“Cuando tengo que entrar en sitios cerrados me agobio muchísimo. Sobre todo lo paso fatal en el metro, y de hecho he dejado de utilizarlo, pero ahora he cambiado de trabajo y si no voy en metro tardo media hora más. Estoy desesperada, ¿qué puedo hacer?”
Sentimos miedo ante un peligro real o imaginado. Es una emoción muy útil porque nos hace evitar situaciones peligrosas y nos pone a salvo. El cerebro activa automáticamente un dispositivo de emergencia, la amígdala. Ésta envía un mensaje de alerta al resto del cerebro a través de una serie de cambios químicos y hormonales. Sabemos que estamos sintiendo miedo cuando notamos que aumenta el ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria, la boca se seca, nos tiemblan las piernas y la voz, etc.
Pero el miedo puede sentirse con distinta intensidad. Se trata de un continuo que empieza en la temeridad, pasa por un nivel de miedo adaptativo y funcional, se transforma en ansiedad y termina en un trastorno fóbico o miedo patológico. En este extremo pensamos que el acontecimiento temido es algo que no somos capaces de dominar y, a su vez, creemos que la mayoría de las personas no tienen dificultades para hacerlo. Es como si el resto del mundo tuvieran el arma secreta menos nosotros/as.
En tu situación puedes cometer tres errores típicos que harán que tu miedo se intensifique. El primero, es el que dices que ya estás haciendo, es evitar. Cuanto más evites viajar en metro más miedo tendrás y más aumentará tu sensación de incapacidad. Cada vez que sientes alivio por no montar en metro le estás enseñando a tu cerebro que es realmente peligroso hacerlo. El segundo error, en tu caso podría ser pedir que te acompañen cada vez que vas en metro. Cada vez que te acompañen te estarán transmitiendo por un lado que se preocupan por ti y por otro que no eres capaz de hacerlo sola. Estarás privándote de la posibilidad de demostrarte a ti misma que puedes hacerlo. Como dice Giorgio Nardone: “El miedo, o se supera en primera persona, o no se supera; nadie puede afrontar por nosotros el miedo que experimentamos”. El tercer error sería intentar controlar las sensaciones psicofisiológicas de miedo o pánico que ya hemos visto. Cuanto más intentes que tu corazón vaya más despacio o que tus manos no tiemblen, por ejemplo, más aumentará tu sensación de incapacidad para controlarlo y más te descontrolarás.
Pero, ¿qué es lo que puedes hacer para superar el miedo? Utilizar la “Técnica de la peor fantasía”. Se trata de una técnica estudiada por Giorgio Nardone en el contexto de la terapia breve estratégica. La idea es que el mejor modo para anular un miedo es exasperarlo de forma voluntaria y deliberada, o como diría el propio Nardone se trata de apagar el fuego añadiendo leña.
Durante media hora todos los días tendrás que ponerte en lo peor que te puede pasar si viajas en metro. Siéntate en un lugar cómodo y tranquilo y ponte una alarma para que suene media hora más tarde. Te tendrás que esforzar de manera voluntaria y deliberada en traer a la mente las peores fantasías con respecto a tus miedos. Imaginarás todas las reacciones psicofísicas que tendrás (se me disparará el corazón, me faltará el aire, perderé el equilibrio, etc.), la reacción de los demás (se reirán de mí, me humillarán, me dejarán de lado...). Durante esa media hora intentarás estar lo peor posible.
Esta técnica puede sonar extraña y contraintuitiva pero, junto con otras estrategias e intervenciones puedo asegurarte que estoy viendo muy buenos resultados en poco tiempo en mis pacientes. En general, para cualquier tipo de fobia y miedo irracional la pauta general es lo que afirma Sri Yukteswar cuando dice: “Mira al miedo de frente y dejará de perturbarte”.