La pelea de Ayuso por la mayoría absoluta: ataques a Sánchez y desafío a Feijóo

Para Isabel Díaz Ayuso, no obtener la mayoría absoluta el 28 de mayo en las elecciones a las que se presenta por tercera vez “sería una decepción”. Lo dijo en una entrevista el pasado 24 de marzo y por ahora las encuestas no reflejan un escenario claro que apuntale esa posibilidad. Los sondeos reflejan que la lideresa del PP de Madrid roza esa ansiada mayoría absoluta, pero eso no es suficiente. Por eso Ayuso ha redoblado los ataques contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y ha desafiado incluso a su propio partido pidiendo la ilegalización de EH Bildu, en contra de lo manifestado por Alberto Núñez Feijóo y toda la dirección del PP y en sintonía con Vox.

La deriva de la presidenta madrileña la llevaba este viernes también a desdeñar la petición de las víctimas de ETA que le pidieron que deje de utilizarlas políticamente en su guerra contra el Gobierno. Ayuso acusó incluso en una entrevista en RNE a Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite y hermana del asesinado por la banda terrorista Gregorio Ordóñez, de tener algo en contra del PP, después de que esta la hubiera criticado por decir que “ETA [que se disolvió hace cinco años y dejó de matar hace 12] está viva”. En su huida hacia adelante, Ayuso obviaba que fue la propia Ordóñez quien alertó de que 44 terroristas formaban parte de las listas electorales de Bildu.

La fórmula usada por Ayuso no es nueva: la conocen bien en la Moncloa y también en el PP. La estrategia de polarización y confrontación constante contra Pedro Sánchez le sirvió hace dos años para lograr un amplio respaldo en las urnas con el adelanto electoral. Ayuso pasó de haber cosechado el peor resultado del Partido Popular en 2019 con 36 escaños, a obtener 65 escaños en dos años, más que la suma de las formaciones de izquierdas, cumpliendo además uno de sus objetivos: la desaparición de Ciudadanos de la Asamblea de Madrid, con quien hasta entonces gobernaba en coalición. La presidenta regional se quedó a cuatro escaños de la mayoría absoluta y tuvo que depender de Vox, que excepto al final de la legislatura cuando tumbó los últimos presupuestos, ha apoyado casi todas las iniciativas del Gobierno regional.

“Cuando el discurso de Pedro Sánchez, Bildu y Podemos van todos en la misma línea, nos debemos preocupar”, defendía este viernes en un enésimo intento por vincular al Gobierno con ETA. “Simplemente, pido que se revise [la posible ilegalización de EH Bildu]”, manifestaba a pesar de que en su partido daban por zanjado el debate después de que la Fiscalía General del Estado descartase la ilegalización de acuerdo a la actual ley de partidos afirmando que EH Bildu es un partido “democrático”.

El propio Borja Sémper, portavoz de campaña del PP, aseguró que la formación vasca “no incumple la ley de partidos” y que el PP acepta “con naturalidad democrática que esté en las instituciones”. También Feijóo aseguraba que se había “vencido” al terrorismo, en la línea opuesta a lo manifestado por Ayuso cuando dijo que “ETA está viva”. Cuca Gamarra era preguntada este viernes por las palabras de Ayuso sobre Consuelo Ordóñez y descartaba respaldar a la presidenta madrileña: “Son sus afirmaciones”, trataba de salir del paso la secretaria general del PP.

“No es un pulso al PP, es un pulso a Bildu”, trataba de justificarse durante su entrevista en la radio pública sobre las evidentes discrepancias con su partido. Ya después, en un acto de Parla, acusaba al presidente del Gobierno de azuzar el choque interno con su partido. “Buscan una discrepancia en el Partido Popular promovida por Sánchez desde Moncloa con ese rodillo para quitarse de encima la tensión y el bochorno que supone estar pactando con Bildu desde hace años”, decía durante un mitin.

No es la primera vez que Ayuso busca el enfrentamiento con Sánchez y acaba chocando con su propio partido. Pasó recientemente también el pasado 2 de mayo cuando vetó al ministro de Presidencia, Félix Bolaños, en la tribuna del desfile cívico militar ordenando a la responsable de protocolo de una comunidad a impedir el paso del ministro a un acto oficial. Aunque Feijóo participó en un primer momento de esa situación, al día siguiente en el PP trataron de pasar página ante el deterioro institucional. Sin embargo, Ayuso trataba de estirar la polémica en contra de la directriz de su partido. Meses antes, desde el entorno de Ayuso también presumieron de haber evitado que Feijóo pactase la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Con EH Bildu y ETA, en el PP consideran que la presidenta regional está traspasando todos los límites insistiendo en una ilegalización que ya han descartado sus servicios jurídicos. También cuando asegura que Consuelo Ordóñez “tiene problemas personales con el PP ya desde hace años”, algo que “demuestra”, defienden fuentes del PP, que la huida hacia adelante “es completa”.

Pese a todo, Ayuso defendía este viernes que no necesita “electoralmente este asunto para absolutamente nada” porque las encuestas reflejan que “las cosas van muy bien”. En el PP discrepan de tal afirmación y apuntan a que obtener actualmente la mayoría absoluta es su principal prioridad.

La sucesión de Feijóo

Vox aún no ha dicho qué hará si Ayuso vuelve a necesitar sus votos para una investidura: si pedirá o no entrar en el Gobierno, como ya ha hecho Javier Ortega Smith si es José Luis Martínez-Almeida quien depende de su apoyo. Pero obtener la mayoría absoluta para Ayuso trasciende de ser una cuestión de gobernar en solitario. En el PP tienen claro que tiene que ver también con la sucesión de Alberto Núñez Feijóo, si es que el líder del PP no logra gobernar tras las generales. El dirigente gallego ya ha manifestado que dejará el liderazgo del partido conservador si no logra llegar a la Moncloa y en ese escenario Ayuso aspira a poder dirigir la formación.

En el Partido Popular no tienen dudas de que la ambición de Ayuso es esa y para lograr ese objetivo la mayoría absoluta es uno de los requisitos, si finalmente se tiene que medir con otro de los delfines del PP: Juanma Moreno, presidente de Andalucía, que hace un año alcanzaba la mayoría absoluta en un feudo donde la izquierda había sido líder durante casi cuatro décadas. “Ayuso es consciente de que para entrar en esa lucha es necesaria una carta de presentación que al menos la iguale con su competidor”, dice un dirigente de la formación conservadora.

Antes que Feijóo, Pablo Casado ya sintió esa amenaza cuando Ayuso basó toda su estrategia en ser “la oposición” a Pedro Sánchez, enfrentándose incluso a la dirección del partido. La caída de Casado por denunciar el contrato de mascarillas de su Gobierno por el que su hermano, Tomás Díaz Ayuso, cobró 284.000 euros, no ha supuesto el cese de las discrepancias de Ayuso con la actual dirección y su empeño en situarse como la líder de la oposición al Gobierno. “No tengo rivales en Madrid, compito contra Sánchez”, dijo hace unas semanas en una entrevista en El Mundo. A nueve días de las elecciones, falta por ver hasta dónde es capaz de llegar Ayuso por esa mayoría absoluta.

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