Madrid no tiene planes para el Centro Acuático, símbolo de su fracaso olímpico, donde Gallardón dilapidó 99,6 millones

Guillermo Hormigo

Madrid —

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El Centro Acuático de Madrid iba a ser la joya de la corona, la perla marítima de una nueva meca del deporte. Sin embargo, dejó de construirse en 2010, dos años antes de la fecha en la que Madrid habría albergado unos Juegos Olímpicos de haber triunfado en su primera intentona. No llegaron los de 2012, tampoco los de 2016, ni los de 2020.

Con el tiempo, la capital fue despertando de su sueño olímpico y el enfado se convirtió en resignación. El futuro estadio olímpico pasó a ser el del Atlético de Madrid, el Metropolitano. A su alrededor, diversas instalaciones se integrarán en la futura Ciudad del Deporte con parcelas cedidas por el Ayuntamiento al club colchonero en unas condiciones muy ventajosas: el equipo rojiblanco gastará 53 millones de euros en obras públicas a cambio de explotar 205.000 metros cuadrados durante 75 años. Pero el Centro Acuático, ubicado a pocos metros en estos terrenos del distrito de San Blas-Canillejas, sigue sin uso ni obras previstas.

En diciembre de 2004, con Alberto Ruiz-Gallardón al frente del Ayuntamiento, se formalizó el contrato por valor de 136,7 millones de euros entre la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo y la Unión Temporal de Empresas Centro Acuático constituida por Dragados-Ortiz para levantar el edificio. El acuerdo, con una duración de 27 meses, fue objeto de subrogaciones desde el 2005 a favor de la sociedad Madrid Infraestructura Deportivas, Espacios y Congresos. A partir de 2014 se subrogó al propio Consistorio madrileño.

El objetivo era convertirlo en la sede de los principales deportes acuáticos olímpicos: natación, natación sincronizada o waterpolo. Un recinto de 22.000 metros cuadrados con capacidad para 18.000 espectadores, convertido ahora en un cascarón vacío (y agrietado). Su construcción se detuvo cuando el Ayuntamiento de Madrid llevaba pagados 99,6 millones de euros a las constructoras (Ortiz y Dragados) y quedaba casi la mitad por abonar, ya que el coste final se calculó en 191,5 millones pese a que el presupuesto inicial eran esos 137 millones.

Y eso que todavía faltan por erigirse la mayoría de sus paredes, las construcciones interiores o la totalidad de los acabados. En definitiva, no se han producido cambios desde que en 2010 la UTE Dragados-Ortiz expresó su deseo de “no continuar con la obra ejecutada dado que con el paso del tiempo puede sufrir un deterioro importante y no puede determinar los daños, implicaciones y costes derivados de la suspensión”, según recogió un informe municipal.

Un embrollo burocrático que el Ayuntamiento da por resuelto

“El desarrollo del ámbito urbanístico denominado AOE 00.08 Parque Olímpico Sector Oeste se vio determinado por el escenario resultante tras 2012, en el que la Ciudad no fue designada como sede de los Juegos Olímpicos para el año 2020”. Con este aséptico lenguaje, trasladan a Somos Madrid desde el área de Obras cómo el último fracaso olímpico madrileño condenó al ostracismo el espacio reservado a parte de las instalaciones olímpicas. Esas que ahora se convertirán, con excepción del Centro Acuático, en una Ciudad del Deporte donde no todo será deporte (se ubicarán también hoteles, un centro de ocio e incluso una playa artificial pese al uso deportivo de las parcelas).

Sobre el caso concreto del Centro Acuático, el Gobierno municipal remite a las declaraciones de la concejala del área, Paloma García Romero, en la Comisión de Obras del pasado 13 de marzo. En ellas, a colación del proyecto para la Ciudad del Deporte, la edil avanzó la aprobación de “la nueva ordenación del ámbito mediante una modificación puntual del Plan General para terminar con la situación no deseada de que suelos pertenecientes a sistemas generales estén infrautilizados”.

Esta nueva legislación “permite aprovechar las posibilidades derivadas de las infraestructuras y edificaciones ya existentes y beneficiar a la ciudad acogiendo usos y actividades que permitan su utilización colectiva por los ciudadanos”, explicó la responsable de Obras, antes de pasar a abordar la gran excepción del proyecto: “En esta gestión del legado post-olímpico solo ha quedado pendiente la edificación que iba a ser destinada a un centro acuático”, admitió.

La concejala apuntó como parcialmente responsable de la anómala situación del Centro Acuático al Ejecutivo de Manuela Carmena, que lideró el Ayuntamiento entre 2015 y 2019. Desde su punto de vista, fue justo en este periodo cuando Cibeles debió dar respuesta a una infraestructura iniciada hace ya dos décadas (con el Partido Popular al frente del Gobierno local el resto de estos 20 años): “La suspensión definitiva de las obras del centro acuático tuvo lugar en 2012. En 2017 se solicitó la resolución del contrato por la constructora y ante el silencio de la Administración, en 2019, los Tribunales ordenaron que se acordase por el Ayuntamiento la resolución del contrato de obras”.

El cumplimiento de esta sentencia desencadenó en la tramitación de una serie de procesos administrativos tendentes a la resolución y liquidación de los contratos vinculados al centro acuático, que incluían no solo el propio contrato de construcción, sino las tareas Dirección Facultativa y el de Seguridad y Salud. Fruto de estos procedimientos se interpusieron una serie de reclamaciones que, según el Consistorio, “han sido cerradas definitivamente”.

“No ha sido hasta la completa finalización de estos procedimientos cuando el Área de Obras y Equipamientos ha recuperado la disponibilidad jurídica del centro acuático y está en condición de analizar posibles alternativas para el desarrollo de esta infraestructura”, indicó García Romero. Desde el Ayuntamiento siguen sin aclarar o concretar algunas de esas opciones.

El proyecto de la Federación Española de Natación, con candidatura para un Mundial en el horizonte

Tampoco si tendrán en cuenta los desarrollos específicos planteados desde la Real Federación Española de Natación (RFEN). En declaraciones a este diario, desde la entidad deportiva defienden su apuesta por “impulsar el proyecto y darle un uso adecuado como instalación acuática”. Recuerdan, eso sí, que “el responsable, dueño y quien tiene la última palabra es el Ayuntamiento de Madrid”. La organización mantiene por tanto la postura que su presidente, Fernando Carpena, expresó ya en 2019: “Estamos obligados a luchar por el Centro Acuático de Madrid”.

Ese mismo año, la RFEN ya presentó una propuesta concreta para intentar ponerlo en marcha, al menos parcialmente. Con un presupuesto de 30 millones de euros, su idea pasa por rematar el edificio dedicado al waterpolo, el que está más avanzado, incluyendo un graderío fijo para 1.900 espectadores, ampliable hasta los 4.500, capaz de acoger competiciones internacionales. Además de pruebas de alto nivel puntuales, la instalación sería comercializada como piscina polideportiva de uso público, con 9.000 abonados, para poder sufragar los cuatro millones de euros anuales que costaría su mantenimiento.

La RFEN subraya que esta instalación podría tener gran importancia como futura sede del Campeonato del Mundo de Natación, cita a la que España podría presentarse de cara a la edición de 2031. El presidente de World Acquatics (antes conocida como la Federación Internacional de Natación), Husain All Musallam, ha llegado a visitar ya el Palacio de Cibeles. En la reunión, celebrada el pasado 23 de mayo, también estuvieron presentes el alcalde José Luis Martínez-Almeida y el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco.