Son las 13:30 horas del domingo y Francisco Javier Cuevas, técnico de Radiodiagnóstico, aguarda la llegada del metro en la estación Colonia Jardín. Llegó a trabajar al Hospital Puerta de Hierro el viernes por la noche y ha tenido que quedarse hasta entonces: no había posibilidad de que llegara el relevo ni de que él se fuera en el coche en el que tardó más de una hora en llegar desde el centro de Madrid porque la nevada ya empezaba a colapsar las carreteras. Finalmente ha sido un particular en un 4x4 el que le ha llevado hasta una estación. Lo mismo le ha pasado a Natividad Sánchez, enfermera en la UCI médica de ese centro, que se encuentra en la localidad de Majadahonda, a unos 15 kilómetros de la capital. Su turno empezó en la tarde del viernes pero ha tenido que encadenar varios hasta “que una persona de forma altruista” la ha llevado a casa.
Su salida ha sido posible gracias a propietarios de todoterrenos que se han organizado para hacer desplazamientos de pacientes y sanitarios. También la Unidad Militar de Emergencias (UME), Guardia Civil y policías locales han ayudado en esos relevos. La nevada que ha azotado a buena parte de la península y ha colapsado la Comunidad de Madrid ha obligado a médicos, enfermeras, celadores y demás personal sanitario a doblar, triplicar e incluso cuadruplicar turnos. “Yo entré el viernes por la noche. Conseguí llegar porque vivo en Majadahonda, pero tardé 50 minutos en un recorrido que normalmente dura diez. Solo entramos de nuevas otra compañera y yo, el resto no pudieron llegar”, explica Paula Cengotitabengoa, que también es enfermera médica en la UCI de Puerta de Hierro. “El sábado por la mañana llegaron dos compañeras que se quedaron por la noche para relevarnos otra vez por la mañana, pero aunque llegaran dos, tres o cuatro no termina de completar un rotatorio. Tiene que haber como quince”, explica.
“No podíamos irnos aunque tuviéramos cómo porque no había personal suficiente”, agrega Natividad, que como Paula, una vez en casa no se puede dormir tras casi dos días en el hospital. “Lo máximo que hemos podido dormir han sido dos horas”, comenta aún sorprendida por lo que describe “como una película”. “Los vecinos nos trajeron comida”, dice. En el caso de Francisco Javier se habilitó la cafetería para todos los que tuvieron que quedarse más de la cuenta. “Intentábamos hacer descansos a ratos para estirar las piernas. No hemos dormido nada, te tumbabas y no sé qué pasaba que no podías dormir”, comenta.
También ha habido sanitarios que han llegado a sus turnos haciendo grandes gestas, como Álvaro, un residente de Cirugía Torácica que llegó a Puerta de Hierro el sábado por la mañana desde Príncipe Pío, o Rosa, una enfermera que hizo andando en plena nevada el trayecto Boadilla-Majadahonda.
En la mayoría de los casos los relevos se han podido hacer en la mañana del domingo gracias a la actuación de la UME que ha ido despejando los accesos, pero en el Hospital Rodríguez Lafora, situado en la zona norte de la ciudad, se han tenido que auto-organizar para poder salir. “Nos hemos puesto a cavar con palas”, comenta Miriam Alonso, enfermera en ese centro. Una vez despejadas las salidas, dos compañeras con 4x4 han hecho varios viajes hasta Plaza de Castilla para llevar a personal que relevara al que llevaba casi 48 horas trabajando.
El Gobierno de la Comunidad de Madrid desconoce por el momento cuántos sanitarios han tenido que doblar turnos a causa del aislamiento por la nevada. “Ahora mismo es imposible de sacar esa cifra”, responden a elDiario.es desde la consejería de Sanidad. Solo en el Hospital Gregorio Marañón 110 trabajadores tuvieron que doblar sus turnos el sábado. La cifra descendió el domingo, pero 30 tuvieron que doblar o alargar la jornada ante la imposibilidad de llegar los relevos, según informan desde el departamento de comunicación del centro a esta redacción. El Gregorio Marañón puso a disposición de los sanitarios el hotel que está al lado y que se ha utilizado para pacientes COVID.
“Los turnos están cubiertos gracias a la total entrega y compromiso de los profesionales, que se mantienen en activo para poder cubrir a los que no pueden acceder. En cuanto a los accesos, se han limpiado y habilitado principalmente las entradas a urgencias, si bien aún existen dificultades en algunos centros, incidencias que se prevé que queden resueltas en las próximas horas”, expresaba el domingo por la mañana la consejería en un comunicado.
“Los relevos los están llevando a cabo, principalmente, los profesionales que pueden desplazarse en Metro, que es el transporte público operativo”, rezaba esa nota. Sin embargo, a muchos hospitales de la comunidad no llega ese medio de transporte. “En algunos casos se están utilizando vehículos todoterreno para poder trasladar a profesionales a centros de trabajo y facilitar, así, el relevo a compañeros que llevan dos jornadas seguidas”, agregaba Sanidad en su comunicado.
Tanto el Gobierno como la comunidad han dado signos este domingo de un funcionamiento prácticamente normalizado de los servicios médicos, pese al colapso. Sin embargo, la situación está lejos de ser la de siempre. “No hay sábanas ni toallas. Llevamos dos días sin cambiar los pijamas”, dice una enfermera del Hospital Clínico, que prefiere mantener el anonimato, sobre el servicio de lencería, que está externalizado. “Con normalidad no está funcionando”. La falta de personal está obligado a algunos sanitarios a realizar el trabajo que corresponde a otros, pero que no ha podido asistir. “Los pacientes de postre han tomado helado en un día como hoy. Yo creo que es lo único que quedaba”, dice esta misma fuente, que acudió a su turno el sábado en metro y optó por quedarse a dormir en el hospital y cubrir una vacante este domingo por la mañana.
Filomena ha sido la puntilla para un sector que ya acusa el cansancio tras casi un año de pandemia. Los correspondientes servicios tratan de reorganizar las plantillas –con falta de previsión para algunas de las fuentes consultadas que lamentan, por ejemplo, que hasta el sábado no se reunieran los coordinadores de los centros de salud con la consejería para abordar el asunto– en un momento en el que los el sistema sanitario encara la tercera ola del coronavirus con síntomas de agotamiento. “Ha sido duro, ya no solo físicamente, que somos jóvenes y lo aguantamos, pero psicológicamente”, dice Natividad sobre las 36 horas que ha trabajado este fin de semana con pacientes críticos en la UCI. “Están muy malitos”, dice esta enfermera que nota cómo en las últimas fechas han aumentado “de forma sustancial” los ingresos por COVID-19.
El sistema sanitario sigue abordando buena parte del trabajo que se tuvo que aplazar con la irrupción del coronavirus. “Hay lista de espera para trauma”, dicen la enfermera del Clínico. “Las cirugías extra no se van a hacer. Hay un 100% de ocupación de pacientes COVID en Móstoles”, advierte un trabajador de ese hospital que prefiere no ser citado: “Se está reorganizando por la nevada, pero también por la COVID. La situación es caótica y eso que se preveía la tercera ola y la avalancha”, sentencia.