La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a las asociaciones ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Íñigo Errejón: “Podemos nunca debió abandonar la trasversalidad y conformarse con ser una esquina a la izquierda”

Íñigo Errejón (Madrid, 1983) ha presenciado estas elecciones desde la grada. Desde que nació Podemos en 2014, es la primera vez que no ha estado en el campo de juego o en la dirección de la campaña, que arrancó tres meses después de que él se saliese de la candidatura de Podemos a la Comunidad para fundar una nueva marca electoral junto a Manuela Carmena. El partido del que es cofundador y en el que aún milita logró hace tres años el apoyo de cinco millones de votos y 67 diputados, pero este domingo ha cosechado el peor resultado en unas elecciones generales de su corta historia. Pierde 1,3 millones de votos, más de un tercio de sus escaños en el Congreso y todos los puestos que tenía por elección directa en el Senado.

El candidato de Más Madrid a la presidencia de la Comunidad asegura que ha vivido este resultado electoral con “desagrado y tristeza”. Cree que esta caída responde “al abandono de la transversalidad” con la que se fundó el partido, aunque admite que la campaña de Pablo Iglesias le ha dado la vuelta a un resultado aún peor con el “giro que le dio de última hora”. Errejón asegura no sentirse responsable de los problemas internos –“mi caso no es el único”–, y se muestra confiado en que la movilización de los madrileños salve la alcaldía de Manuela Carmena y permita a la izquierda gobernar la Comunidad de Madrid.

¿Cómo explica el resultado electoral de este domingo?

Creo que las derechas se han equivocado. En estas elecciones se ha activado una especie de voto progresista defensivo. Ha habido muchísima más gente que ha acudido a votar para que no gobernasen las tres derechas. Vox es el que menos votos ha sacado, pero es el que ha marcado los temas y la agenda a las otras dos derechas. Y eso ha movilizado el voto progresista.

Fueron las derechas, en una suerte de nueva CEDA [Confederación Española de Derechas Autónoma, la coalición de la derecha en 1933], quienes marcaron de qué se discutía y en qué clima se daba la campaña. Apostaron por un tono híper agresivo y por una redefinición de lo que era ser español para retroceder en algunos aspectos ya consagrados en la Constitución, en el Estado las autonomías, en recorte de derechos y libertades y en un programa despiadado en lo económico y social. Se han pasado tanto que la 'anti España' es más grande. Ha ganado las elecciones el conjunto de la gente que es española, pero que es española de un país moderno, plural, diverso, y que quiere seguir siéndolo.

El resultado se explica como una masiva reacción de defensa democrática. España tiene más hambre de futuro que de pasado. El debate político estaba dominado por quien más gritaba, por quien más insultaba y elevaba más el tono. Ha parecido incluso que llevaban la delantera. Y había una mayoría silenciosa progresista que no gritaba tanto, que no insultaba a nadie, que no agredía y que sin embargo ha dicho que no quiere ir para atrás. Para las derechas ha sido un muy mal negocio 'voxizarse', si se me permite la expresión.

Vox ha tenido muchísima influencia en el discurso de la derecha y en el tono de la campaña, pero a pesar de su entrada en el Congreso se ha quedado muy por debajo de lo que logran la mayoría de los partidos de extrema derecha en Europa, ¿A qué achaca esta anomalía española?

Hemos discutido muchas veces que el 15 de mayo de 2011 fue una suerte de vacuna contra la extrema derecha, contra la idea de que nuestra sociedad se va a recomponer echándole la culpa al más débil. España no ha querido mirarse en el espejo de países que han elegido la senda de que el penúltimo mire con desconfianza o con rencor al último, y ha decidido que lo que nos hace ser españoles no es el odio contra nadie: es que hemos pactado cuidarnos, construir una comunidad que te asegura que en las buenas pensamos en el futuro y en las malas cuidamos de todos los nuestros, seas como seas, hables la lengua que hables o votes lo que votes.

