Almeida privatizará durante 42 años el abandonado Cine Imax para convertirlo en un teatro de 1.300 butacas

Diego Casado

Madrid —
16 de abril de 2024 22:21 h

0

El Ayuntamiento de Madrid quiere reabrir el icónico Cine Imax de Méndez Álvaro, que lleva cerrado desde el año 2014. Lo hará utilizando la misma fórmula que lo ha dejado sin uso durante los últimos diez años, el de la concesión demanial durante décadas a una empresa privada, que estará obligada a reformar las instalaciones para reconvertirlas en un teatro que triplicará el aforo actual.

Los detalles de la concesión publicada por el área de Cultura, a los que ha tenido acceso Somos Madrid, indican que la privatización se extenderá durante los próximos 32 años, con opción a dos prórrogas de cinco años cada una si la empresa explotadora así lo solicita al Ayuntamiento con antelación suficiente. A cambio, el consistorio cobrará 220.000 euros anuales como canon excepto en las dos primeras anualidades, durante las que se desarrollarán las obras.

El objetivo de la concesión es que una empresa privada acometa su “rehabilitación y reforma”, manteniendo su imagen exterior actual, “pero modernizándolo para convertirlo en un espacio de primer nivel que contribuya a reforzar la oferta cultural de la ciudad de Madrid”, explica el consistorio en los pliegos de la concesión.

El teatro que imagina el área de Cultura tendrá espacio para al menos 1.300 espectadores (frente a los 447 que cabían en el Imax) y podrá albergar espectáculos de artes escénicas, “como teatro, danza o lírica”. Las empresas que concursen por el espacio serán las encargadas de presentar el proyecto de obras, que incluirán la reestructuración, ampliación y acondicionamiento del espacio y de los graderíos actuales. Además, será necesario añadir una torre escénica.

El edificio del Imax cuenta una superficie construida de 7.744,87 m², dividida en tres plantas y un sótano, y está valorado en algo más de 5,7 millones de euros según un informe pericial encargado por el consistorio. El valor del suelo sobre el que se asienta, dentro del parque Tierno Galván, en el distrito de Arganzuela, es de 7,3 millones.

Aunque Almeida prometió reformar el Imax en el programa electoral con el que concurrió a las pasadas elecciones, el consistorio ya intentó poner en marcha esta concesión en febrero del año pasado, según la documentación consultada por este periódico. Entonces exigía que el patio de butacas tuviera capacidad para 1.400 espectadores y cifraba el coste de las obras en 17,2 millones. En el mismo apartado, el ahora alcalde prometía reformar el auditorio del parque Juan Carlos I para albergar allí “grandes espectáculos, desde giras musicales hasta eventos deportivos”. 

Una concesión a 40 años que se quedó en 20

El Imax fue construido durante los años noventa, como parte de la tendencia en muchas capitales del mundo de crear recintos para proyecciones espectaculares a gran formato conocidas como de Imagen Maximun, expresión de la que procede el apócope Imax. El concurso municipal para su construcción lo ganó una empresa canadiense, Teatromax, de la que Izquierda Unida llegó a poner en duda su capacidad económica para llevarlo a cabo.

El tiempo acabó dando la razón al partido de la oposición, porque a mitad de la concesión, en el año 2014, Teatromax presentó concurso de acreedores por deudas superiores a los 5,5 millones debido a la negativa marcha de su negocio en Madrid y también en Barcelona, donde tenía salas con el mismo formato. La fiebre por el 3D que había llegado gracias a películas como Avatar fue efímera y los espectadores abandonaron el formato, llevando a la quiebra de la empresa, que arrastraba además altos costes por una tecnología de proyección que se les había quedado obsoleta.

La empresa concesionaria, que llegó a reunir a un millón de espectadores al año, acabó operaciones con tan solo 130.000 personas, la gran mayoría escolares acudiendo a proyecciones didácticas, explicaba en 2014 a El País su consejero delegado.

La compañía propuso al Ayuntamiento otro modelo de negocio para conservar su concesión hasta el año 2034, cuando estaba previsto que expirase: un espacio polivalente en el que se puedan celebrar eventos para empresas e incluso conciertos. Pero esa opción excedía las cláusulas de la cesión municipal y ahora el consistorio prueba fortuna con una nueva instalación, más centrada en acoger espectáculos como los que llenan las carpas del cercano Espacio Delicias.