Uno de cada tres hogares madrileños empobreció en 2020

La emergencia social derivada del coronavirus sigue asolando la ciudad de Madrid. Un estudio elaborado por el Ayuntamiento revela que uno de cada tres hogares empobrecieron en 2020 (un 37%) y constata una situación grave para un 6% de las familias encuestadas, que a finales de año declararon haber perdido más del 50% de sus ingresos. En abril, cuando se hizo la primera ola de encuestas, este porcentaje alcanzaba un 9%. “Son datos desoladores, estamos en emergencia social y estoy convencida de que los próximos datos serán peores”, ha advertido la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, en una una rueda de prensa junto del delegado del área de Familias, Igualdad y Bienestar Social, Pepe Aniorte. La expectativa, plasma el informe, es que las cosas vayan peor: uno de cada dos hogares piensa que su situación económica puede resentirse en el futuro más próximo. Solo el 50% está convencido de su estabilidad y el 20% cree que podría necesitar ayudas en el medio plazo.

El informe se ha elaborado sobre una muestra pequeña de 1.600 familias que viven en la capital y trata de medir la evolución de su situación económica y laboral desde el confinamiento más estricto hasta el mes de octubre, cuando se han tomado los últimos datos. Pero el estudio también muestra cómo está impactando en la salud mental de los madrileños esta crisis y la severidad con la que afecta a la conciliación el hecho de que los menores dejen de acudir presencialmente al colegio.

Las condiciones laborales de los madrileños, como ocurrió en toda España, cambiaron severamente con el confinamiento. El 82,1% de los encuestados aseguraba que la pandemia las había transformado de alguna manera en abril. En octubre, para un 42% de los hogares persistía esta situación. Entre los citados “cambios” se incluye el teletrabajo (seis de cada diez remitían esta modificación) o los ERTES. Estos expedientes temporales afectaron a un 21% de los hogares encuestados durante el encierro pero persistía en el 12,5% en octubre.

Los despidos van a peor y se ceban con las mujeres jóvenes

Los despidos han seguido una tendencia inversa. Han minando más la estabilidad de las familias a medida que ha ido transcurriendo el año –durante el confinamiento solo había afectado a un 5,6% de los que relataban cambios, la cifra llega al 13,5% a finales de 2020– y han tenido una incidencia especial en los jóvenes. El 17,8% de los menores de 35 que admitieron que habían tenido cambios en el trabajo fue despedido, frente al 11,6% de los mayores de esta edad. Si hablamos de mujeres, el porcentaje de jóvenes despedidas aumenta hasta el 22,8%, releva el informe.

El resultado directo de estas circunstancias es la pérdida de ingresos. El estudio señala que, pasado el confinamiento y los meses más duros de la pandemia, la situación ha empeorado para una parte de la población: aumenta del 10 al 13% el porcentaje de hogares cuyos ingresos se han reducido hasta un 20%. Una de cada cinco parejas con hijos encuestadas están en esta situación. La proporción de familias que han visto mermada su capacidad económica entre un 20 y un 50% no ha mejorado. Se mantiene en un 14,7%.

Solo se han reducido, y poco, los hogares en una situación más extrema, aquellos a los que la crisis se ha arrebatado más de la mitad de sus ingresos: si el 9% de los encuestados declaraba estar así en abril, en octubre la cifra se quedaba en el 6%. Dentro de este porcentaje hay una de cada diez familias de madres (mayoritariamente) que viven solas con sus hijos. En este tipo de núcleos, esta situación se replica en el 10% de los casos. El Ayuntamiento ha constatado también que hay un 6% de los hogares (que podrían corresponder con estos cuya pérdida de ingresos es tan alta) que “podría haber tenido problemas para pagar el alquiler, la hipoteca, la comunidad o los recibos”.

El fin del confinamiento no mejora la salud mental

El confinamiento multiplicó por tres el riesgo de padecer algún tipo de problema de salud mental: si antes de la pandemia el porcentaje de la población en la diana era del 18,3%, en abril llegó al 57,6%, según el estudio. El fin del encierro decretado por el Gobierno, sin embargo, no ha mejorado el estado anímico de los madrileños. Casi un 50% consideraba en octubre que su bienestar mental estaba comprometido. El Ayuntamiento alerta especialmente del cambio de población afectada por este deterioro: las personas por debajo de 44 años son el segmento que más ha sufrido, con los jóvenes con menos de 30 años a la cabeza. Siete de cada diez vio su salud mental afectada en abril y más de cinco seguían así en octubre. Antes de la pandemia, el porcentaje no llegaba al 14%. Investigaciones previas, como esta realizada por la Universidad Autónoma de Madrid y Comisiones Obreras, corroboran este fenómeno.

Las dificultades de conciliación está quebrando también seriamente los hogares. El 40% de las familias con menores de 12 años a cargo necesitan “ayuda externa” si sus hijos dejan de ir presencialmente al colegio de manera temporal por una cuarentena en clase, por ejemplo. De ellas, solo el 46,1% cuenta con apoyo familiar. La situación del 53,9% restante se complica mucho más. Tanto como para que uno de cada tres de estos hogares pueda plantearse la decisión de reducir la jornada de alguno de los progenitores (34%). El caso más extremo son las personas que incluso piensan dejar de trabajar para atender a sus hijos si no pueden asistir al colegio. Esta posibilidad se ha planteado en 20% de los hogares, un elevado porcentaje que evidencia, según Villacís, que existe una “crisis de conciliación”. “Posiblemente esto se traduzca en un recrudecimiento de la brecha de género porque suelen ser las mujeres quienes lo asumen”, ha señalado.

“Expansión descomunal” de nuevos vulnerables

El colapso económico de muchas familias en poco tiempo ha desbordado los servicios sociales municipales. “Se ha producido una expansión descomunal” de “nuevos vulnerables”, según el diagnóstico que hace el director general de Innovación y Estrategia Social del Consistorio, Héctor Cebolla. El 28% de las personas que recibieron algún tipo de ayuda en 2020 nunca habían sido atendidos por los servicios sociales. Cerca de finalizar el año, en el último muestreo del estudio, un 4,8% de los encuestados admitía haber necesitado algún tipo de prestación, más allá de la ordinaria por desempleo. La expectativa a medio plazo no es buena tampoco: un 20% de los hogares que han participado en el estudio tenía en octubre una situación económica tan comprometida que no descartaba tener que recurrir a ayudas públicas en los próximos meses.

El perfil de demandante también se ha ensanchado, como ya advirtió el área hace unos meses: antes de marzo de 2020, el grueso de solicitantes eran mayores de 65 años mientras el contacto más frecuente desde entonces, cuando estalló la pandemia, ha sido con “hogares con menores a cargo, muchos de ellos monoparentales”.

Durante el último año, las redes vecinales autoorganizadas para atender la emergencia inaplazable de muchas familias de los barrios, que no tenían para comer, han seguido funcionando y reclamando al Ayuntamiento más recursos porque, según su relato, no alcanzan a todas las personas que necesitan ayudas y ellos siguen “sustituyendo” ese papel institucional.

Pese a las imágenes de las colas del hambre, el Consistorio siempre ha defendido que “todas las personas que llaman son atendidas” y estima que los barrios más tocados por la crisis son Carabanchel, Usera o Puente de Vallecas, aunque también despuntan nuevos distritos que hasta ahora no estaban identificados como potencialmente tan vulnerables, como Tetuán o San Blas. La vicealcaldesa llegó a asegurar que la “mayoría” de los vecinos que acudían a las despensas solidarias ya recibía ayudas municipales.

El Ayuntamiento está ultimando una reestructuración del área de Familias, Igualdad y Bienestar Social para trasladar más personal a labores relacionadas con la atención social ante la grave crisis que sufre la ciudad. Esta reordenación, sin embargo, se va a hacer a costa de recortar la plantilla que trabaja en cuestiones de Igualdad. Las dos direcciones involucradas en Violencia de Género e Igualdad se quedan en una sola, como adelantó elDiario.es. El personal de la dirección general eliminada se repartirá entre la que permanece y el departamento dedicado a la emergencia social.

La vicealcaldesa, Begoña Villacís, defiende que el Consistorio está trabajando en estrategias para dar respuesta a las necesidades y ha puesto como ejemplo la beca infantil –con un gran retraso en la primera convocatoria y cambios previstos para llegar a más gente en la segunda–, un refuerzo del servicio apoyo a las familias con menores –incluyendo visitas a domicilio– y más recursos para el programa “cuidar al cuidador”.