Los mimbres más importantes de la identidad española democrática son la igualdad de oportunidades, los servicios públicos, la cohesión social… Eso es lo que nos hace ser españoles. Frente a eso había una derecha agresiva, que cree que nos hace más ser españoles 'Don Pelayo' que los hospitales públicos. En mi opinión se han equivocado. Pero también hay que hacer una autocrítica. La inflación de Vox no ha sido sólo en la derecha, ha habido también toda una pose recurrente en una parte de las izquierdas a la que parece que le erotizaba hablar de Vox como si fueran una especie de seres venidos de otro planeta. No son seres de otro planeta, Santiago Abascal es un señor que ha vivido toda la vida subvencionado por Esperanza Aguirre.

¿A qué parte de la izquierda se refiere cuando dice que ha erotizado a Vox?

Yo he notado en una cierta izquierda cultural una especie de gusto por regodearse en la catástrofe que venía con Vox. No digo que no haya que tomárselo en serio y combatirlo, pero no se le combate con aspavientos. Vox está encantado de ser considerado una especie de outsider que no tiene pasado. ¿Cómo no va a tener pasado? Abascal es un hijo de Esperanza Aguirre, un hijo político y un hijo financiero. Ha vivido de uno de los chiringuitos de Esperanza Aguirre.

El partido Vox se funda el 17 de diciembre de 2013, exactamente el mismo día en que cierra la fundación sin actividad en la que Esperanza Aguirre colocó a Santiago Abascal

Es una metáfora bastante clara. El PP ha tenido una escisión por la derecha más dura y más agresiva, que ha llegado a un 10% de los ciudadanos con 24 escaños. Son demasiados, pero eso no representa España. A partir de ahora, cuando Abascal diga que son la España que resiste, le tenemos que decir que es una porción de España, legítima, pero muy pequeñita. Y hay que trabajar para que sean menos. Mi país no es un país ni rencoroso ni miedoso, ni que se pasa el día enfadado o insultando. Es un país moderno, libre y que se parece mucho más al 8M que a la foto de Colón.

¿La irrupción de Vox puede ser buena para la izquierda a corto plazo y mala a largo plazo para España?

A mí la irrupción de Vox no me parece una buena noticia, en ningún sentido. Puede dar réditos electorales en el corto plazo, pero los réditos electorales en el corto se desvanecen. Lo peligroso de Vox es que ha empezado a normalizar discusiones que hace mucho tiempo ya teníamos superadas. No habíamos tenido hasta ahora gente que influyera en un gobierno que, cuando en España se asesina a mujeres todas las semanas, decida que el problema no es que las asesinen, sino el feminismo. Hay que intentar que Vox no nos haga perder mucho tiempo. Si la mayoría de este país quiere avanzar en ser un país más libre, más justo, más igualitario, intentemos no perder mucho tiempo con el lastre que supone.

El resultado es alto pero hay que bajarle los humos a todas las bravuconadas. España prefiere hablar más de pensiones que de pistolas, valora más a sus hospitales que los insultos. Eso habla muy bien de nuestro país y esto desde posiciones de izquierda hay que decirlo: no hay que dejar que estos señores hablen sistemáticamente como si representaran España, España les ha cerrado la puerta.

Unidas Podemos y sus confluencias pierden 1,3 millones de votos, 29 escaños, todos sus senadores electos… ¿A qué cree que se debe este resultado?

Podemos tendrá que hacer una reflexión y decir a qué conclusiones llega, y eso no me corresponde a mí. Pero no les va a sorprender mi respuesta, porque yo siempre he dicho lo mismo. Creo que Podemos nunca debió renunciar a la transversalidad y conformarse con ser una esquina a la izquierda. Ese comportamiento es legítimo, pero conduce a resultados como los que hemos visto, que son muy meritorios. Creo que el último giro de Pablo [Iglesias] en campaña fue un buen giro y funcionó. Y sin ese giro el resultado es posible que hubiera sido peor. Pero el problema en mi opinión venía de antes, cuando se tomó una decisión para convertirse en una fuerza que no se hizo suficientemente cargo de la entrega de confianza que le hicieron los españoles.

Cuando el 20 de diciembre de 2015 los españoles conceden cinco millones de apoyos, cinco millones de voluntades, no son monolíticas, son de procedencias muy diversas, y había que tomarse en serio que era gente con preferencias muy diversas pero que estaba de acuerdo en cosas más o menos de sentido común.

