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Primer debate del estado de la región para Ayuso y Aguado entre tambores de moción de censura o adelanto electoral

El pacto de Gobierno en la Comunidad de Madrid entre PP y Ciudadanos apenas ha cumplido un año y ya nadie en la Puerta del Sol cree que pueda resistir una legislatura. Las especulaciones sobre una ruptura abrupta de ese acuerdo se han vuelto a desatar los últimos días mientras la región lidera las cifras de contagios por el virus y su Gobierno es una sucesión de improvisaciones y anuncios de los que una parte de la coalición se entera por la prensa. La situación es difícilmente sostenible: hay huelgas convocadas de sanitarios, de profesores y hasta de alumnos. Médicos de atención primaria se han dado de baja y han preferido el paro, vista la situación de los ambulatorios. En medio del caos, la presidenta autonómica ha improvisado un tour de entrevistas, del que tampoco ha salido bien parada.

Y en ese contexto, el secretario general del PSOE de Madrid y a la vez delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco, deslizó esta semana la posibilidad de entregar el Gobierno a Ciudadanos para desalojar al PP de unos despachos que ocupa desde 1995. El guiño de Franco era en realidad una forma de meter presión al partido de Inés Arrimadas, en pleno viraje al centro, para que decida si su nueva posición política es compatible con sostener a Ayuso en el Gobierno, consciente de que el bipartito está roto a la mitad.

Las palabras de Franco hicieron cundir el nerviosismo en la Puerta del Sol y la cosa empeoró al día siguiente cuando el vicepresidente regional, Ignacio Aguado, respondía a las declaraciones del dirigente socialista asegurando que una moción de censura no entra ahora entre “las preocupaciones de los madrileños”. Para Ayuso, la respuesta de su vicepresidente fue tibia, ya que Aguado esquivó la pregunta directa sobre si aceptaría o no el ofrecimiento del PSOE. Diferentes medios cercanos a la presidenta –entre ellos La Razón–, publicaron entonces que Ayuso se planteaba un adelanto de elecciones para hacerlas coincidir con las catalanas, unas informaciones que fueron desmentidas después por la presidenta de Madrid que aseguró que estaba “centrada en gobernar”.

La amenaza de pulsar el botón electoral tampoco es nueva: hace unos meses, en mayo, Ayuso lo intentó y tuvo que ser Pablo Casado quien frenara una operación que ya estaba decidida por la presidenta madrileña, según fuentes conocedoras de esos planes. La propia dirigente del PP reconoció públicamente unas semanas después que había barajado la idea de llamar a las urnas en mitad de la pandemia. Entonces, diferentes encuestas la situaban como la ganadora de unos hipotéticos comicios. Lo que veían arriesgado en Génova era que pese a la victoria, el PP seguiría dependiendo de Ciudadanos, que ahora tiene una nueva estrategia política y ya ha levantado el veto al PSOE, y con Vox –aún más fuerte– para gobernar.

Desde el PSOE desmienten oficialmente que estén pensando es estos momentos en una moción de censura, más aún con la situación crítica en la que se encuentra la Comunidad de Madrid con los casos por coronavirus de nuevo disparados. Ni socialistas ni Ciudadanos han iniciado ningún tipo de conversaciones en esa dirección, aseguran desde ambas formaciones. “Desestabilizar ahora la región con un cambio de Gobierno no es lo más inteligente ni lo que esperan de nosotros los ciudadanos”, asegura un dirigente importante del PSOE que añade que antes de plantear la Presidencia para Aguado habría que explorar la vía de un gobierno socialista, como planteó Franco.

Pero hay otros partidos de izquierdas en la Cámara madrileña que creen que la situación de Madrid y la gestión que ha hecho la dirigente del PP de la pandemia es motivo suficiente para intentar una moción aunque sea para perderla. “Trabajamos y trabajaremos por que la señora Ayuso no esté ni un minuto más al frente en la Puerta del Sol porque nos lleva a estar en una situación peligrosa”, decía esta semana la portavoz adjunta de Más Madrid, Mónica García, una de las dirigentes que más ha crecido durante los últimos meses, erigida en portavoz del colectivo sanitario, como médica que es, durante un debate en la Cadena SER.

