Los cribados masivos con antígenos de Madrid: un “dispendio de recursos” que apenas encuentra contagios mientras renuncia al rastreo de sospechosos
La Comunidad de Madrid ha disminuido significativamente el número de pruebas diagnósticas que realiza a la población. Desde que cambiara el 28 de septiembre el protocolo y dejase de hacer test a los contactos estrechos de casos positivos, el Gobierno regional que preside Isabel Díaz Ayuso hace miles de pruebas menos cada semana. Por contra, la Consejería de Sanidad está haciendo los prometidos cribados masivos en los barrios con mayor incidencia de coronavirus, pero apenas está encontrando positivos: desde el 29 de septiembre hasta este martes, había realizado 57.761 test de antígenos –aunque había hablado de un millón y ha enviado 213.000 SMS de convocatoria–. De todos, solo ha logrado encontrar 237 positivos, un 0,47%, según los datos facilitados por la Consejería de Sanidad a elDiario.es.
“Vamos a invertir en hacer más pruebas diagnósticas”, decía este martes el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, como una de las medidas en la que se va a centrar su estrategia contra la Covid-19. Los datos, sin embargo, le desmienten. Cada semana que pasa, el Gobierno regional realiza menos test. La semana pasada se hicieron 120.430 pruebas, frente a las 138.000 que se habían hecho la anterior, lo que suponen 17.964 test menos. Respecto a las tres semanas previas, cuando se realizaron 178.642, el descenso es de 61.262 pruebas menos. El Gobierno, además, hace ya más test de antígenos que PCR, que desde el jueves pasado el Ministerio de Sanidad cuenta en sus estadísticas oficiales diarias. En la última semana, 58.198 PCR frente a los 62.232 de antígenos.
La estrategia es justo la contraria a la recomendada para frenar al virus: en vez de hacer un rastreo exhaustivo y pruebas a los contactos estrechos y alrededor de los contagiados, donde más posibilidades hay de encontrar positivos, Madrid invierte recursos en cribados poblaciones que apenas identifican casos. Los hace, además, con test de antígenos, que no están indicados para este fin y pueden tener más probabilidad de que se escapen positivos que no son detectados porque no se sabe cómo funcionan en asintomáticos. La región presidida por Isabel Díaz-Ayuso está reduciendo el número de contagios en las últimas semanas, pero aún tiene incidencias altas y ha pedido al Gobierno un toque de queda como medida para contener la expansión del virus una vez finalice el estado de alarma.
Los expertos consultados por elDiario.es coinciden en la importancia de que las estrategias diagnósticas estén bien dirigidas y planificadas y reiteran que no se trata solo de hacer pruebas, sino que el dónde y el cómo se hacen es clave. La estrategia de testar masivamente no solo ocurre en Madrid, otras comunidades lo han llevado a cabo, pero en la región confluyen una serie de factores que la han colocado en el foco. Los datos de escasos positivos encontrados en los cribados “ponen de manifiesto que es un desperdicio de recursos que da una sensación de falsa seguridad”, estima Daniel López-Acuña, que fue director de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS. Eso, junto a la decisión casi simultánea de dejar de hacer pruebas a los contactos estrechos de cada positivo “es el mundo al revés”, defiende el experto.
El efecto en la positividad
Pero, además, uno de los efectos colaterales de estos cribados es que pueden alterar la tasa de positividad, uno de los indicadores que se utilizan para tomar medidas junto a la incidencia acumulada y la ocupación hospitalaria. La estrategia diagnóstica que lleve a cabo un territorio influye mucho en este parámetro, tal y como deslizó Fernando Simón hace unas semanas, cuando alertó de que no se debe bajar la positividad de “forma artificial” con un cambio en la manera de hacer pruebas.
Este “efecto estadístico” lo explica Fernando García, miembro de la asociación madrileña de Salud Pública: “Estos cribados detectan pocos casos, y como el número de resultados positivos sería pequeño, apenas sumaría al numerador de la positividad, mientras que el número de pruebas efectuadas, el denominador, aumentaría”. La tasa de positividad es el porcentaje que ha salido positivo del total de pruebas realizadas (que ahora incluyen antígenos y PCR) en un periodo de tiempo y mide si hay un esfuerzo diagnóstico acorde al aumento de la transmisión. Para Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública, el indicador es una medida “grosera” que “depende mucho del uso que hagas de los test”, por lo que aboga por que el dato, que se tiene en cuenta junto a la incidencia acumulada y la ocupación hospitalaria para tomar medidas “siempre vaya acompañado de qué parte viene de cribados masivos” con el objetivo de que sea “mejor interpretado” y evitar al máximo la distorsión.
Según los últimos datos de Sanidad, desde que comenzaran a incluirse los antígenos en la estadística oficial, la positividad de Madrid ha descendido considerablemente: ha pasado del 17,7% del pasado 14 de octubre, sin antígenos, al 14,4% de este jueves. No obstante, ya estaba bajando antes, aunque a menos ritmo: en la última semana de septiembre, este indicador se situaba en el 19,2%. Con todo, los especialistas coinciden en que no es un dato fácil de interpretar porque la disminución de pruebas también puede alterarlo y proponen una evaluación conjunta de la situación.