En un momento dado, Podemos decide elegir otro camino y renunciar a la transversalidad, a la vocación de mayorías y de gobierno. Eso le dificulta ser un actor fundamental en el cambio político, la modernización y la consecución de la justicia social en nuestro país. Yo no sé si esto que digo se le llama izquierda amable, pero si por eso se entiende tener una capacidad transversal amplia de hablar a mucha gente, ese es el proyecto histórico de transformación de las izquierdas. No es reunir a las izquierdas: es mejorarle la vida a la gente de abajo, vote lo que vote. Y una fuerza política útil, transformadora, es la que tiene la capacidad de juntar a los que son muy diferentes. En mi opinión, no se ha ido en ese sentido y no es nada nuevo que yo lo diga, es una cosa que he dicho muchas veces y que ha estado siempre presente en mi forma de hacer política.

Por lo que dice considera que la campaña, por lo menos la última semana, ha sido buena para Podemos. ¿Cree que se ajustaba más a lo que defendía usted en 2015?

Tengo que partir de la confesión de que yo no podría haber dirigido esta campaña electoral. Porque partía de unas condiciones que eran el resultado de decisiones políticas, que eran legítimas, pero que habían ido escorando a Podemos a ser una oposición como de pata izquierda...

¿Me puede dar un ejemplo concreto de esas decisiones?

En algún momento se apostó más por mirar hacia adentro, para satisfacer la identidad tradicional de la izquierda de los militantes, que por hablarle al conjunto del país. En algún momento España buscaba en nosotros una fuerza que fuera capaz de reconstruir, más que una fuerza que regañara o que pusiera otra vez etiquetas a los españoles. De esas sobraban y se eligió claramente una posición más parecida a la de la izquierda tradicional en España, que lleva aparejados en mi opinión los resultados de la izquierda tradicional. La gran virtud de los grandes años del cambio político en España desde el 15M, y seguramente hasta el 20 de diciembre de 2015, era la capacidad de poner de acuerdo a la gente. Lo que a mí más me ilusionaba era esa capacidad de que ibas por la calle y te paraba gente que te decía “mira yo ideológicamente no vengo en absoluto de dónde vienes tú y sin embargo me parece que es evidente que el dinero está mejor financiando laboratorios para ser punteros que rescatando autopistas que son deficitarias de empresas privadas”. Esa capacidad de reunir a gente muy diferente, alguna que no venía de la izquierda.

Yo no hago política de izquierdas por reivindicar a la izquierda, sino para cambiar la vida a la gente, también a la que no comparte mi ideología y mi trayectoria. Esa capacidad de eliminar sectarismos, y hablarle y reunir a gente diferente, es la que nos ha impulsado en los sitios donde el cambio político ha ido más lejos. Por ejemplo, en el gobierno del Ayuntamiento de Madrid, porque tiene la capacidad de reunir y dar tranquilidad y garantías a gente muy diferente. Es legítima cualquier posición que se adopte pero luego, en fin, tiene consecuencias.

Lo más importante no es cómo les ha ido a los partidos, es que nos ubiquemos bien en España. Mucha gente ha ido a votar para que las derechas no pasen. Para que estas derechas tan hormonadas no sean capaces de formar gobierno. La primera cosa está conseguida. Ahora queda la segunda vuelta, que se libra en las ciudades y las comunidades autónomas. Ya hemos conseguido que mucha gente vaya a votar en contra para frenar a las derechas. Ahora se trata de que esa gran movilización electoral se produzca en positivo. Por ilusión, ir a votar para reconstruir una comunidad deshecha por la desigualdad y la corrupción.

El domingo por la noche Pablo Iglesias señaló la situación interna de Podemos como la principal causa del mal resultado electoral del partido. ¿Se siente en parte responsable de esta caída?

Creo que hay que aclararse, porque a veces el problema era que estuviera yo dentro y, otras veces, el problema era que estuviera yo fuera. Si uno revisa las encuestas, vienen dando malas perspectivas desde hace meses. De hecho, peores que el resultado que consigue Podemos, porque el último giro de Pablo en la última semana salva un poco el resultado.

¿Por qué cree que salva el resultado?

