Los médicos de atención primaria de Madrid cumplen un mes de huelga indefinida. Los profesionales empezaron el lunes su quinta semana de paro y nada parece haber cambiado respecto al 21 de noviembre, cuando todo empezó. En los centros de salud se siguen sin atender las consultas, los médicos que están de servicios mínimos tienen sobrecarga de trabajo, no hay avances en la negociación con el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso y los profesionales en huelga están más convencidos que nunca de la necesidad de seguir con la protesta.
“Los médicos de familia han aguantado durante demasiado tiempo. Para cuidar bien a sus pacientes han hecho muchas más horas de las que les corresponden, casi siempre sin retribuir, por vocación. Hasta que se han dado cuenta de que es la misma asistencia la que está en peligro”, explica a elDiario.es Ángela Hernández, secretaria general de la asociación Amyts y portavoz de la huelga en Madrid. “O la Administración da un paso para recuperar la confianza perdida, o no hay otra forma de solucionar esto. Nos están haciendo una guerra de desgaste, pero estamos animados para seguir”, advierte.
La asociación asegura que el apoyo sigue siendo “altísimo”, pese a que los servicios mínimos han ido en aumento en muchos centros donde la escasez de pediatras ha obligado a varios de ellos a no tener derecho a la huelga en múltiples ocasiones. “En Amyts hemos palpado una huelga histórica, tanto por su participación en los centros como en los numerosos actos”, afirma un portavoz.
El pasado 21 de noviembre, unos 5.000 facultativos (4.240 médicos de familia y 720 pediatras) habían sido convocados a apoyar la huelga de atención primaria. Desde entonces, protestan en contra del exceso de trabajo que viven a diario, una situación intolerable que ha llevado al 92% de ellos al colapso emocional, según un estudio del Observatorio de Salud Mental del Colegio de Médicos de Madrid (ICOMEM). A pesar de las recomendaciones internacionales que fijan la carga diaria de los médicos entre 20 y 25 pacientes, los médicos madrileños atienden a más del doble de esta cifra y en algunos casos sin poder dedicar más de 10 minutos a cada persona.
Las “promesas incumplidas”
Hernández reconoce que no pensaba que iban a llegar a un mes de paro. “Sobre todo en el formato de una huelga indefinida, que tiene repercusiones para la población y también para los profesionales en forma económica”, recuerda la portavoz de la asociación, ya que por cada día que participan en la huelga, los médicos pierden unos 200 euros. “No es normal que una huelga de sanitarios dure tanto. Esto pasa porque la Administración no tiene repercusiones económicas y se puede permitir instrumentalizar la Sanidad”, condena Hernández.
En las semanas que han pasado desde el comienzo del paro, el comité de huelga se ha reunido ya cinco veces con la Comunidad de Madrid. Cada intento de llegar a un acuerdo ha sido más frustrante que el precedente. A día de hoy, las medidas que la administración regional ha puesto sobre la mesa no han convencido a los sanitarios, que reprochan que se trata de “promesas incumplidas” del pasado y no las consideran suficientes para mejorar la situación crítica en la cual se encuentra la atención primaria.
Durante las semanas de “negociaciones”, no han faltado los roces y tensiones no solamente con el Gobierno de Ayuso, sino también con los mismos profesionales del sector. El presidente del ICOMEM, Manuel Martínez Sellés, defendía el pasado martes la necesidad de desconvocar la huelga de médicos y pediatras de atención primaria asegurando que se habían producido “avances”. La petición del presidente, próximo a Ayuso, generó la ruptura entre los médicos y el colegio, que el comité de huelga llegó a tachar de “sindicato vertical”.
La gota que rebalsó el vaso se dio el pasado jueves, cuando Hernández y los otros miembros del comité se encerraron en una sala de la dirección general de recursos humanos de la Consejería de Sanidad, tras darse cuenta de que la reunión iba a cerrarse de nuevo sin acuerdo. “Lo más duro en estas 36 horas [el tiempo que permanecieron encerrados] ha sido darnos cuenta de que realmente no se iban a molestar. Llegáramos o no a un acuerdo, ni siquiera se iban a incomodar enviando al Consejero”, denuncia Hernández. “Llevamos un mes de huelga y no vimos a Escudero ni una sola vez. Esta es la importancia que presta a sus médicos”, añade.
Para intentar desbloquear una vez más la situación, el comité de huelga ha vuelto a pedir este martes que se organice una nueva reunión negociadora, aunque no han recibido respuesta por parte del Gobierno.
De servicio mínimo, pero trabajando al 100%
Las escenas que se pudieron ver durante el primer día de huelga continúan repitiéndose a diario en los centros de salud de toda la región. “No se atienden las consultas, los médicos están en huelga”, repite una y otra vez el celador del centro de salud Lavapiés, en el homónimo barrio de Madrid. “¿Otra vez? Pero si hace dos semanas me dijiste lo mismo. ¿Qué ha pasado ahora?”, pregunta un paciente que acudió para hablar con su médico de familia. “Nada, siguen igual. La huelga es indefinida”, contesta el profesional.
Los médicos notan que los pacientes empiezan a sufrir las consecuencias del paro. “Están cansados de escuchar que tienen que volver otro día para sus consultas. Y volver… ¿cuándo? Si nosotros tampoco sabemos cuánto vamos a seguir así”, señala Consuelo Barraso, facultativa del centro de salud Marqués de la Valdavia, en Alcobendas. De los 10 médicos que trabajan con ella, nueve están sacudiendo el paro desde el primer día y se han organizado para intentar que la huelga no afecte demasiado a las economías familiares. “Intentamos que los que tengan más dificultades hagan más turnos como servicios mínimos, mientras quien se lo puede permitir se presta a hacer más días de huelga”, explica.
En teoría, los facultativos que trabajan como servicios mínimos deberían limitarse a atender las urgencias, aunque después de un mes de paro se han acumulado tantas citas que empieza a ser imposible decirle que no a los pacientes, sobre todo si llegan preocupados a las consultas. “Ayer estuve de mínimos con otra compañera y en el turno de tarde citaron a 110 pacientes. Empezamos a las 14.30 y acabamos a las 21.15, pero sin levantarnos de la silla ni un solo minuto”, afirma Barraso.
“Más que mínimos se han transformado en máximos”, denuncia Antonio Jiménez, médico del centro de salud Lavapiés. “Es una situación muy extraña, porque al final da la impresión de que con menos gente se puede sacar el trabajo igual, y esto es peligroso. Estamos reivindicando unas agendas dignas para poder hacer bien nuestro trabajo, pero estamos con más sobrecarga que nunca”, asegura.