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La Rue

Un martes y poco tiempo para cocinar. ¡Me voy a la crepería de Espíritu Santo y aprovecho y hago la crítica! Cada día más apañada, juis, juis.

Pongo para acompañar esta musiquita de mi adolescencia y muy propia para estas épocas (déjà vu totalis... todo esto ya lo he dicho en otra entrada reciente y con la misma estación; estoy muy mal, sí), aunque realmente lo más adecuado para este lugar sería algo de Édith Piaf, pero es que esa señora me aburre una barbaridad con todo su aspecto de monja etérea a la par que histriónica y/o iluminada.

Es un local simpático y presenta un rinconcito de productos franceses, que tiene pocas cosas y bastante conocidas: alguna mostaza, macarons, galletas de mantequilla bretonas, marrons glaceés al brandy, pequeñas botellitas de champán, etc. No se puede ir a buscar ningún producto más específico tipo quenelles o algún vino de calidad pero, realmente, siendo el espacio tan pequeño, es difícil ofrecer más de lo que proponen. Tienen también una exposición temporal de ilustraciones bonita. Me llamó particularmente la atención un “pez olivo” (creo que era de Antonio Hermán) que, me parece, era una serigrafía, muy chulo: el pez tenía su olivo saliéndole del lomo, resultaba un precioso símbolo terrenal-marino. Me sentí un poquito identificada, tengo bastante de pez (me puedo tirar horas y horas en el agua, sea de mar, sea de bañera, sea de piscina) y soy francamente terrenal.

La decoración del establecimiento es estilo bistrot parisino: tiene un reloj antiguo, un mural, que ocupa una de las paredes, con las típicas tiendecitas de la capital francesa, imágenes y libros de gatos (una de ellas su logo) y tres pequeñas mesitas de mármol; todo muy coqueto, informal y alegre.

Me atiende un chico muy amable y que resulta ser un maestro crepero. Le digo que quiero varios crêpes para llevar y me da a elegir entre integrales (tipo galette) o de harina de trigo blanca. De primero, dentro de la amplísima selección de crêpes salados que proponen, me decanto por el Nórdico (5,50 €), ahí está mi subconsciente diciéndome que echo de menos el frío y esos edredones absurdos que nos han invadido… Sus ingredientes son salmón, queso crema y salsa nórdica (creo que una especie de mostaza con eneldo); y, no sé por qué extraño motivo, vinculo siempre el salmón al pan integral y, de consecuencia, le pido que el crêpe sea integral. M. y yo lo probamos en casita y es realmente rico, sabroso, el salmón ahumado no está tieso (como muchos horrores que se encuentran por ahí por malas conservaciones o elaboraciones), ni sabe a plástico, está jugoso y el queso crema (queso de untar cremoso) con la mostaza le va de perlas. Resulta un crêpe rico, muy jugoso; la masa, a pesar de ser integral*, no está seca.

Después le toca el turno a un Bastías (5,50 €), cuyo nombre no tengo ni idea de donde viene; es más, si algún alma caritativa me lo supiera explicar se lo agradecería. Este lo pido de harina de trigo blanca y lleva pollo, raclette y pasas. Realmente, no sé si se le habrá olvidado el raclette, es decir, el queso fundido suizo, porque resulta un poco seco. Buen contraste del pollo con las pasas, pero le falta un puntito de jugosidad.

El siguiente es de Curry (5,50 €): queso emmental, pollo y salsa curry, también con harina de trigo refinada. Buena combinación, el curry predomina sobre el emmental, que no sabe mucho, lo cual, en este caso, es de agradecer, y el emmental cumple su función cremosa con lo que el crêpe resulta francamente agradable.

Finalmente, para terminar con la parte salada, elijo un crêpe verde crêpe(5 €), también integral. Lleva queso brie, espinacas, nueces y salsa tártara. Riquísimo, lleno de matices y con una excelente textura. La salsa tártara y el brie, aunque parezca extraño, combinan de forma excelente; evidentemente es un brie ligero. Riquísimo.

De postre, aunque mi chocolatismo me lleva hacia un crêpe de Nutella, decido controlarme y elijo una especie de crêpe Suzettecrêpe (bueno, en la carta no tiene ese nombre, sino un número, el 7, y cuesta 4 €). Lleva zumo de naranja, canela y azúcar glasé, le falta el Grand Marnier. Sea como sea, es dulce pero tiene su punto ácido-naranjero que le va bien. A pesar de no llevar chocolate, debo reconocer que está perfectamente hecho y resulta una buena elección; la canela, bastante, le da un toque especiado estupendo.

Mientras esperaba que hiciera este último crêpe me fijo en un libro cuyo título es “Mi gato siempre me imita” y en la contracubierta, como se ve en la foto, pone “A partir de hoy… seré yo quien imite a mi gato”. Y me viene un deseo irrefrenable de imitar a mis gatos, y lavarme las manos, y dormir, y lavarme las orejas, y dormir, y comer, y dormir, y pedir mimos, y dormir, y mirar atentamente cómo se mueve una hoja, y dormir, y jugar, y dormir, y dormir, y dormir. Pero la realidad cae sobre mí, pago la cuenta y lo demás ya lo habéis leído.

Recomiendo este sitio  tanto en plan take away como para comer allí los crêpes salados entre semana (pienso que el fin de semana, teniendo tres mesas, debe ser prácticamente imposible coger una si no vas a las 13.00 en punto). Es un sitio simpático, la calidad de los crêpes es buena, la cantidad adecuada y te trasladas un poquito, con su música y decoración, a París. Para merendolas tienen también una oferta muy amplia de crêpes dulces, gofres, tartas, macarons, cafés, chocolates calientes, batidos, zumos, infusiones y hasta se puede preguntar por vinos franceses... es increíble que en un sitio tan pequeño quepan tantas cosastake awaycrêpes macarons.

* Digo “a pesar de ser integral” porque recuerdo unas galettes bretonas de trigo sarraceno, que comí en una crepería del barrio, que resultaban francamente correosas. Supongo que el crêpe integral no es tan fácil de hacer bien como el de harina de trigo refinada.

P.S. I No he visto a los Humberts Boys por ningún lado. ¿Será que no quieren venir a nuestra casa? ¿Tendrán miedo? Me daría pena si no volvieran, me hacen gracia con sus máximas y sus actitudes.

P.S. II El término Rue me trae recuerdos infantiles de 13 Rue del Percebe y de la expresión “quedarse en la rue” (muy descriptiva de estas épocas). ¡La vida está llena de  rues!