REPORTAJE

“¿Franco en la Almudena? Harán la exaltación en pleno centro de Madrid”

Pasadas las 10 de la mañana, un numeroso grupo de turistas llegados desde Chicago celebran una misa oficiada en inglés en la Cripta de la catedral de la Almudena, adonde apuntan todos los focos mediáticos después de que la familia Franco señalase ese lugar como posible destino para enterrar los restos del dictador.

Los folletos de la entrada definen la cripta como “la más espectacular de España”. Algunos se sientan a orar, pero la mayoría, pese a la majestuosidad de las más de 400 columnas con distintos capiteles que forman el templo, recorre el edificio con la mirada puesta en el suelo, que aguarda tumbas de marqueses y personajes de la alta aristocracia madrileña.

A la izquierda del altar, en el pasillo, yacen Carmen Franco Polo y Cristóbal Martínez-Bordiu, hija y yerno del dictador. La tumba es custodiada por un ramo de flores secas en un tarro de cristal, tres rosas blancas y una gran orquídea blanca con un visible lazo con los colores de la bandera española. A pesar de las ofrendas, la sepultura pasa desapercibida para la mayoría de visitantes.

Micheline, una turista francesa familiar de refugiados españoles durante la Guerra Civil, muestra en voz baja su asombro y rechazo al descubrir el apellido Franco en la lápida. Fuera, en las escaleras, los argentinos Alicia y Carlos, descansan unos minutos después de haber recorrido el templo madrileño y aprovechan para planear la ruta de museos y lugares con encanto que pretenden conocer en la capital. Durante la conversación, la pareja muestra su repudio a la intención de la familia Franco de enterrar allí al dictador, después de ser exhumado del Valle de los Caídos.

“Por desgracia, la Iglesia acoge a todos, pero tiene que haber memoria y justicia por los caídos de las dictaduras”, dice Carlos, quien sabe de lo que habla, según recuerda refiriéndose a la dictadura militar de Jorge Videla, que duró desde 1976 hasta 1983, un periodo en el que se estima que 30.000 personas fueron desaparecidas. Alicia, que asiente con la cabeza, también se muestra rotunda: “Si Franco llega a estar enterrado acá [cripta de la Almudena] no entraría, como no lo haría ni con Hitler, ni con Mussolini”.

Sergio también llega del Cono Sur para conocer Madrid y también ha vivido otra sangrienta dictadura, en este caso, la de Augusto Pinochet en Chile. Por eso, muestra su empatía “con el pueblo español” al que valora por considerar que “no está tan dividido como el chileno” y matiza que esta diferencia que él aprecia, es debido a que la sombra de la tiranía chilena es más reciente que la española, ya que el fin del régimen de Pinochet llegó en 1990, después de 17 años de oscurantismo militar.

En el trasiego de turistas en las inmediaciones de la catedral y los restos de la muralla musulmana de Madrid, hablamos con uno de los guías que cada día patea la zona desvelando su historia. El joven, de origen irlandés, que prefiere no desvelar su nombre, considera que “si Franco es enterrado en la Almudena o no, es cosa de la familia Franco y de la Iglesia” y al mismo tiempo defiende que el tirano “no puede estar en el Valle de los Caídos, por una cuestión de justicia, de memoria y de falta de respeto hacia las víctimas”.

Sin embargo, la postura de María Rosa, visitante de Zaragoza, es diferente. “Que lo dejen donde está, a los muertos hay que dejarlos en paz, son los vivos los que dan problemas. La historia hay que dejarla como es, sea buena o mala, además, si es un dictador, lo va a ser siempre, no se va a convertir en un santo porque lo entierren aquí”, comentaba acalorada esta señora de 83 años.

Para colectivos y movimientos por la memoria, el lugar sí es importante. “La exaltación ya no la van a hacer en el campo o en la sierra, ahora la van a hacer en pleno centro de Madrid”, advierte Javier Ruiz, de la Asociación Foro por la Memoria Democrática, en caso de que finalmente la familia Franco elija este cementerio como destino del dictador. En palabras de Ruiz, la ubicación “está cargada de simbología”, por encontrarse muy cerca del Palacio de Oriente de Madrid, “sitio por excelencia de los eventos de excitación durante el franquismo”. Desde la Asociación Foro por la Memoria Democrática, entienden que se trata de “una provocación” e instan a la iglesia católica a no secundarla, “para no dignificar ni legitimar la figura del dictador”.

De momento, el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, en declaraciones a los medios esta semana, manifestaba no oponerse al entierro de los restos de Francisco Franco en la cripta de la catedral de la Almudena, donde, alega, “hay una propiedad de la familia Franco y como cualquier cristiano tiene derecho a poder enterrarse donde crea conveniente”.

Desde el Gobierno municipal de Ahora Madrid, mantienen todas las cautelas, a la espera de confirmar que será este templo, de interés turístico de la ciudad, el que albergue los restos de Franco. No obstante, Jorge García Castaño, concejal del distrito Centro, ha expresado que, desde el Consistorio creen que “Osoro es una persona sensata y va a concluir que no es la mejor opción ni para la ciudad, ni para la Iglesia ni para la catedral”.