PERFIL

Pedro del Cura, el pedagogo que rearmó a la izquierda en Rivas

Aitor Riveiro

4 de julio de 2022 22:29 h

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“Me tendré que reciclar” decía irónico Pedro del Cura (Madrid, 1974) a elDiario.es al relatar que este mismo jueves regresará a su puesto de funcionario del Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid dos décadas después. Un Ayuntamiento que ahora conoce mejor tras sentarse los últimos ocho años en el sillón de la alcaldía. Un periodo al que hay que sumarle 12 años como concejal en diferentes funciones. Pero el periplo institucional de este educador social y pedagogo ha tocado a su fin. Del Cura anunció este lunes su intención de dimitir de forma inmediata, tal y como adelantó este medio. El jueves ya será oficialmente exalcalde del municipio más poblado que gobierna Izquierda Unida en toda España y su último bastión en la Comunidad de Madrid.

Rivas (92.925 habitantes) siempre ha sido una ciudad de izquierdas. Desde 1991 la Alcaldía ha estado en manos de IU, con resultados electorales por encima del 40%, incluida alguna mayoría absoluta en su haber. La ciudad, que tuvo en el barrio de Covibar (Cooperativa de Vivienda Baratas) uno de sus estandartes sociales, ha experimentado un gran crecimiento en los últimos años hasta registrar una renta media en 2019 que ronda los 35.000 euros por habitante, lo suficiente para colocarse en el número 30 de la región.

Como tantos otros, Del Cura llegó a Rivas desde Madrid. Cuando su familia se mudó, él tenía 12 años y apenas vivían 5.000 personas allí. Vio crecer la ciudad, y ya desde entonces fue testigo, y víctima, de una carencia de servicios públicos dependientes de la Comunidad de Madrid que hoy sigue. El joven, militante de la izquierda desde su juventud, se engarzó en su tejido social de la ciudad, mientras estudiaba una diplomatura en Educación Social, primero, y la licenciatura en Pedagogía, después. Todavía le dio tiempo a cursar un máster en Psicología del Trabajo y de las Organizaciones.

El cambio demográfico que supone la llegada de miles de personas cada año no ha provocado, al menos de momento, un giro electoral en sus habitantes en los comicios municipales, que se celebran siempre el mismo día que los autonómicos. Los ripenses han dado más de una vez el triunfo al PP para la Asamblea de Madrid. Pero nunca ha estado cerca de gobernar el Ayuntamiento.

En 2014, cuando Pedro del Cura asumió el bastón de mando, la situación era, en el mejor de los casos, complicada. Un agujero contable en la Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo, la joya de la corona de la localidad, provocó un cisma interno en IU con reverberaciones en la organización a nivel autonómico, que arrastraba ya antiguas diferencias en su seno.

En aquella batalla, Pedro del Cura estaba del lado de la llamada “minoría”, una categoría en la que se ha posicionado habitualmente. En 2003 se sentó por primera vez en el Pleno del Ayuntamiento y en el Gobierno municipal como concejal de Infancia y Juventud. Era, precisamente, el área para la que trabajaba como funcionario. Desde entonces ascendió poco a poco en el escalafón municipal y de IU en la localidad hasta ser portavoz del grupo en el pleno y segundo teniente de alcalde con José Masa como primer edil. Pero siempre en el equipo contrario a nivel interno.

Hoy, el todavía alcalde de Rivas también forma parte de la “minoría” en IU de Madrid, que no de Rivas. Pero en 2014, la “minoría” representaba un 49% de la organización y ocurrió algo que no todos esperaban y cuyo nombre se decidió, precisamente, en un viaje en coche entre Rivas y Madrid: Podemos.

Del Cura y los suyos ganaron la pelea en Rivas. Masa dimitió y cedió el mando a quien por entonces ya era coordinador local de IU, quien optó por dimitir de su cargo orgánico para centrarse en la institución y no acumular responsabilidades. Era mayo de 2014 y quedaban poco más de 10 días para las elecciones europeas en las que Podemos se presentó por primera vez.

Aunque la atención mediática que acaparaba Pablo Iglesias era todavía incipiente, Del Cura conocía bien al politólogo, pareja en aquel momento de Tania Sánchez, vecina entonces de Rivas, exconcejala y diputada de la Asamblea regional. Y lo más importante, muy amiga de Del Cura.