Lo salva porque me parece que ofrece un perfil más integrador. Se pone en una posición con la que yo estoy más cómodo, que me gusta más, desde la que tiene capacidad de hablar a muchos españoles, algunos que han votado Podemos y a otros que a lo mejor no, o que lo han votado pero venían de procedencias diversas. Creo que tiene la capacidad de volver a ser una izquierda un poquito más amable. Y haciendo eso me parece que amplía y se salva un poco. Pero si uno se fija en las encuestas venían aventurando que los resultados eran claramente de descenso desde el 26J, que ya fue un descenso respecto al 20 de diciembre del 2015. Por lo tanto, me parece que es una cosa que viene de antes, de haber preferido hablarle más a la izquierda que al conjunto de España.

Pero, ¿usted no cree que si hubiese decidido continuar como cabeza de lista de Podemos y no ser cabeza de lista de una coalición llamada Más Madrid Podemos habría podido tener un mejor resultado?

No lo sé. La relación de una fuerza política con su país y con su pueblo no depende sólo de los avatares y de las telenovelas. Ojalá se redujera a la peripecia personal. No los voy a enumerar, pero desde luego mi caso no es el único, hay otros compañeros y compañeras que han jugado un papel fundamental y que se han ido quedando por el camino. Ojalá mi caso fuera el único, pero no lo es. Y eso tiene que ver con un rumbo político e ideológico determinado.

¿Cuál es la tarea que tenemos ahora? Somos capaces desde diferentes fuerzas progresistas de levantar una esperanza tangible al alcance de la mano que diga: ya hemos conseguido que en España las tres fuerzas de la derecha no nos hagan retroceder, ahora vamos a avanzar en las ciudades, en la capital de España y en la Comunidad de Madrid. Creo que eso se puede y que para eso tenemos que entender bien cuál ha sido el espíritu que ha hecho que los colegios electorales se llenarán este pasado domingo y es claramente un espíritu mestizo, plural, inequívocamente progresista y demócrata, que ha dicho que para atrás, no. Vale. Primera vuelta conseguida, vamos a la segunda vuelta. Y ahora podemos hacerlo, revalidando los ayuntamientos que ya gobierna el cambio y conquistando comunidades autónomas básicamente para hacer cosas sensatas, para que no nos sigamos dejando dinero en los sobrecostes o en las tramas de la Púnica o de la Gürtel y nos lo gastemos en lo que merece la pena, como las residencias de mayores o las escuelas infantiles.

¿Qué influencia cree que ha tenido en este deterioro de Podemos la campaña de las cloacas del Estado en las operaciones policiales contra Podemos?

Lo primero que tengo que decir es que me parece que ha sido un absoluto escándalo el silencio de una buena parte de las fuerzas políticas españolas con respecto a las informaciones más que fidedignas relativas a que funcionarios policiales, al margen o en paralelo a la estructura institucional, se han dedicado a espiar, hostigar y fabricar pruebas falsas contra una formación política. Eso es lamentable, aunque sea contra el Partido Popular o contra Vox. Lo digo por poner ejemplos de lo que está en las antípodas de mi ideología. El pacto democrático es que uno puede defender sus ideas con la libertad de que, incluso si no le gustan al que manda, a uno no se le espía, a uno no se le sigue, no se le acosa, no se le hostiga. Así que cuando eso sucede y salta a la luz, lo menos que cabe esperar es un acuerdo que diga que es una barbaridad, para que todos los españoles sepan que se cumple la Constitución y que son libres. Y sin embargo salen esas informaciones y hay formaciones políticas que miran para otro lado, y en mi opinión es un absoluto escándalo.

¿Cuánto haya podido influir? Efectivamente, la presión a la que ha estado sometida la posibilidad de cambio político en España no ha tenido parangón. Ahora, eso se vence con muchos votos y con muchas ganas, reuniendo a mucha gente diferente. En la historia siempre hay conspiraciones, pero las conspiraciones no explican la historia. Porque luego todas las teorías de la conspiración no pueden contra un hecho mucho más fuerte, que es que la gente al final toma sus decisiones. ¿Las toma influenciada por cosas que se fabrican? Sin duda. Pero en un ambiente en el que circulan muchas ideas, las causas nunca son unidireccionales. A mí me parece que es grave. Ha podido erosionar. Pero Podemos toma sus decisiones, como cualquier fuerza política, y esas posiciones te colocan en un sitio o en otro.

