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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

“Esta es nuestra vida, lo que hemos defendido, y asumimos las consecuencias”

Este viernes el concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata (Madrid, 1979) y otros tres participantes del Patio Maravillas van a juicio por haber desarrollado actividades en el centro social de la calle Pez (Madrid), desalojado hace justo un año. Son juzgados en la misma semana en que se ha conocido una nueva parte del sumario de la Púnica y se ha difundido un escrito judicial que estrecha el cerco a los expresidentes andaluces del PSOE Manuel Chaves y José Antonio Griñán por el caso de los ERE.

Zapata y sus otros tres compañeros van al juzgado a consecuencia de haberse autoinculpado, es decir, por haberse presentado ante el juez para explicar en qué consistía el Patio Maravillas.

¿Cómo afronta el juicio?

Preferiría que no hubiera un juicio sobre el Patio. No es razonable que a estas alturas del Patio, con nueve años de experiencia y con miles de actividades, se conciba como un delito penal realizar actividades en un espacio de este tipo. Durante el anterior gobierno no hubo capacidad de lograr una solución política a un problema político. Pero evidentemente asumo que he formado parte de esa experiencia, que he hecho actividades en el Patio, que hemos trabajado por el barrio y por la ciudad. Y, desde el principio, el Patio siempre tuvo muy claro que si había un espacio jurídico, a ese espacio jurídico había que ir y decirlo: hacemos actividades, esto tiene sentido, esto tiene legitimidad, si nos toca asumir algún tipo de responsabilidad la asumiremos, pero no vamos a ocultar el hecho de que se estaba realizando una labor fundamental en Malasaña y en Madrid.

Por ejemplo, a veces los servicios sociales usaban el Patio como recurso y nos mandaban a gente; ha sido una experiencia fundamental para el desarrollo de un espacio de fiestas populares en Malasaña durante un montón de años; ha favorecido que el tejido asociativo fuera más fuerte en el barrio y la ciudad.

Afronto el juicio con la serenidad de que hemos hecho lo que teníamos que hacer y por algo que me produce mucho orgullo, teniendo en cuenta que tener un juicio no es lo que uno desea.

Va ser juzgado porque se personó para dar testimonio de lo que allí ocurría.

Esto lo puedo asegurar sin ninguna duda, porque en el último año del Patio mi actividad fue muy pequeña porque ya estábamos preparando la candidatura municipal, y el Patio es y debe ser apartidista.

Si nosotros, cualquiera de las personas están en el proceso, no hubiéramos dicho 'queremos dejar claro que este espacio merece la pena ser defendido', hoy no nos estarían juzgando. No hay nada que ocultar. Nosotros fuimos al juez y dijimos: 'Nosotros hacemos actividades en este espacio y creemos que merece la pena que podamos defender que las hacemos y que estamos ahí y que se entienda'. Tiene ciertos riesgos, pero defender el derecho a la ciudad, como ha hecho otra gente, los tiene.

¿Se arrepiente de ese paso?

En aquel momento no sabía ni si iba a haber candidatura municipal. Hay que ser coherente, cuando a mí me preguntan si he formado parte del Patio Maravillas, digo que sí. Es una experiencia suficientemente importante en la ciudad como para decir que sí, me lo pregunte un periodista, un vecino, un compañero de la oposición o un juez. No me arrepiento de haber dicho que estaba haciendo algo que estaba haciendo.

Lo que espero es que sirva para tener un debate sosegado, tranquilo, plural, inteligente sobre la función de los centros sociales y que generemos un marco de derechos que desde lo público permita dar uso a espacios vacíos y sin uso en la ciudad Esto protege a los propietarios privados, porque permite que haya infraestructura de cercanía, elemento cultural de cercanía... De lo que se trata es de que hablemos de eso: si uno quiere reducir los centros sociales a una experiencia que es la menor en la vida de un centro, que es cuando se produce un desalojo, no contribuye a abordar lo que los centros sociales aportan a la ciudad. Y no abordarlo tampoco hace desaparecer los centros sociales. Ha habido una miopía institucional muy grande con algunos centros sociales, como si reconocerlos supusiera debilidad institucional, cuando es una fortaleza de las instituciones reconocer la complejidad social del territorio.

