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Las provocaciones de Vox ponen a prueba la complicidad de Ayuso con la extrema derecha

Todas las encuestas pronostican que Isabel Díaz Ayuso ganará las elecciones del próximo 4 de mayo pero su victoria no será suficiente para gobernar. Esos mismos sondeos dicen que necesitará a Vox, un partido que hoy ha reventado la campaña electoral, tras semanas de subir el diapasón con mensajes xenófobos y racistas. Este viernes, la candidata Rocío Monasterio marcaba un punto de inflexión en la campaña banalizando las serias amenazas de muerte que han recibido el candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, el ministro Fernando Grande-Marlaska y la directora general de la Guardia Civil, María Gámez. Unas amenazas que han provocado el rechazo de la mayor parte de los partidos. Incluso de algunos importantes dirigentes del PP, como el propio Pablo Casado. Ayuso, sin embargo, también en esto, se ha querido desmarcar.

“Cuando te llaman fascista sabes que estás en el lado correcto de la historia”, aseguró Isabel Díaz Ayuso pocos días después de convocar el adelanto electoral. A diferencia del presidente de su partido, Pablo Casado, la candidata del PP nunca ha querido marcar distancias con Vox. En los últimos días llegó a plantear que incluiría a miembros de este partido en su gobierno, incluso si no necesitaba sus votos y abrazó el planteamiento de Esperanza Aguirre de “dar la batalla a la izquierda sin complejos”, que afeó a Casado su posición contra la formación de Abascal.

Y este viernes, ante la banalización de unas amenazas de muerte con balas de un fusil militar por parte de Vox, Ayuso decidió posicionarse del lado de la extrema derecha, un partido que necesita para gobernar. Volvió a cargar las tintas contra Pablo Iglesias y no solo no cuestionó la actitud de Rocío Monasterio, que había reventado el último debate de esta campaña electoral insinuando que el candidato de Unidas Podemos se las había inventado, sino que en su primera comparecencia pública señaló al candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, a quien acusó de recoger lo sembrado por “blanquear”, dijo, a ETA. 

“No puede ser que aquellos que provocan la violencia luego se sientan ofendidos”, aseguró la todavía presidenta de la Comunidad de Madrid, distanciándose del líder de su partido que horas antes había pedido “no hacer ningún tipo de matización ante amenazas que merecen una condena rotunda al intentar coartar la libertad de expresión en democracia”. 

La posición de la presidenta encaja más con la primera reacción del PP de Madrid, tras la polémica en el debate electoral que fue cancelado y que ha supuesto la suspensión de los otros dos que estaban previstos, que con el líder de su partido. “Iglesias, cierra al salir”, publicó la formación en su cuenta de Twitter, que luego borró, y que Casado trató de justificar asegurando que lo que pretendía era decir que “hay que estar en los debates”.

La publicación se borró y la candidata del PP guardó silencio durante toda la jornada hasta el mitin electoral que tenía en Tres Cantos a última hora de la tarde. Desde su equipo de campaña ya habían avisado de que haría alusión a lo ocurrido por la mañana durante su intervención. Y cuando llegó el momento Ayuso no dudó: volvió a situar a Iglesias como su gran rival e incluso lo responsabilizó de esas amenazas, que no solo había recibido el candidato de Unidas Podemos, sino también el ministro Marlaska y la directora de la Guardia Civil. 

“Simplemente el hecho de coquetear, de blanquear a personas como Otegi, o una banda terrorista, te demuestran que tú eres el primero que te estás equivocando, y que no puedes ir por ese camino. Si pides que se condene la violencia, empieza tú mismo por alejarte de ella”, destacó la presidenta madrileña sobre la gran polémica del día. 

Ignorar a Vox

La estrategia durante esta semana por parte de la candidata del PP había sido ignorar a Vox y no responder si pactará un gobierno de coalición en caso de que ambos partidos sumen el próximo 4 de mayo. Ayuso evitó el enfrentamiento contra Monasterio en el único debate a seis de este miércoles y se limitó a decir que quería una amplia mayoría para gobernar en solitario, después de que una semana antes asegurase que le gustaría integrar a miembros de Vox en su gobierno, aún sin necesitarlos, como una manera de reunificar el voto de la derecha. 

Pero Ayuso no siempre había establecido esas distancias con la extrema derecha. Este miércoles tuvo que pronunciarse también sobre el cartel xenófobo de Vox en contra los menores extranjeros no acompañados y aunque aseguró que era una polémica estéril por parte de la formación de Santiago Abascal, debido a que solo hay 269 menores frente a 7 millones de madrileños, quiso matizar que “Vox es ultraderecha dependiendo para qué cuestiones” al ser preguntada sobre si se puede pactar con un partido que defiende estas posiciones xenófobas que incitan al odio, como investiga la propia Fiscalía. 

Ayuso ha evitado durante toda la campaña polemizar con Vox y este viernes solo hizo alusión a este partido en un momento de su mitin para pedir a la formación de Abascal que no “arruine a estas alturas” el trabajo realizado al frente de la Comunidad de Madrid durante los últimos dos últimos años, en los que la candidata del PP a las elecciones del 4M ha dependido de la formación de extrema derecha para gobernar. 

En el entorno de Ayuso creyeron haber pasado este miércoles el examen más difícil con el debate de los seis candidatos en Telemadrid y querían una campaña sin sobresaltos. Pero lo ocurrido este viernes sitúa la campaña justo donde no quería: con la izquierda más movilizada.

En el equipo de la presidenta madrileña existe hoy el temor de que lo ocurrido este viernes suponga la movilización del voto contra la extrema derecha, que hasta ahora no aparecía en las encuestas. Una movilización frente a Iglesias que en la derecha sí estaba presente.