1989. Felipe González es reelegido presidente del Gobierno por tercera vez. En Alemania, cae el muro de Berlín... “Y mientras ocurre todo esto, en un pequeño barrio que queda al lado de la Gran Vía, y que hasta entonces pasaba desapercibido, se estaba gestando uno de los cambios más bonitos de la historia de esta ciudad”. Con efemérides de finales de los 80, arranca el documental Chueca, el orgullo de construir un barrio. Una mirada a ras de suelo a los cambios sociales, políticos y culturales que experimentó el barrio entre 1989 y los primeros años de los 2000.
Esa distrito de la capital que este fin de semana bulle al son del Orgullo a espaldas de la Gran Vía es parte de aquel Madrid que creció tras las murallas árabes durante el siglo XVII, de la vieja ciudad que creció con la expansión del Madrid de los Austrias. El esplendor del barrio se perdió durante el franquismo y los años posteriores a la muerte del dictador, cuando se convirtió en una de las zonas más degradadas de la ciudad, a pesar de su privilegiada situación.
La Chueca de hace tres décadas, el kilómetro cero de la prostitución callejera, de la mendicidad, de los yonkis y las peleas entre punks, rockers, skins y mods, es contada en primera persona por testigos de todo aquello . “Chueca era un barrio absolutamente degradado donde daba miedo pasear por sus calles, y como daba miedo pasear por sus calles, la gente de bien no venían, entonces solo venían la gente de mal, entre ellos la gente de mal vivir como eran los homosexuales”, recuerda Miguel Ángel Sánchez, presidente de la Fundación Triángulo. “Estábamos aquí porque era donde nos dejaban, no porque fuera un barrio positivo y abierto, era un barrio muy degradado y como todo barrio degradado, dejaban entrar a los marginados, porque éramos unos marginados más”, añade.
La otra razón por la que la comunidad gay y lesbiana empezó a poblarlo era una de las consecuencia de esa degradación: los bajos precios de los alquileres. “Lo importante de casi todos los barrios que han sido gentrificados de una forma tan conocida es que en un momento dado estaban tan descapitalizados, con tanta desinversión que se pusieron muy asequibles para colectivos que tenían complicado llegar a otros lados”, explica Elpidio Rodríguez, antropólogo. “Chueca y Lavapiés en los 80 eran lugares muy asequibles del alquiler comercial y residencial y por eso las personas marginadas empezaron a poblarlo”, recuerda.
Hoy es uno de los barrios más exclusivos y caros de Madrid, referencia internacional y conocido por una fiesta, el Orgullo, que es de facto el principal festejo de la ciudad: el que más turistas mueve y más dinero deja en los comercios de la ciudad. Es también uno de los barrios más cosmopolitas y famosos del mundo. El equivalente madrileño al Soho de Nueva York, y símbolo de un movimiento, el LGTBI, que hizo ciudad recuperando Chueca para Madrid.
Una de las claves del comienzo de la transformación se produjo con la apertura de locales comerciales y de ocio de clara seña LGTB. Un ejemplo es la librería Berkana. Los propietarios de comercios que ya existían acogieron a la comunidad gay y entendieron que era bueno para que Chueca prosperara. “Lo que es el barrio se lo debemos a ellos”, asegura Octavio Fernández, presidente del mercado de San Antón.
“Este barrio ha sido un ejemplo de convivencia desde el primer momento que yo puse el banco con la bandera gay”, recuerda la dueña de Berkana Mili Hernández. “Venía de haber vivido en Nueva York seis años, y otros seis anteriores en Londres y llegué a Madrid pensando que abrir una librería LGTB era lo más normal del mundo”, señala. “Fruto de esa inconsciencia comprobé que no había libros ni clientes”.
El COGAM, el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid, como no podía ser de otra manera, surge en Chueca, después de que se organizase en el barrio una charla sobre temática LGTB por parte de personas del movimiento desde Barcelona. Al terminar la jornada, un grupo de asistentes decidieron montar esta asociación activista por los derechos LGTB. También en 1990 se crea CRECUL, el Comité Reivindicativo y Cultural de Lesbianas, que surge desde el movimiento feminista a raíz de la apertura de un local de ambiente para lesbianas, como recuerda su presidenta Elena de León.
El documental 'Chueca, el orgullo de construir un barrio', que se proyecta estos días en una pantalla grande en el mercado de San Antón y que puede ver gratuitamente cualquier persona que lo desee, recoge los testimonios de los responsables de la transformación del barrio, un movimiento en favor de la visibilización LGTB que ha originado a su vez la modernización y los grandes cambios de esta minoría perseguida en el país. Pero no están todos los protagonistas. Uno de los grandes ausentes, y que los que narran la historia del barrio no han querido olvidar, es Pedro Zerolo, abogado de profesión que entró en política por el PSOE precisamente para eso: transformar la realidad del colectivo LGTB en el país. Zerolo murió hace dos años víctima de un cáncer pero queda una plaza bautizada con su nombre que en su día honró a un general franquista. Y sobre todo, su memoria.
“A Pedro Zerolo no puedo dejar de nombrarlo. Porque Pedro Zerolo cuando organicé mis dos primeros Orgullos, era el presidente de la Federación de Gays, Lesbianas y transexuales de toda España”, recuerda Alberto Uriarte, dueño de la discoteca Eagle. “Él consiguió, y no fue fácil, juntar a todos esos para un proyecto común que se plasmaría en Chueca”, explica.
El COGAM, el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid también surge en Chueca, a raíz después de una charla sobre temática LGTB por parte de representantes del movimiento en Barcelona. Al terminar la jornada, un grupo de asistentes decidieron montar la asociación en Madrid. También en 1990 se crea CRECUL, el Comité Reivindicativo y Cultural de Lesbianas, que surge desde el movimiento feminista a raíz de la apertura de un local de ambiente para lesbianas, como recuerda su presidenta Elena de León.
El Orgullo de Chueca, el festival que ha dado fama internacional al barrio, se ha convertido en el principal festejo gay de todo el mundo. Cada año, en sus calles, cientos de miles de personas de todo el planeta celebran allí la libertad de una ciudad que tiene en Chueca una de sus marcas más internacionales.
El gueto marginal de los 80 es ahora un barrio joven, cosmopolita, inclusivo -siempre que alguien pueda pagar el prohibitivo precio de la vivienda, sea compra o alquiler- que no mira la orientación sexual de cada cual y que cada año atrae a más turistas. Para este 2018 se esperan más de tres millones de personas, los mismos visitantes que hace un año cuando Madrid fue capital Mundial del Orgullo.