Sin embargo, desde el último desalojo hace un año, el Patio no ha podido reubicarse físicamente. ¿Por qué?

Entre otras cosas, por cierta independencia. Yo dije que no quería ser concejal en Centro ni decidir sobre el destino del Patio por transparencia y control democrático. El Ayuntamiento podía haber decidido negociar directamente con el Patio, pero tomamos una decisión más interesante: aquí no se trata de que una experiencia concreta sea reconocida y tenga una relación privilegiada o clientelar, sino de generar un marco en el que cualquiera que quiera realizar actividades en la ciudad pueda en pie de igualdad proponer y generar proyectos.

Ese último camino, el del marco de derechos, que es el que el Patio y otros muchos centros sociales han defendido, lleva un tiempo de la administración pública, una negociación con las diferentes partes y un proceso de ejecución sobre los espacios de disponibilidad. Se ha dado una situación paradójica: mientras el PP se ha dedicado a atacar sistemáticamente al Patio, como que iba a haber una especie de rendición del Ayuntamiento, se iba generando un marco que posibilitaba que, como en Fuencarral-El Pardo, hayamos iniciado el proceso de cesión de un espacio público a un montón de asociaciones del distrito que se han juntado y organizado sin ningún problema.

El Patio ha servido de fetiche de la oposición. Por eso creo que lo importante es tener un debate sobre los centros sociales en general. Creo que el Patio merece un reconocimiento al trabajo que ha hecho la ciudad, como lo tiene la FRAVM, las AMPA de un colegio o un sindicato. Y la manera de reconocerlo es dar un marco en el que esos usos se puedan realizar y se reconozcan como un valor de la ciudad. Y eso es más lento y más complejo que simplemente llegar a un acuerdo entre partes.

El protocolo está aprobado, se han lanzado las convocatorias públicas para que se puedan solicitar, ha tenido mayoría suficiente del Pleno... Y se ha salido del reino de la arbitrariedad, porque nos habíamos encontrado con espacios cedidos directamente por concejales de distritos a su criterio.

¿Hasta qué punto el pasado activista de los concejales es munición contra la Alcaldía?

La biografía de uno, la lleva con uno. Hay elementos de la biografía de uno que pueden generar vergüenza, pero hay otros que son constitutivos de dónde está ahora. Yo creo que cuando lo que se plantea es un ataque al hecho de ser activistas o de haber participado en movimientos sociales, lo que se está planteando es una actitud patrimonialista de las instituciones y decir qué tipo de gente puede entrar. Eso no es sensato, porque se deshace de aquellos elementos que suponen esas luchas que han llevado a que una determinada situación de bloqueo se haya abierto. Y, en términos de la sociedad civil madrileña, está asumido perfectamente.

No es ningún secreto que todos nosotros estábamos en la puerta del Sol, que estábamos movilizaándonos, que hemos formado parte de organizaciones sociales y sindicales... Eso es uno de los valores que nosotros tenemos. Pero, a la vez, esto nos lo está diciendo gente cuyo pasado ha sido una gestión desastrosa. ¿Qué pasado hay que medir? Yo estoy muy orgulloso de mi pasado: se hace una comisión para dirimir la gestión de los anteriores gobiernos municipales y el PP no sólo no va sino que intenta que no se haga. Nosotros lo único que decimos es: esta es nuestra vida, esto es lo que defendemos, es lo que hemos defendido y asumimos las consecuencias.

Toda la oposición que no se está pudiendo hacer en términos políticos, porque se están haciendo las cosas bastante bien, se está haciendo por lo jurídico.

¿Se esperaba que la política institucional iba a ser así?

No, me esperaba que íbamos a discutir de política, del modelo de ciudad, de las cosas que pueden ser mejor o peor, de los errores que podamos cometer, de los aciertos... De la gestión. Creía que esto iba a ir de eso, y que no iba a ser un asunto sistemáticamente moral sobre quién encarna valores buenos o malos. Pensaba que iba a ser un asunto político, de qué posiciones tenemos ante el mundo y qué tipo de acuerdos podemos construir. Más maduro. También porque es la política que yo he aprendido toda la vida. Cuando en el Patio iba a haber una negociación con el Ayuntamiento de Gallardón o Botella, se hablaba con normalidad, no con una especie de estado de excepción. El PP entendía que había centros sociales y veía la manera de gestionarlo, y ahora parece que acaban de descubrirlo.