Se sigue considerando de Podemos pero va a competir contra una lista de Podemos en la Comunidad de Madrid. ¿En qué se diferencia su candidatura de la de Isa Serra?

He vivido con desagrado y con tristeza los resultados del domingo y la resaca electoral. Porque Podemos es una cosa levantada por millones de personas con mucho esfuerzo, con muchas ganas, con muy pocos recursos y mucha voluntad de transformar nuestro país. Y desde hace un tiempo las decisiones no son las más idóneas para dar la vuelta a la tortilla en nuestro país, para equilibrar la balanza. ¿Por qué apuesto? Por una cosa que al principio creí que era compatible y que de repente parece que no lo es. Hoy me siento más cómodo con el tipo de izquierda que representa Manuela Carmena. Porque tiene capacidad efectiva de gobernar, de ser la alcaldesa de todos los madrileños y de representar un proyecto de futuro que empezó el día que los madrileños se la imaginaron de alcaldesa. Para que uno gobierne, alguien tiene antes que imaginarte gobernando, haciéndote cargo de sus asuntos, también de quienes no piensan como tú. Cuando haces eso, empiezas a tener la fuerza política e institucional para transformar las cosas.

Siempre me he sentido, y siempre lo he dicho, más cerca de esa orientación. Creí que se podían aunar, pero si no se pueden aunar, lo que a mí me representa y lo que representa las ideas con las que nació el primer impulso del cambio político en España en el 2014 es esa forma de hacer política. Esa izquierda, si se quiere más amable, si se quiere más transversal y en mi opinión con capacidad de llegar a mucha más gente y por tanto de hacer justicia y transformar las cosas.

Pero más allá de las personas y de su capacidad para parecer más amables, ¿hay alguna diferencia programática profunda entre lo que ustedes proponen y lo que propone Unidas Podemos en Madrid?

Hay dos, yo creo muy importantes. Una: nosotros ya estamos gobernando en la capital de España, en la capital de la Comunidad y queremos trasladar ese ejemplo a la Comunidad de Madrid. No estamos diciendo que lo haríamos, estamos diciendo que ya lo hacemos y que lo queremos trasladar a la Comunidad. Dos: en ese decir que lo queremos trasladar, lo que le ofrecemos al conjunto de los madrileños es la seguridad de que equilibrar la balanza no va solo para los que piensan como nosotros, sino que va fundamentalmente de la posibilidad de ganar el futuro con igualdad de oportunidades para todos. Yo aspiro a que todos los madrileños se imaginen que yo mañana, si soy presidente de la Comunidad de Madrid, me voy a preocupar de sus asuntos por razones de justicia social, no de lo que piensen las preferencias o el carné. Me parece que esa izquierda que quiere hacerle mejor la vida a toda la sociedad y en particular a los de abajo, a quienes más lo necesitan, es la que cambia las cosas.

Me parece que se ha demostrado en la capital de España, en el Ayuntamiento de Madrid, y que lo vamos a poder demostrar. A veces, los partidos comportan una mochila de anteojeras, del peso de los aparatos, que reduce el espacio para la innovación, para mirar un poco más allá, para la imaginación... y hace perder frescura. Nosotros la hemos recuperado y por eso aspiramos a un proyecto que dé toda esa energía que se ha levantado en España para frenar las derechas, y que es una energía positiva. Hemos visto que, cuando nos ponemos, somos capaces. Pues vamos a ponernos a conservar una ciudad que cuida más de su gente, de su aire, de la ecología, de las cuentas públicas y llevarlo a una Comunidad de Madrid que sea más ecologista, que sea más feminista, que tenga la capacidad de cuidar de lo que verdaderamente importa.

¿Pero eso no lo puede llevar a una candidatura como la de Isa Serra?