Con este clima político, la presidenta autonómica enfrenta este lunes y martes su primer Debate del estado de la región. Aunque en un principio algunas voces del Gobierno regional apostaban por que la presidenta aprovecharía para anunciar una remodelación de Gobierno con el cambio de varios consejeros –los de Sanidad y Políticas Sociales, en plena guerra entre ellos desde hace meses– y la reducción de consejerías para atraer a Vox a un acuerdo de presupuestos, ahora creen que Ayuso se centrará en anunciar medidas de refuerzo de la sanidad, especialmente de la atención primaria, después de que los sanitarios de los centros de salud hayan convocado una huelga indefinida a partir del día 28 de septiembre.

Los datos no acompañan a la presidenta madrileña: la región concentra desde las últimas dos semanas más de un tercio de todo lo que se está diagnosticando a nivel nacional. Sanidad notificó este viernes 12.183 casos, de los que 4.195 pertenecen a la Comunidad de Madrid. Las hospitalizaciones semanales tampoco han dejado de multiplicarse desde principios de agosto, y aunque la región está lejos de la situación asistencial que tenía en los peores meses de la pandemia cuando la sanidad colapsó, la ocupación solo de pacientes Covid ronda el 60%, unas cifras “preocupantes” para sanitarios y Gobierno.

Madrid vuelve a estar a la cabeza de los contagios en el país en esta segunda ola epidémica. La autonomía que lideró los casos y los fallecidos del país en primavera cruza los dedos para que la vuelta a las aulas y el regreso de la rutinas laborales no empeoren la situación. Varios consejeros reconocen a elDiario.es que existe un temor real a que la autonomía tenga que cerrarse en dos semanas ante un mayor descontrol de los contagios y admiten que la gestión que la presidenta madrileña ha hecho este verano no contratando a los rastreadores y sin reforzar la Atención primaria ha tenido mucho que ver. “Lo de los rastreadores no tiene ningún tipo de explicación ni justificación”, dice un miembro del Gobierno regional.

Los errores en la gestión han llevado a Ayuso esta semana a buscar un perfil más institucional. La dirigente popular pedía este jueves por carta al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, un encuentro bilateral en el que se dejaran de lado “las legítimas discrepancias políticas”, después de haber sido la presidenta autonómica que más confrontó con el Ejecutivo central durante el estado de alarma y de haberle acusado de “ensañamiento” en esta segunda ola epidémica. En la misma línea iba dirigido el mensaje que la presidenta madrileña lanzó desde la cadena pública Telemadrid por el inicio del curso escolar. Los motivos de este cambio de discurso es que en Sol manejan encuestas que dicen que el perfil de confrontación que impulsó a la presidenta madrileña durante la primavera, ha dejado de darle rédito electoral ahora que ha sido ella en solitario la que se ha enfrentado a gestionar, sin mucho éxito, la pandemia.

Además, está la decisión de Pablo Casado de aupar como portavoz del partido al alcalde, José Manuel Martínez-Almeida, que ha adoptado una posición mucho más conciliadora durante la crisis, y que ha dejado descolocada a la presidenta regional, en un momento en que los barones autonómicos reclaman moderación al líder del PP.

El miedo real de Ayuso a una moción de censura apoyada por Ciudadanos evidencia las delicadas relaciones entre los socios de coalición y la sitúan en permanente tensión por si tiene que anticiparse con un adelanto electoral. El Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid establece que una vez presentada una moción, no se pueden convocar elecciones. Y en esa tensión viven las dos alas del Ejecutivo autonómico.

“Estamos como en las películas del Oeste, quien dispare primero tiene las de ganar”, describe la situación un diputado de Ciudadanos. También puede asemejarse a la estrategia ‘MAD’ pero al revés. Esta teoría de la guerra nuclear –la estrategia MAD, destrucción mutua asegurada por sus siglas en inglés– reza que nadie dispara los misiles porque sería la muerte para los dos. Fue la base de la guerra fría. Sin embargo, la situación en Madrid es la contraria: el primero que dispare de los dos puede ganar. Si Ciudadanos respalda una moción de censura, Ayuso muere. Si el PP adelanta las elecciones, es Ciudadanos quien tiene riesgo de desaparecer. Así lo viven ambas formaciones que durante dos días intentarán escenificar un clima de unidad, con todos los focos apuntando al debate parlamentario más importante del año.