Los cribados: un instrumento adicional cuando el resto “está bien hecho”
Con todo, los especialistas manifiestan bastantes dudas sobre la utilidad real de este tipo de cribados que anuncian de vez en cuando las comunidades y defienden que, de hacerse, debe ser “de forma muy pensada y seleccionada” y en lugares muy concretos como residencias, escuelas en las que ha habido brotes o barrios con una elevada prevalencia. Pero lo que sí desaconsejan tajantemente es invertir recursos en ello mientras se detraen de otras actividades “donde será más probable encontrar positivos y cortar las cadenas de transmisión”, como son los contactos estrechos. El incremento de pruebas aleatorio, dicen, no tiene lógica epidemiológica, sino que “deben estar bien dirigidas, hay que ir buscando, hacer rastreo y hacer cribados alrededor de cada caso”, cree Julián Domínguez, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH).
“El gran problema es que no hemos entendido la utilidad de los cribados. Son útiles cuando hay una población concreta de alto riego de contagio y quieres identificar asintomáticos que no captas con el diagnostico precoz o la investigación de brotes. Pero no sirven de nada si se te van a escapar por otro lado”, añade López-Acuña. Se suma a la reflexión Ildefonso Hernández, que explica que las decisiones de política sanitaria deberían venir dadas “por la relación entre la inversión y el retorno que obtienes. Los cribados masivos son muy populares, pero dependen del rendimiento que vayas a obtener”. Es decir, señala el experto, “sería más lógico” intentar encontrar positivos dónde más posibilidades hay de encontrarlos, al rededor de los contagiados, que de forma aleatoria. Aún así, cabe recordar que las personas que han estado en contacto con un positivo deben guardar cuarentena durante diez días aunque no se les haga una prueba.
El también catedrático de Salud Pública y ex Director General de Salud Pública del Gobierno considera, además, que pueden ser una opción “siempre que todo lo demás esté hecho”. En este sentido, Hernández apela a la necesidad de que Madrid refuerce el sistema de rastreo y los centros de salud, precisamente el primer dique de contención del virus y dos de las promesas incumplidas de Isabel Díaz-Ayuso que han contribuido a una escalada de casos sin freno desde el verano. “Si tu no tienes estos pilares básicos de actuación coordinados, sólidos y funcionan bien, es inútil. Rastreo, Atención Primaria, un tiempo de diagnóstico reducido, un buen dato de trazabilidad...Todo eso va antes. Porque si tienes las cadenas de transmisión descontroladas, no lo vas a solucionar con cribados masivos”, añade.
Test de antígenos no recomendados
Pero, además, Madrid está haciéndolos con test de antígenos, un tipo de prueba autorizada por el Ministerio de Sanidad el pasado 25 de septiembre. Sin embargo, son recomendados preferiblemente para casos con síntomas o estudios de brotes en ámbitos estratégicos como residencias. Es decir, funcionan mejor donde más posibilidades hay de encontrar positivos. Sin embargo, este tipo de cribados se realizan con personas asintomáticas, tal y como indica la propia Comunidad de Madrid en uno de los SMS a los que ha accedido este diario enviados por la región a los vecinos de Vallecas para que acudieran a realizarse uno de estos test tras el fracaso de la convocatoria individual. En ese mensaje, la Consejería de Sanidad hace un llamamiento a aquellos que no hayan pasado la Covid-19 y “no tienen síntomas”. Sin embargo, sobre este colectivo no hay todavía evidencia de cómo funcionan.
En este sentido, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Mircrobiología Clínica (SEIMC) emitió recientemente un posicionamiento en el que desaconsejaba su uso para cribados masivos. Su portavoz, María Tomás, explica que “los estudios que hay hasta el momento son en individuos sintomáticos con menos de cinco días de evolución porque presentan elevada carga viral. No sabemos cómo actúan en asintomáticos o presintomáticos, que es la gente que va a ir a los cribados, por lo que puede ser que no detecten un elevado número de positivos que se escapan. Es un peligro porque contribuye a una falsa sensación de seguridad”.
Pero además, también puede haber falsos positivos, explica la asociación madrileña de Salud Pública, para la que, según explica en un comunicado, se trata de “un dispendio económico” que “puede resultar contraproducente” en zonas con bajas prevalencias de infección. Como ejemplo, en Puente de Vallecas, donde aunque sea una de las zonas con más alta incidencia, la prevalencia hace unas semanas era del 1% –ahora incluso ha disminuido– habría un alto número de falsos positivos “que tendrán que hacer cuarentena de forma innecesaria”. Según sus cálculos, con una especificidad del 99% que dice Sanidad que tienen este tipo de test, para una prevalencia del 1%, habría un total de un 25% de falsos positivos.
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