Franco, un cadáver incómodo para la Iglesia

Una tumba junto al Palacio de Oriente de Madrid. La jugada de los nietos de Franco de optar por la cripta de La Almudena, la catedral de Madrid, para que reposen los restos de Francisco Franco cuando salgan del Valle de los Caídos parece perfecta. La familia cuenta con un panteón en este lugar, al igual que otras insignes familias madrileñas, como los marqueses de Urquijo o de Cubas. Los Franco tienen allí cuatro tumbas. Dos de ellas están ocupadas por la hija de Franco, Carmen, y su marido, el marques de Villaverde. Las otras dos podrían ser ocupadas por el dictador y, según distintas fuentes, por su mujer, que está ahora enterrada en el cementerio de Mingorrubio (El Pardo) y que podría ser trasladada a la capital para que repose junto a su marido.

La decisión, legal y que acataría el decreto ley aprobado por el Gobierno el pasado mes de agosto, ha suscitado la preocupación en el arzobispado de Madrid, que teme que el templo pueda convertirse en un mausoleo del dictador o, cuando menos, un lugar de peregrinación de nostálgicos del régimen. Algo que también admite el Gobierno, que no obstante recuerda que el objetivo principal es que el dictador salga de Cuelgamuros.

“Es un panteón privado de la familia Franco que compraron hace años”, señalan desde Moncloa. Fuentes del Gobierno deslizan que no se pueden oponer al emplazamiento señalado por la familia y que la decisión depende de la Iglesia. “Es en la cripta de la Almudena, no en la catedral. Es un matiz importante”, agregan esas fuentes. “Una vez salido del Valle de los Caídos, ya pertenece a la familia”, señala un dirigente del PSOE que enfatiza lo importante es que ya no estará en un lugar de Patrimonio del Estado.

La posibilidad de que acabara en La Almudena la tenía ya en mente la diócesis cuando, el mismo día en que el Ejecutivo anunció el comienzo del proceso para la exhumación del dictador, la Iglesia de Madrid emitía un comunicado en el que se comprometía a cumplir con la legalidad, y apostillaba: “Como Iglesia no nos compete valorar la conveniencia ni la urgencia de la modificación legal; sí mostrar nuestra efectiva disposición para acoger en terreno sagrado los restos mortales de un bautizado”.

De hecho, Carlos Osoro subrayaba en agosto: “Siempre he dicho que haré lo que diga la familia”. Para el cardenal de Madrid, Franco “es un bautizado, un cristiano, y tengo la obligación de acogerlo donde digan ellos”. Este mismo lunes, preguntado sobre el particular, el cardenal de Madrid repetía que “es un tema que tienen que resolver el Gobierno y la familia”, aunque sí quiso dejar claro que “sería en la cripta, no en la catedral”, y que ni Gobierno ni familia “se han puesto en contacto conmigo para nada”.

Sin embargo, desde el arzobispado hay cierta preocupación por convertir la Almudena en un centro de peregrinación franquista. “Nos van a volver a acusar de alinearnos con el régimen, o de acoger a un dictador, cuando la realidad es que no podemos hacer otra cosa que aceptar lo que diga la familia”, asegura a este diario un alto eclesiástico madrileño, quien admite que el cardenal Osoro no esperaba la última jugada de la familia Franco. “Nadie le ha dicho nada. Está con las manos atadas”.

No viola el Derecho Canónico

La ubicación de Franco en la cripta que compró en La Almudena no viola el derecho civil, ni tampoco el canónico, aunque ahora es una rareza enterrar en las catedrales. Desde que, tras una epidemia de peste, Carlos III prohibiera los enterramientos en los templos, no se han vuelto a producir salvo en contadas excepciones, y siempre en casos de obispos o eclesiásticos de alto rango. O, como en el caso de Franco o Queipo de Llano, por mandato del Jefe de Estado del momento.

En el ámbito puramente canónico, la reforma del Código de 1983, en su artículo 1242, señalaba que “no deben enterrarse cadáveres en las iglesias, a no ser que se trate del Romano Pontífice o de sepultar en su propia iglesia a los Cardenales o a los Obispos diocesanos, incluso eméritos. Una medida que, según han señalado eldiario.es algunos expertos, no puede ser retroactiva, por lo que la presencia de Franco seguiría siendo legítima en este punto.

Estas mismas fuentes subrayan además que la cripta no es propiamente una iglesia, y el propio Derecho Canónico se encargó de dejar fuera de la norma las criptas y cementerios situados en las inmediaciones de los templos. La prohibición solo atañe a los enterramientos que pudieran producirse, desde 1983, dentro de los templos.

Según ha explicado la diócesis de Madrid, “hay criptas funerarias, que son lugares sagrados adosados a las iglesias, que están erigidos con la finalidad de enterrar a los fieles católicos, sean laicos, consagrados o sacerdotes. Estos espacios equivalen a un cementerio, aunque no están al aire libre, sino debajo de la iglesia o en un lateral de la misma”. “Esto no va contra los cánones del Código de Derecho Canónico, que se refieren a enterramientos en la iglesia como tal”, añaden desde el arzobispado.

A la cripta no se accede por Bailén, sino por la Cuesta de la Vega. Para entrar en el recinto hay que subir una escalinata de 15 peldaños y si es voluntad, pagar un donativo de un euro. La cripta cuenta con 538 columnas y 21 capillas, la mayor parte de ellas construidas con el dinero de marqueses y nobles madrileños, que reservaron espacio para ser enterrados allí. Entre ellos, destaca el promotor de las obras de La Almudena, el marqués de Cubas.

Pero allí también se encuentran enterrados las familias Pallarés González; Alonso de Santeiro Aspuru, Ruiz Senén; los marqueses de Urquijo, los Marqueses de Maltrana o los Condes de Bustorredondo. Además de la hija y yerno de Franco y, próximamente, probablemente también el propio dictador. La cripta está abierta todos los días, de 10 a 20 horas, y en ella se ofician dos misas al día, excepto los domingos y fiestas litúrgicas, en los que se dan tres. Aunque es un lugar de enterramiento privado, que sea visitable es lo que ha encendido de las alarmas de la Iglesia, porque es probable que se vean filas de franquistas o se celebren fechas claves de la dictadura en esta puerta secundaria de la catedral de Madrid.