Abrazos rotos en la despedida de Madrid a Marisa Paredes: “Fue un referente, una actriz que no se dejó domesticar”

Guillermo Hormigo

Teatro Español, Madrid —
18 de diciembre de 2024 13:00 h

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Alberto, un veinteañero que ha crecido con las películas de Almodóvar, se ha acercado en la mañana de este miércoles al Teatro Español para dar su último adiós a Marisa Paredes. Su historia es tan compartida y a la vez tan personal como la del resto de las cientos de personas que han querido despedir a la actriz, fallecida el martes a los 78 años de edad.

“Ella encarna un tipo de interpretación que ya no está presente en el cine español. Tampoco en el teatro. Tenía un carisma único y el pensar que ya no está con nosotros me pone muy triste. Es un regalo que al menos podamos encontrarnos con ella a través del archivo audiovisual que nos ha dejado, pero también en los lugares que todos sabemos que ella frecuentaba”, explica Alberto. En sus manos lleva un ramo que luego deposita junto al ataúd de la intérprete, rodeado de decenas de coronas con esas flores que daban título a quizá su papel más recordado.

“Fue un referente para las personas LGTBIQ+. Y no solo porque defendiera la causa, que también, sino por lo que representaba en la pantalla. Además es una actriz que no se dejó domesticar. No era realista ni natural, ni necesitaba serlo”, cuenta Pablo, de 27 años. “En su día la tachaban de sobreactuada, pero yo creo que es la mejor actriz española que he visto en pantalla. Tenía una fuerza incontrolable”, dice.

Hablaba Alberto de esos lugares frecuentados por la protagonista de La flor de mi secreto, y precisamente el Teatro Español era uno de ellos. No solo por su labor escénica, sino porque Paredes nació a escasos 100 metros, en el portal 13 de la céntrica plaza de Santa Ana. La misma plaza que defendió de las talas durante todo este 2024, liderando distintas manifestaciones. “Ella ha aportado mucho al mundo de la cultura, pero también a la ciudadanía gracias a sus palabras en actos públicos y protestas. Siento que todos le debemos algo a Marisa Paredes”, sentencia el joven.

Quizá por ello al acto han acudido distintas autoridades del Ejeucutivo central, incluido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. También la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz; el ministro de Cultura, Ernest Urtasun o el ministro para la Transformación Digital y de Función Pública (así como nuevo líder de los socialistas madrileños), Óscar López. Igualmente, han mostrado sus respetos a la actriz las portavoces de PSOE y Más Madrid en el Ayuntamiento, Reyes Maroto y Rita Maestre.

Quien no ha asistido ha sido el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida. En declaraciones a los medios durante un acto institucional, sí ha tenido unas palabras de recuerdo para la ganadora del Goya de Honor 2018: “Quiero mostrar mis condolencias a su familia y amigos. El Ayuntamiento se puso desde el primer momento a disposición de la familia. La capilla ardiente se ha ubicado en el Teatro Español [de titularidad municipal]”. El regidor cree que “es razonable un acuerdo para hacer cualquier acto de recuerdo a esta extraordinaria actriz”. Más Madrid ya ha solicitado poner el nombre de Marisa Paredes a un centro cultural de próxima apertura en el Prado, así como instalar una placa de homenaje en la plaza de Santa Ana.

No han faltado tampoco, por supuesto, grandes rostros del cine español. Visiblemente emocionado llegaba a la capilla ardiente José Sacristán, que dirigió a Marisa Paredes y compartió protagonismo con ella en la película que reportó a la actriz su primera nominación al Goya en 1986, Cara de acelga (la segunda llegaría en 1995 por La flor de mi secreto). Juan Antonio Bayona, Gabino Diego, Antonio Molero, Juan Diego Botto, Guillermo Montesinos (el mítico taxista de Mujeres al borde de un ataque de nervios) o el presidente de la Academia de Cine, Fernando Méndez-Leite, han sido otras de las personalidades que han estado presentes.

Me gustaba de ella que fuera de la pantalla tenía ese compromiso social a la vez que seguía siendo una actriz, como las actrices clásicas. Y eso no tiene que ver con el egocentrismo, sino con parecer un ángel caído del cielo

Todas estas figuras han acompañado y dejado muestras de cariño a Chema Prado, exdirector de Filmoteca Española y pareja de Marisa Paredes durante más de 40 años. Y a su hija, la también actriz María Isasi. Ambos se han sentido arropados entre las butacas del Teatro Español, mientras sobre el escenario una cola incesante daba su último adiós a la inolvidable Becky del Páramo de Tacones lejanos.

Personas a las que le marcó su rostro en pantalla o su implicación con distintas luchas fuera de ella. “La vi muchas veces en manifestaciones, contra la guerra de Irak o por el pueblo de Gaza”, recuerda Pablo. “Me gustaba de ella que fuera de la pantalla tenía ese compromiso social a la vez que seguía siendo una actriz, como las actrices clásicas del melodrama. Y eso no tiene que ver con el egocentrismo, sino con tener una presencia que te hace parecer un ángel caído del cielo”, añade.

Cree que “había algo en ella que la convierte en un icono y que Almodóvar supo captar muy bien”. Cita como ejemplo paradigmático el momento en el que corre por el pasillo cuando en La flor de mi secreto regresa su amado, interpretado por Imanol Arias. “Aunque también me encanta su personaje en La piel que habito”, apostilla.

Sobre las tablas del Teatro español algunas personas se santiguaban frente al ataúd, mientras otras lanzaban besos a su retrato. La mañana ha dejado imágenes que representan lo que fue Marisa Paredes: la más peliculera de las actrices y, a la vez, una mujer que siempre tuvo los pies en el suelo para apoyar las causas en las que creía. Un ángel terrenal.