¿No se le ha pasado por la cabeza dejarlo? Hace un año que tuvo que dejar Cultura, ¿no se ha arrepentido de haber dado el paso?

Hay que recordarse sistemáticamente que uno no está aquí por uno mismo. ¿Quién soy yo para dejarlo? No soy tan importante como para dejarlo. La gente que ha construido esto no se merece que lo dejemos. ¿Por qué? Cuando mis compañeros y yo dimos un paso al frente y nos presentamos a un proceso de primarias, elegimos; y hay que ser consecuentes con las decisiones. No hay arrepentimiento.

¿Que hay días duros? Sí. ¿Que todo se construye en torno a uno como si tú de pronto eres de no sé qué forma? Sí. Pero, primero, tú sabes que no eres así y, segundo, que no estás aquí por ti. No estás aquí porque tú encarnes una cosa increíble que sólo puedes encarnar tú. No, es un proceso colectivo, y al proceso colectivo se le obedece; uno no se va.

¿Qué mensaje le llega de la alcaldesa?

En el caso de la Alcaldía, se ha establecido una seperación buena. Creo que es bueno que digamos: he formado parte de esta experiencia y ahora estoy dedicado a otra cuestión. Es una cosa que no es rara, y el PP quiere colocar siempre encima de la mesa que somos una especie de continuidad de lo que ellos tienen en la cabeza de lo que es un activista. En los años que estuve en el Patio Maravillas, a la vez escribía una serie que veían millones de personas [Hospital Central]. Y no lo hacía como un okupa. Esa especie de hacer monstruos en el que uno coge una especie de valores no son de uno, pues no es real.

Uno puede estar en un sitio y encarnar diferentes posiciones: un buen profesional en su trabajo, dedicarse al activismo, cuidar de sus hijos... Y, ahora, estamos en un espacio que requiere de otras cuestiones, aunque algunas, como la mediación, llegar a acuerdos, reconocer la complejidad de las cosas, yo las he aprendido en espacios como el Patio. Y luego hay otros elementos que teníamos en el Patio que ahora no sirven. Esa separación es buena, y cuando Manuela dice 'estas personas eran activistas y ahora no lo son', creo que es bueno, porque es bueno que siga existiendo ese afuera que haga manis, se movilice, ocupe edificios y haga lo que no hace la institución. Y la institución ha de reconocer esa complejidad.

Y en este proceso que empieza mañana, ¿se siente apoyado?

Manuela conoce perfectamente de donde venimos, y en el momento en que me entero que esto se pone en marcha le aviso. Si lo que se juzga es una acción de nuestro pasado, es una acción de nuestro pasado.

¿Qué puede pasar en el juicio?

Que nos pongan una multa. O que no.

¿Sería incompatible con ser concejal?

Si tuviera que pagar una multa no es una multa mía, sino del Patio, y se verá la manera colectiva de abordarlo. Y no voy a usar mi salario, que es dinero público para pagar una multa de un proceso colectivo, y ese proceso colectivo verá cómo se aborda. No es algo que me pasa a mí, es colectivo.

¿Se plantea dejar el Ayuntamiento si resulta condenado?

Creo que soy poco sospechoso de no asumir responsabilidades cuando creo que tengo que asumirlas, como en la cuestión de los tuits. Lo pensaba hace un año y lo sigo pensando, que no era buena idea que llevara el área de Cultura con ese bagaje, que no tenía ningún sentido. Creo que, más justo o más injusto, se había construido una persona de mí que no podía llevar el área de Cultura y había que ser responsable. Porque no es por mí, es un proceso colectivo, y había más gente que podía hacer ese trabajo y no tengo problema en moverme. Igual que en ese momento era razonable que hubiera una dimisión de un cargo concreto, en este caso no hay nada de lo que hemos hecho hasta ahora que pueda llevar a algo en esos términos. Estoy perfectamente orgulloso de haber formado parte del Patio, gracias a espacios como el Patio se abrieron un montón de posibilidades, incluido el 15M, y el que me pida que de alguna manera reniegue de eso se está equivocando de lo que somos y de lo que hemos venido a hacer aquí.