Ejerciendo de chulapos, con claveles rojos en el pelo o las orejas, unas 200 personas, la mayoría jóvenes, han ocupado esta mañana el histórico convento de Las Recogidas de Madrid, que fue sede de UGT hasta 2017 y esperaba ahora a su conversión en hotel, tras recalificar el suelo el Ayuntamiento el pasado febrero. La maniobra llega cuando se acaba de conocer que el Tribunal Supremo ha confirmado que el desalojo del centro autogestionado La Ingobernable a finales de 2019 fue ilegal. Para la entrada en el inmueble se han puesto de acuerdo el propio colectivo de la Ingobernable y otros del activismo social madrileño, como Rebelión o Extinción, el Sindicato de Inquilinas, el centro social La Ferroviaria o Fridays for Future.
La entrada en el bloque tiene una simbología doble. Por un lado, es el último evento del enfrentamiento entre los movimientos sociales y el alcalde, José Luis Martínez-Almeida (PP), que hizo del desalojo del anterior espacio una de sus promesas de campaña electoral, para acabar clausurándolo irregularmente. Por el otro, señala a UGT por haber alquilado el convento a una empresa hotelera y participar en el proceso de conversión de la ciudad en foco del turismo de masas, “sumándose a las políticas neoliberales del consumismo”, como señalaban a las puertas del edificio, en el número 88 de la calle Hortaleza, los portavoces Silvia S y Martín S.
Aplausos, risas y bailes al son de la música de un altavoz han acompañado la entrada en el recinto y según se iban colgando las pancartas de las ventanas. Jugando con las fechas, la primera explicaba motivos: “Nos ponemos chulos contra la especulación”. La segunda presentaba el apellido del alcalde y el nombre del sindicato, unidos por un corazón. En la acera, los coros de rigor: “10, 100, 1.000 ocupaciones” o “gobierne quien gobierne, Madrid se defiende”, mientras a cierta distancia empezaban a aparecer vehículos policiales, que durante la primera hora no llegaron a intervenir.
Se trata ahora de “generar nuevas conexiones y círculos en este Madrid no institucional”, con ilusión, pero teniendo en cuenta que habrá resistencias. “Almeida nos tiene una batalla declarada y nos va a meter por todos los lados”, ha asumido el portavoz Martín, que celebra que la actuación coincida con la decisión de los tribunales. “Nos ha venido al pelo para el lema de ‘un desalojo, otra ocupación”, ha bromeado.
Mientras tanto, el sábado primaveral en una calle turística seguía su curso, precisamente en el sentido que los ocupantes pretenden limitar: repartidores de comida en bicicleta, decenas de turistas con maletas de ruedas desfilando en fila india y visitantes observando divertidos la escena. “Pásate si eres vecino”, conminaba una de las presentes a un hombre en bermudas y camisa veraniega que le preguntaba qué estaba pasando. Un camión municipal de la limpieza cruzaba la vía y el conductor pitaba. Otro tanto hacía el chófer de un coche VTC. Los presentes jaleaban los pitos. No parecía, de entrada, que nadie que viese la escena se fuese a instalar una alarma contra robos al llegar a casa.
Hacia las 21:30 de la noche, los activistas han denunciado que la policía sigue acordonando la zona, tras ocho horas, “sin agua, sin comida y sin poder acceder a un baño”. “La policía nos ha confirmado que no tienen orden de desalojo pero no nos da más información y la propiedad se niega a hablar con nosotras” cuenta una de las portavoces, Silvia S. Denuncian también que la policía ha impedido entrar a medios durante estas horas y que nadie les da información sobre cuánto se va a alargar esta situación.
La respuesta de UGT
Más de 9 horas después de la ocupación, UGT ha lanzado un comunicado en su página web en el que exige “el desalojo inmediato” de su sede, “un edificio perteneciente en su totalidad al sindicato, y que ha sido pagado y costeado con el sacrificio de millones de persones trabajadoras a través de sus cuotas”. “Hace unos meses, denunciamos la ocupación que protagonizo un grupo de la ultraderecha italiana sobre la sede del sindicato italiano CGIL. Hoy, es la Unión General de Trabajadoras y Trabajadores quien sufre la ocupación por parte de un grupo de ultraizquierda radical, que no tiene en cuenta los intereses de las personas trabajadoras de este país, ocupando los edificios de los sindicatos de clase”, añaden en su página web.
“UGT y su dirección, tiene la potestad de decidir la gestión de su patrimonio como considere oportuno, con el fin de obtener el máximo rendimiento para poder destinarlo a la lucha, la mejora y la defensa de los derechos e intereses de la clase trabajadora de nuestro país, y a quien la organización destina todos sus recursos”, concluye el sindicato.
El inmueble, que data de 1623, aunque fue reconstruido en varias ocasiones (ardió en la Guerra Civil), tiene una superficie de casi 4.000 metros cuadrados y goza de protección patrimonial. Ahora queda “a disposición de los movimientos sociales y el sindicalismo de base”, esperan los promotores. Para la tarda estaba programada la primera asamblea abierta, en la que se definirán los objetivos iniciales. “Se trata de que sea transversal, metropolitano”, dicen los portavoces, que desean un refugio dentro del “Madrid hostil de la extrema derecha”.