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Puntos fuertes y débiles en el plan de Manuela Carmena para bajar la contaminación de Madrid

El borrador del Plan de Calidad del Aire de Madrid asegura que busca “cumplir la legislación europea y nacional”. También “garantizar la protección de la salud”. Y, finalmente, “contribuir a la lucha contra el cambio climático”.

Las medidas recién planteadas por el Ayuntamiento incluyen acciones más ambiciosas que el plan presentado (y considerado insuficiente por la Comisión Europea) por el anterior Gobierno local de Ana Botella. 

El coche fuera de Centro

Todo el distrito Centro y sus seis barrios se convierten en Área de Prioridad Residencial: 523 hectáreas y una población de unos 134.000 habitantes. Actualmente hay cuatro de estas áreas no todas contiguas en ese distrito. Esta etiqueta impide llegar en coche al corazón de la ciudad a menos que se viva allí o se vaya a dejar el automóvil en un párking subterráneo. Daría un vuelco a la manera en que la población se desplaza por la ciudad ya que esas calles se utilizan de aparcamiento y como paso para cruzar de una parte a otra de Madrid.

Grandes calles en obras

La transformación del centro implica que las grandes calles que llegan de fuera a adentro no puedan funcionar como una suerte de autovías urbanas de varios carriles. El plan anuncia un “rediseño en la calles de fácil acceso reduciendo el espacio dedicado al automóvil”. Es decir, quitar carriles.

No incluye el documento si se pretende tocar calles tan largas como Alcalá (que dispone de muchos carriles desde kilómetros antes de acercarse al centro, el Paseo de la Castellana al norte por el que penetran los coches o el eje del Paseo del Prado. Las actuaciones sobre las calles hay que traducirlas por obras.

En el caso del Paseo del Prado, el proyecto de remodelación múltiples veces presentado por el exalcalde Alberto Ruiz-Gallardón (PP) se topó con la negativa del Gobierno de la Comunidad de Madrid. El Ejecutivo regional debía dar el visto bueno a la modificación del Plan Urbano de la capital que implicaba ese cambio porque se alteraba el tráfico que asciende por esa vía. A pesar de ser del mismo partido, nunca lo vio con buenos ojos.

Acciones que no están en su mano 

Los cálculos municipales dicen que llegan a la ciudad de Madrid un millón de coches desde otras localidades. El Ayuntamiento quiere que vengan menos y los que lo hagan vayan más despacio: a 70 Km/h como mucho.

El problema es que conseguir que las autovías dispongan de una plataforma exclusiva para autobuses –para atraer a los pasajeros hacia el transporte colectivo– y limitar la velocidad de los coches requiere contar con el permiso del Gobierno central. Tanto del Ministerio de Fomento que gestiona las carreteras como de la Dirección General de Tráfico. Sin el visto bueno, esta fórmula para liberar a la capital de tráfico no puede ponerse en marcha.

Aparcamientos disuasorios

Es una zona más gris. El plan incluye 11 aparcamientos en barrios periféricos para que los conductores dejen el coche y tomen el transporte público. Sumarían 7.882 plazas. Muy residual en comparación con el volumen de automóviles que se acercan a la ciudad. Además, no impedirían el problema primario: que se utilice el coche como método de transporte.

Todavía sin calendario concreto

El borrador incluye algunas medidas que implican un cambio profundo en el modelo de movilidad de la ciudad. Sin embargo, el documento dado a conocer no describe un calendario de fases para su aplicación. ¿Cuánto tiempo habría para adaptar los flujos de tráfico? ¿Cómo se acompasaría el cierre parcial al tráfico del centro? ¿Cuando se desviaría el flujo de coches que utiliza las calles de fácil acceso?

El Ayuntamiento indica que va a pasar por consultas el plan: en los barrios, en los distritos, con los vecinos.... El documento, se entiende que con los detalles, estará en fase de información pública tras su aprobación en la Junta de Gobierno. Se ha asegurado que eso ocurrirá “a principios de 2017”.