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Jornadas de hasta 11 horas y saturación en urgencias hospitalarias: la odisea de los médicos de Madrid en verano

Cartel contra la falta de médicos en Madrid.

Caio Ruvenal

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El verano trasluce la falta de médicos en la Comunidad de Madrid. A la conocida carencia estructural de personal, se suman en la temporada estival las ausencias por vacaciones, de las cuales no se cubre ni el 50%, según denuncian varios sindicatos. Este año, además, es particularmente preocupante porque los refuerzos habituales de médicos que finalizaron el examen del MIR terminarán este año el proceso en septiembre, retrasados por la pandemia. Los facultativos tanto de Atención Primaria como Hospitalaria han optado por doblar sus turnos, en jornadas de hasta 11 horas, recortar sus vacaciones o derivar a pacientes, en el caso de Atención Primaria, a otros centros de salud o urgencias hospitalarias.

La carga asistencial por la escasez de médicos —el Ministerio de Sanidad calcula que un 20% del personal sanitario toma vacaciones en este periodo— se hace más evidente en la sierra del municipio, que triplica su población en verano por el turismo y las segundas residencias, y en el sur. “De los siete centros de salud en la zona, tres están derivando a los pacientes a otros centros por la tarde, porque tienen un médico o, como mucho, dos”, cuenta la médica de familia que trabaja en Fuenlabrada Mar Noguera. “Lugares como Carabanchel, Vallecas o Pinto somos los más golpeados”, añade.

La media de pacientes oscila entre 50 y 60 por día, y los facultativos que están en la mañana deben hacer hasta cuatro horas extras casi a diario en la tarde, que se suman a las siete que cumplen en su turno. Son las tardes cuando se concentra la mayor cantidad de pacientes y los centros de atención primaria se quedan sin efectivos, por lo que la comunidad ofrece 500 euros para quien haga turno las cinco tardes de la semana y 300 euros para los que hagan tres, según el sindicato Amyts.

“Fundamentalmente, la zona más afectada es la sur, donde los recursos públicos son requeridos con mayor frecuencia y, por la renta per cápita de la población, es menos probable que haya gente que se desplace en verano. El resultado ha sido que muchos centros de salud supriman el horario de tarde en agosto y se derive a los enfermos a otros centros. Las listas de espera pueden llegar a los 20 días”, explica el director de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), Marciano Sánchez. La oferta de médicos es limitada en esta época del año y la demanda no se reduce tanto como se suele pensar.

“Aumentan las patologías relacionadas con la hidratación. Los niños tienen una capacidad disminuida para la concentración y ahorro de líquidos, y en los mayores de 65 años hay cambios en la función renal, por lo que no sienten sed a pesar de estar deshidratándose”, apunta Sánchez.

Los problemas de la turistificación de la sierra

En la sierra, al norte de la ciudad, la situación es similar o peor. La población puede hasta triplicarse, según datos de organizaciones turísticas, y los médicos de consultorios de Atención Primaria atienden entre 38 y 45 personas por día, además de otros 10 con urgencias, de acuerdo con una facultativa de familia de El Escorial.

“Llevo trabajando 35 años aquí y no se había conocido antes esta situación de precariedad. No solo se sustituían las ausencias por vacaciones, sino que se aumentaba la plantilla desde los últimos días de junio hasta los primeros de septiembre para cubrir la demanda de la población desplazada. Hay más de 1.500 pacientes sin médico desde finales de abril y tenemos que hacer horas extras, lo que causa roces entre los compañeros”, apunta. En la huelga de casi cuatro meses de 2023, Atención Primaria consiguió, entre otras cosas, cobrar 50 euros brutos por cada hora extra, que pueden ser hasta cuatro en el horario contrario al turno de trabajo.

El atasco en esta primera línea de asistencia médica provoca que la población llene las urgencias de hospitales y que se forme un cuello de botella. Madrid es la comunidad autónoma con menor afluencia en Atención Primaria, pero la que más visitas tiene a los servicios hospitalarios, según el informe nacional de salud del Ministerio de Sanidad publicado este mes.