El cataclismo en la izquierda madrileña fue monumental. En 2015 IU se partió, con la dirección federal en la que ya sobresalía Alberto Garzón empujando para una renovación de caras, propuestas e instrumentos políticos y la dirección regional aguantando y replegándose en los municipios del sur. En el Ayuntamiento de Madrid hubo dos candidaturas diferentes con miembros de IU, aunque la “oficial” quedó fuera. Lo mismo ocurrió a nivel autonómico.

También en Rivas, aunque IU logró mantener el primer puesto frente a Rivas Puede, la marca que aglutinó a candidatos de Podemos, que no se presentó formalmente a las elecciones municipales de ese año. De hecho, en Rivas la candidatura no contó con el apoyo de la dirección de Podemos, que veía en Del Cura un futuro aliado y donde ya había quien defendía abiertamente la conformación de un frente que aglutinara otras fuerzas, como ocurrió en parte en las elecciones generales de 2015 y, con más contundencia, en la repetición de 2016.

Pese a la fractura, Del Cura logró recomponer IU y arreglarse con Podemos, que entró a formar parte del Gobierno municipal en 2017. La paz no duró mucho, aunque no por un conflicto en Rivas. La ruptura de Íñigo Errejón y Manuela Carmena con Podemos en 2019 reventó el mapa electoral madrileño. En el municipio, Del Cura retuvo a IU, Equo y sumó a Más Madrid. Podemos se presentó en solitario. Tras las elecciones, ambas candidaturas firmaron un acuerdo de Gobierno de coalición al que se sumó posteriormente el PSOE, lo que garantiza la mayoría absoluta en el Pleno.

El dirigente, curado de las habituales cuitas internas en la izquierda, ha optado por dimitir un año antes del final de su mandato y tras cumplir ocho años como alcalde, lo que equivale a dos mandatos completos. “Yo defiendo las limitaciones”, asegura en conversación con este medio. El traspaso de poderes a su número dos, Aída Castillejo, pretende ser modélico ante lo que suele ser más habitual. Incluido el suyo propio. Del Cura confía en tener atado el apoyo del aparato de IU, pero también de Más Madrid y de Podemos.

En el haber de Pedro del Cura hay algunos hitos de impacto estatal. Fue Rivas, en un contencioso con la Comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre, quien provocó las sentencias del Tribunal Supremo que obligaron temporalmente a la banca a pagar un impuesto hipotecario. Temporalmente, porque el Supremo se autoenmendó en una decisión que provocó una gran contestación social.

También ha abierto la puerta, en otro litigio, a que las compañías de seguros contribuyan con una tasa a pagar el servicio de extinción de incendios que cobran a los titulares de pólizas de vivienda y que no ofrecen, porque ya lo hace la administración pública.

Una de sus últimas acciones pone en duda incluso el desarrollo de la ciudad. Una consulta popular promovida por el propio Ayuntamiento ha apostado por paralizar la construcción de viviendas mientras la Comunidad de Madrid de Ayuso no dote al municipio con servicios tan básicos como un segundo centro de salud o colegios, y que dependen del Gobierno autonómico.

¿Qué futuro le depara a Pedro del Cura? Él dice que volver a sus labores de funcionario municipal. Y seguir como militante de base de la izquierda “para que en 2023 tres mujeres asuman las riendas de este país”, en referencia a Aída Castillejo en Rivas, Mónica García en la Comunidad de Madrid y Yolanda Díaz como presidenta del Gobierno“.

¿Y si alguna le llama a él? Del Cura niega, pero de la forma que niegan los políticos cuando no están seguros. “Se vienen cosas, pero yo me incorporo a mi puesto”, asegura a elDiario.es. El viernes estará en la puesta de largo de Sumar, la plataforma que lidera Yolanda Díaz y con la que quiere aglutinar un frente amplio para las generales de 2023. Del Cura añade que “como militante seguirá a disposición” de su organización “y de la izquierda”. Y apunta: “Trabajaré donde me toque como militante”. Si Yolanda Díaz llama a su puerta, “a su disposición”. “Estaré donde me toque. Pero no voy a encadenar un puesto con otro ni hacer carrera”.