La resistencia sanitaria

En las opiniones de los hosteleros partidarios de Ayuso está extendida la idea de que en los bares no hay muchos contagios, por mucho que la tasa de incidencia en Madrid sea superior a la de otras comunidades autónomas. “Nadie ha cogido el virus en el restaurante. Y yo llevo tres PCR y nada”, despeja Fátima, del Picasso de Azca.

Hay quien no lo tiene tan claro, sin embargo. El lunes circularon ampliamente por Twitter los carteles que colgaron Belén y Daniel, dueños del bar La Lata, en La Latina, en el cristal del establecimiento. Pedían disculpas: “Si en algo nos equivocamos, la culpa es de Ayuso”. Y denunciaban la negativa de la Comunidad de Madrid a proveer ayudas directas y el “capricho” de la convocatoria electoral, que retrasará el reparto de las que se venían anunciando. “Estamos encantados de trabajar, pero si eso significa una nueva ola, sería un desastre”, advierte Daniel, que razona: “Mejor cerrar ahora y estabilizar los números que este tira y afloja de quedarse a medias. Con un cierre total [los negocios] caerían como moscas”. Recuerda que el cierre o la apertura es una cuestión “sanitaria”, por mucho que a ellos también les afecte. “Sobrevivimos endeudándonos, el futuro es incierto para nosotros también”, afirma.

De la tónica general también se sale Paco, encargado desde hace cinco años del bar Astro Zombie, ya más cerca de Puerta de Toledo. “Me encantaría poder abrir todos los días hasta las 4 de la mañana, pero ha reventado el mundo”, protesta. “Esto es salud, no política social o económica”, señala. Él preferiría que se hiciese un baremo de la incidencia y, de tener que haber cierres, que se compensase a los negocios con reducciones de impuestos o ayudas a la cotización o el alquiler. Opina que la defensa a ultranza de la apertura hostelera responde a que Madrid se ha convertido en “el chiringuito de Europa”, pero opone que “es una quimera que [Ayuso] sea la abanderada [de la hostelería] cuando no ha dado ni un duro”. “Hay muchísimo pequeño–burgués en la hostelería y hay una derecha que ha aflorado”, apunta. Ahora desea que tras el 4 de mayo gobierne “cualquiera, de Gabilondo para la izquierda” y cierra: “Estoy harto de que Madrid sea el bar de Europa. Es mi ciudad y la veo convertida en un puterío”.

Ayuso está dispuesta a seguir haciendo campaña en este sector y este viernes se trasladaba a Getafe, un municipio del sur de Madrid en el que gobierna el PSOE, para seguir alardeando de su apuesta por la hostelería.

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