Los resultados del domingo en mi opinión son elocuentes y yo he votado y he pedido el voto para Podemos, pero me parece que en los últimos años ha habido una evolución que ha alejado a Podemos de los espacios de las mayorías y eso es una mala noticia para el cambio político que obliga a que se reaccione. Ojo, reaccionar no siempre es más cómodo, se pagan costes personales. Pero si uno no reacciona y elige la posición que sea la más cómoda individualmente, ese es el proceso que hace que los partidos a veces se oxiden un poco. Había que reaccionar. Por desgracia, ojalá no hubiera hecho falta, pero es que no se fundó Podemos para arrastrar a nadie a la izquierda. Se fundó Podemos para hacer justicia social en nuestro país, para conseguir una democracia más fuerte, más sólida, que cuidara más de la gente de nuestro país. Ese es el fin con el que uno tiene que estar comprometido. Lo otro son instrumentos y, en mi opinión, se han tomado decisiones que no siempre han sido las mejores.

Habla de los resultados de las elecciones generales en Madrid. Pero el bloque de la derecha –con PP, Ciudadanos y Vox– suma más que la de la izquierda, a pesar de una movilización masiva este domingo. ¿Cree que hay posibilidades reales de un cambio en el gobierno de la Comunidad de Madrid?

No quiero que esto suene muy fuerte, pero nos hemos quedado muy cerca, el bloque progresista frente al bloque conservador, y nosotros todavía no estábamos, todavía no concurríamos. Y le podemos insuflar más ganas, más aire fresco y por supuesto mucha más gente a ese bloque. Podemos contribuir a que crezca.

¿Pero a quién le robarían esos votos?

A mí lo que más me ha importado de las últimas elecciones generales en Madrid es que una muy buena parte de los barrios del sur de la ciudad y de las ciudades del sur de la comunidad, es decir, de los hogares donde la crisis ha golpeado más a la gente, que más se ha esforzado y que sin embargo lo ha pagado más duro, ha tenido que soportar sobre sus hombros más peso de la crisis y de las políticas injustas, en esos barrios y pueblos del sur de Madrid, la gente se ha movilizado mucho, de forma histórica. Eso ha contribuido de forma decisiva a que en España el bloque progresista haya ganado. Si esa movilización se mantiene, podría haber un gobierno de cambio. Nos hemos quedado cerca, y eso que nosotros todavía no concurríamos. Si me permitís la metáfora, al equipo del bloque progresista le faltan un par de jugadores por saltar al campo en las elecciones y creo que podemos marcar algunos goles que pueden ser decisivos para conservar el Ayuntamiento para Manuela Carmena, para ganar más municipios y para ganar la Comunidad de Madrid.

La situación, como dicen, en la Comunidad Madrid está más ajustada; pero en la capital la mayoría de la derecha ha sido más amplia ¿Hay posibilidades reales de que Carmena pueda revalidar la Alcaldía?

No tengo la menor duda de que Manuela va a ganar las elecciones.

Eso parece seguro en todas las encuestas, pero la clave es sumar más concejales.

Y creo que vamos a sumar más concejales. Los madrileños nos hemos acostumbrado tanto a que Manuela sea nuestra alcaldesa que la mayoría de madrileños demócratas y progresistas todavía no se ha puesto en el ejercicio mental de imaginar que a lo mejor no lo será. Porque lo hemos naturalizado tanto que Manuela es la alcaldesa de Madrid que ha hecho que la gente no se lo imagine. Todavía falta ese momento en el que los madrileños digan “¿sabes que si no se produce una masiva participación a lo mejor mañana no es Manuela la alcaldesa? ¿Que es alguien de Vox o de Vox y Ciudadanos?

Pero ya ha habido una activación masiva del voto y no ha sido suficiente.

Pues tenemos que ir un poco más allá. Ha sido efectiva y tenemos que ir un poquito más allá. Como digo, puede haber mucha gente relajada porque piense que es obvio que Manuela es alcaldesa. La ciudad está claramente mejor, salvo para Ayuso que echa de menos los atascos. Para el resto de los madrileños la ciudad está más limpia, es más feminista, el Ayuntamiento es más transparente y los madrileños saben en qué se gasta su dinero, y que se invierte más en los barrios del sur que más lo necesitan.

Habla de que la gente se tiene que dar cuenta de lo que supondría Madrid sin Manuela Carmena como alcaldesa, pero ¿cómo debe afrontar Más Madrid en la alcaldía esta campaña?

