La decisión de Pablo Iglesias de presentarse como candidato de Unidas Podemos a las elecciones del 4 de mayo ha sacudido el escenario madrileño ya de por sí agitado. Esta decisión relanza las opciones del bloque de izquierdas (que componen PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos), que antes de ese salto vislumbraba la posibilidad de que UP no entrara en la Asamblea de Madrid, por no alcanzar el mínimo del 5% de votos, como un suceso probable que pudiera dejarles sin ninguna opción de derrotar al bloque de derechas (formado por PP, Vox y Cs), liderado por Isabel Díaz Ayuso.
Las encuestas más recientes confirman que la llegada de Iglesias a la política regional aleja a Unidas Podemos del umbral mínimo (5%) necesario para obtener representación en la Asamblea, situándolo en un espacio más seguro y pudiendo conseguir entre 7 y 15 escaños, según el sondeo que se consulte.
Pero esto puede ser insuficiente para la izquierda, que ve mermada su capacidad de absorber votantes entre 2 y 3 puntos respecto a las elecciones de 2019 y alrededor de 4 puntos respecto a 2015, consiguiendo en torno al 45% de los votos, según el promedio de encuestas. En ambas ocasiones, el bloque de izquierdas no consiguió suficientes diputados para formar gobierno.
De hecho, habría que remontarse hasta 1991 para ver un gobierno distinto al del PP en la Comunidad de Madrid, cuando Joaquín Leguina encarrilaba su tercera legislatura bajo el paraguas de Felipe González al frente del gobierno central.
De todos modos, en 1987 el PSOE pudo llegar al gobierno gracias a la abstención de 16 diputados del CDS y 7 de Izquierda Unida. Algo similar necesitarían los socialistas en las elecciones del próximo 4 de mayo, si se cumplieran los pronósticos de hoy.
Esta vez, si una oferta amplia de izquierdas —compuesta por tres partidos con espacios políticos diferenciados— no consiguiera movilizar a su electorado potencial, necesitarían el apoyo de Ciudadanos, siempre y cuando este consiguiese superar la barrera del 5%. De lo contrario, si el partido de Inés Arrimadas continuara con su sangría y terminara cayendo por debajo del umbral mínimo, esos escaños se repartirían proporcionalmente entre los demás partidos y complicaría aún más la formación de un gobierno progresista.
Aun así, parece que la llegada de Iglesias ha empezado a movilizar el electorado de izquierdas y podrían competir contra un bloque de derechas muy movilizado. Según apunta José Pablo Ferrándiz, doctor en sociología e investigador principal de Metroscopia, “Iglesias ha logrado no solo despejar el peligro de que Podemos no alcance el 5% sino también movilizar a una parte del electorado que estaba desmovilizado”.
Por tanto, es importante conocer cómo impactaría la participación en las próximas elecciones, que se celebrarán un martes laborable y en plena pandemia, y ver si los votantes terminan movilizándose homogéneamente o, de lo contrario, si habría algunos estratos sociales más movilizados que otros.
A día de hoy, algunas encuestas apuntan a una participación superior a la de 2019 (64%), pero no hay consenso entre ellas. Según una encuesta de Metroscopia del 11 de marzo, previa al anuncio de Iglesias, el 63% de los madrileños acudiría a votar en las próximas elecciones. Otra encuesta, esta vez de SyM Consulting del 10 de marzo, apuntaba a una movilización del 73%, que llegaría a superar el 75% tras el anuncio de Iglesias, ganando 3 puntos netos en apenas 5 días.
Es la misma ganancia neta que señala Ferrándiz, aunque advierte: “El más perjudicado es el PSOE, que no solo no capitaliza el aumento de participación, sino que la entrada de Iglesias hace que el flujo electoral en la izquierda se dirija más hacia Más Madrid y Podemos”.
Pero cabe esperar, como hemos ido viendo hasta ahora en múltiples ocasiones, que las transferencias no se produzcan entre bloques ideológicos, sino intra-bloques. Es decir, que apenas existan flujos de votantes entre la izquierda y la derecha, por lo que adquiere vital importancia “confirmar la movilización” de tu propio votante.
Históricamente hablando, existe cierta correlación que apunta al bloque de la derecha como el más movilizado o participativo. Si atendemos el siguiente gráfico para la ciudad de Madrid, que aglutina cerca del 50% de los votantes de toda la Comunidad y que ofrece resultados detallados por secciones censales, en los barrios donde menos se vota en comparación con la media de la participación de toda la ciudad la izquierda suele conseguir más apoyos que la derecha. Por lo contrario, la izquierda pierde apoyos en lugares con mayores tasas de participación.
En el siguiente gráfico, los puntos rojos indican las secciones censales donde el bloque de izquierdas consigue mayor porcentaje de apoyos que el bloque de derechas, y viceversa.
Las correlaciones cambian para cada elección y no sirven como predictor de cara a las próximas elecciones del 4M, pero todas ellas apuntan en la misma dirección con mayor o menor intensidad.
En 2019 alrededor del 56% de las secciones censales de Madrid votaron mayoritariamente al bloque de izquierdas, pero la participación media rondó el 62%, 5 puntos por debajo del global. Ocurrió algo similar en 2015, la media de la participación donde la izquierda aventajaba a la derecha había sido del 64,4%, lejos del 68% registrado en la ciudad.
Es una dinámica que se produce a lo largo de los últimos 40 años, también durante los años de dominio socialista. Pero en aquellas ocasiones el bloque de izquierda consiguió superar al bloque de derecha en un punto de media, y, desde entonces, esa diferencia ha crecido en nueve puntos para los conservadores. Actualmente, esa distancia se sitúa alrededor de los ocho puntos porcentuales a favor del bloque que lidera Díaz Ayuso, aunque se espera que las diferencias se reduzcan una vez entrados en campaña.