“Ya de por sí Atención Primaria sufre un estrangulamiento, y a eso se le suma el periodo estival, donde no hay suficientes coberturas profesionales. Los recursos hospitalarios se utilizan entonces como mera asistencia para solventar problemas que deberían solucionarse en los centros de salud. Es una rueda de hámster que ocurre durante todo el año, pero se agudiza en verano”, apunta el portavoz de Comisiones Obreras para Sanidad Pública, Sergio Fernández.

En cuanto a hospitales, la no cobertura de vacantes por vacaciones de verano se traduce en el cierre de camas por parte de las administraciones. La Consejería de Sanidad, consultada por este medio, asegura que este año no se han cerrado y “están disponibles para su uso en caso de necesidad asistencial”. Sin embargo, las delegaciones sindicales afirman que no están disponibles cerca de 2.000 camas en Madrid, un número parecido al de otros años. Esto desemboca en que los pacientes no puedan ser ingresados y tengan que esperar horas o hasta días en las salas de observación de urgencias. El sindicato Mats del hospital 12 de Octubre denunció a principios de mes en su cuenta de X que había 48 enfermos esperando un ingreso porque se había cerrado el 20% de las camas en el nosocomio.

Sin nuevas contrataciones

Una situación parecida atraviesa el hospital Universitario de Móstoles, donde están ocupados los 19 sitios disponibles en urgencias y se ha tenido que adecuar una zona ancha del pasillo para poner cuatro camillas. “Según van surgiendo camas disponibles en las plantas, vamos subiendo gente, pero no es que se generen 14 altas por día para subirlos a todos. Los enfermos pueden estar horas o días en servicios de urgencias, pendientes de subir a planta. Es una época muy mala el verano, tanto como el invierno”, asegura Mar Laimez, urgencióloga del hospital de Móstoles.

Al no efectuarse las contrataciones, o al tener una demora de 21 días hasta las incorporaciones, los médicos de hospitales tienen que cubrir los vacíos entre ellos. “Un facultativo que hace cinco guardias al mes, en agosto tiene que hacer ocho, nueve o incluso diez para suplir a los compañeros que se van de vacaciones. El gran problema es que no hay sustitutos”, detalla el presidente de Atención Hospitalaria de Amyts y cirujano del Hospital del Tajo, Javier Ortega.

Desde el hospital de La Paz denuncian que hay profesionales, tanto médicos como de enfermería, que tienen que duplicar turnos y alargar su jornada hasta 14 horas. “Incluso si se juntan una guardia de noche y un turno de mañana, se hacen 17 horas seguidas. Invitan a que se doble el turno, pero esto tiene un coste para la salud y el descanso”, indica la representante sindical de Comisiones Obreras en esta institución médica, María Jesús Durán.

En el hospital de Henares, la plantilla ha optado por recortar sus vacaciones para que no existan huecos por cubrir. “Así nos ajustamos, sin poder coger el mes entero, porque se quedarían sin suplir las presencias en urgencias. Nos tenemos que acotar a dos semanas para que no queden puestos de guardia vacios”, cuenta uno de los urgenciólogos del Henares, Carlos Morante. Asegura que la carga laboral no disminuye en esta temporada y que patologías como insuficiencias cardíacas o renales suelen agravarse por la falta de hidratación.

La versión de la consejería

El panorama que maneja la administración pública es diferente. Un portavoz de la Consejería de Sanidad asegura que se ha autorizado a centros de Atención Primaria y Hospitalaria del Servicio Madrileño de Salud (Sermas) a pagar 20.667 mensualidades en la Comunidad, distribuidas en 1.085 para personal facultativo, 14.107 para personal sanitario no facultativo y 5.475 para personal no sanitario. Los contratos, no obstante, no son la única salida para paliar el déficit, aseguran sindicatos y médicos. Exigen ofertas atractivas que, más allá de lo económico, prioricen la conciliación entre familia y trabajo y una organización que permita el desarrollo normal del trabajo. “Si tú ofreces peores condiciones que las comunidades limítrofes, muchos profesionales deciden marcharse”, reclama una de las médicas entrevistadas.

España tiene un déficit de 4.450 médicos y 38.000 enfermeras, de acuerdo con un estudio del medio especializado Redacción Médica. Catalunya está a la cabeza con un requerimiento de 800 médicos de familia; le siguen Madrid y Valencia con un déficit de 500 facultativos cada uno. Aragón y Asturias son las que ostentan una menor carencia.

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