Ha habido muchas decisiones de campaña que no hemos tomado del todo hasta saber el resultado de las generales. Porque yo tenía mucho interés en saber cómo votaba la gente, no solo en los datos nacionales sino también en lo madrileño, porque lo nacional y lo madrileño siempre se cruzan. Tener una propuesta para Madrid es un embrión de tener una idea de lo que quieres que sea España. Y las discusiones de España siempre afectan a Madrid. ¿Qué es lo que han revelado estas elecciones? No es verdad que los gritos ganen, se les oye más pero no es verdad que ganen. Los insultos a veces producen titulares más fáciles pero no ganan.

¿Teme que el PSOE de Pedro Sánchez pacte con Ciudadanos?

Cometería un inmenso error. No sé si lo veo mucho ahora, porque Rivera ha decidido colocarse en una posición que a lo mejor le es rentable electoralmente pero que le hace un flaco favor a España. Cuando el PP se descompone, no se descompone porque ha llegado un nuevo cometa que descomponga los dinosaurios, lo hace básicamente porque son muchas décadas de saquear instituciones. El otro día alguien hacía un tuit, que no sé si es verdad o no, pero que parece plausible, que el PP puede empezar a tener más señores en Soto del Real que en la carrera San Jerónimo. Y eso explica la descomposición. Y ahora cuando el PP se descompone, Ciudadanos compra mercancía averiada. Pero no necesitamos otro PP, lo que necesitamos es un acuerdo para regenerar la vida política española. Rivera ha elegido colocarse en la misma posición que el Partido Popular. Es su decisión, pero nadie que se llame progresista puede querer un acuerdo con Rivera.

Me parece que el domingo los militantes del partido socialista en Ferraz o los simpatizantes lo dejaron claro, y el Partido Socialista traicionaría un mandato clarísimo, que es que hace falta un gobierno democrático y progresista que diga que las soluciones al problema de España no es atacar a nadie. No tendría ningún sentido buscar un acuerdo con un Ciudadanos que ha elegido ser el recambio PP.

Y en Madrid, ¿puede haber un acuerdo entre Ciudadanos, Ángel Gabilondo y usted para la comunidad?

Yo no lo veo, Ciudadanos ha elegido otra posición. Ciudadanos ha preferido tener a Vox de socio que buscar socios entre quienes defendemos la igualdad de oportunidades o la igualdad entre hombres y mujeres. Ellos verán, es su decisión. Pero nosotros vamos a ser coherentes con esa decisión. Ciudadanos ha decidido que se sitúa con Vox, que prefiere a la España de Vox que a la España del 8 de marzo. En mi opinión eso es un error que además no le hace ningún bien a la convivencia en España ni en Madrid.

Los progresistas tenemos que sumar un escaño más, porque no me cabe duda, si de Ciudadanos depende... Si de Ciudadanos hubiera dependido habría hecho alcaldesa a Esperanza Aguirre. Si Ciudadanos puede, le da la Comunidad Madrid, como si se la tiene que dar a Vox porque ha elegido que ese es su papel. Triste evolución la de un partido que decía que venía a regenerar. Pero nosotros tendremos que obrar en consecuencia.

El PSOE está intentando evitar un gobierno con Unidas Podemos y prefiere gobernar en solitario, ¿cree que es posible?

No lo sé. Tengo que decir que siento un poco de alivio al no estar en la tesitura de repetir todo aquel baile o aquellos vaivenes de la primera mitad del año 2016, espero que no se repita. Las formaciones políticas tienen que estar a la altura. No me meto porque no es mi cometido, yo tengo que trabajar para construir una mayoría alternativa en Madrid que recupere Madrid y que ponga orden.

Me parece que las urnas en España han hablado de forma clara: tiene que haber un gobierno progresista y se tiene que formar ya. No he entendido mucho eso del Partido Socialista de esperar a que pasen las municipales. Hay condiciones para formar gobierno ya y lo que le pediría a los partidos políticos es que se pongan de acuerdo. La fórmula esta vez no me corresponde a mí. No repitamos errores, no defraudemos a nadie y gobierno progresista ya, de inmediato. No veo por qué hay que retrasarlo.

¿Qué papel juega usted ahora en Podemos?

Soy votante... Y ahora que se ha puesto de moda hablar de fundadores, pues supongo que soy eso que se llama fundador. Y me siento emocionalmente vinculado, incluso si no estoy de acuerdo con algunas de las decisiones que se han tomado. Pero mi proyecto político para Madrid es otro, es Más Madrid, que creo que es el que puede ayudar a que gente muy diferente se reúna en torno un objetivo de futuro, en lugar de un objetivo exclusivamente de confrontación, un objetivo de gobernar para poner orden y ofrecer seguridad en la vida cotidiana. Eso es lo que siempre he querido hacer, y me parece que es lo que ha hecho Manuela Carmena, y es con lo que siempre me he sentido más cómodo. Es por lo que me presento a las elecciones del próximo 26 de mayo.

En estas generales curiosamente le ha ido mejor a la marca Unidas Podemos que a sus confluencias: que Compromís, que a las Mareas, ¿no teme que le pueda pasar eso en Madrid también?

Creo que eso tiene que ver con una parte del voto dual. Por ejemplo, en el País Valenciano la gente vota una cosa en las autonómicas y otra las generales, y cuando se hacen coincidir eso erosiona a quien sólo se presenta en clave autonómica. En nuestro caso, solo hay una decisión autonómica madrileña. Es verdad que hay europeas, pero creo que va a pesar más en la discusión lo municipal y autonómico. Que cada uno vote con plena libertad en las europeas, pero hay un proyecto claro para reunir a los madrileños y extrapolar lo que ha sido un gobierno cuidadoso, transparente y sensible de la ciudad de Madrid a la Comunidad de Madrid.

Es el único proyecto con el que me siento identificado. Lo dije el día que renuncié a mi escaño de diputado. Siempre he odiado el verbo 'estar' aplicado a la política. Esa idea de estar en política para calentar una silla, no tiene ningún sentido. Yo vine a la política para hacer política y hacerla es hacerla de acuerdo con mis convicciones. Esas son las que presento a las elecciones en Madrid, convencido además de que son las más útiles para hacer de Madrid un rompeolas progresista.

Visto el resultado de estas elecciones y que Juan Carlos Monedero habla de reiniciar Podemos, ¿cree que el partido que fundó precisa una refundación?

No lo sé, pero no es ahora mismo lo que me ocupa. Se gana muchísimo tiempo cuando uno no tiene que estar pendiente de las cuestiones internas, de las cuestiones de equilibrios internos del aparato. Se gana muchísimo tiempo para hacer política, para lo importante. Tienes muchísimo tiempo para estudiar sobre lo que sería la transición ecológica en la Comunidad de Madrid cuando no tienes que estar atendiendo estas cuestiones. No sé, será la dirección de Podemos la que tenga que tomar una decisión.

¿Usted se ve participando en el futuro en algún proceso interno de Podemos?

No, me veo muy aliviado de poder estar dedicando tiempo a aquello que me impulsó a entrar en política, que es pensar cómo cambias la vida de la gente y a veces los partidos y su vida te lo dificultan. Te hacen mirar demasiado adentro y poco a afuera, y nunca es bueno. No lo es para la vida, pero tampoco para la política.

Antes ha dicho que es un militante de base, pero sigue formando parte de la dirección de Podemos. No se le ha echado ni se ha ido usted.

Formalmente. Ahí Podemos tiene una contradicción, porque dijo que yo me había situado fuera, pero luego no decidió echarme, a lo mejor porque estaban en campaña. No sé, tendrán que tomar una decisión.

¿Y usted por qué no da el paso de dejarlo?

Es que la militancia en Podemos no es una militancia clásica, no es que uno tenga un carné que vaya a devolverlo.

Le digo de la dirección, no de la militancia.

Es una formalidad, en realidad. Confieso que le he dedicado muy poco tiempo. La dirección de Podemos dice que estoy fuera de Podemos. Si el proyecto de Madrid de trabajar codo a codo con Manuela Carmena para presentar una alternativa a los madrileños supone haberme colocado fuera, pues es una decisión de Podemos. No sé, ellos verán. Hay que dedicarle tiempo a las cosas importantes.