Joaquín Goyache llegaba en 2019 al rectorado de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), el mayor centro de estudios presencial de España, con aires de renovación. Se impuso al dirigente saliente, Carlos Andradas, por un estrecho margen: obtuvo el 51% de los apoyos ponderados por el 49,2% de su rival. Cuatro años después, Goyache ha revalidado su cargo siendo el candidato aupado por el PP y la Comunidad de Madrid, a la vez que la competitividad de aquellas elecciones ha quedado reducida a un juego de niños ante la campaña de noticias falsas e injerencias políticas desplegada por sus afines para derrotar a la decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Esther del Campo.
La propia convocatoria de los comicios se produjo en un momento muy particular. Fue el pasado 24 de enero, esto es, el mismo día que Isabel Díaz Ayuso recibía su título de alumna ilustre. Un reconocimiento concedido desde el propio rectorado, cuando el resto de distinciones fueron aprobadas y consensuadas en la Junta de la Facultad de Ciencias de la Información. Además, las elecciones se han adelantado por la mínima a la nueva ley de universidades (LOSU), que flexibiliza los requisitos para presentarse. En próximas citas no hará falta ser catedrático o catedrática para optar al puesto. La norma limita asimismo los mandatos a uno por persona aunque alargado a seis años por los cuatro actuales. De esto sí se beneficiará Goyache pese a su etapa anterior, por lo que alcanzará la década al frente de la institución.
Los honores a la presidenta de la Comunidad de Madrid empezaron a modificar la imagen de un rector que hasta entonces había mantenido una estampa de cierta neutralidad, cuando no una postura crítica hacia la gestión autonómica. De hecho, incluso después de impulsar el homenaje, ha arremetido contra políticas del Gobierno de Ayuso como la “insuficiente” financiación autonómica o la proliferación de centros privados que en su opinión ni siquiera cumplen los requisitos para ser reconocidos como universidades. Pero los altercados durante el acto de la dirigente madrileña le sirvieron también para comenzar a moldear el discurso con el que se ha torpeado a Esther del Campo en el final de la campaña, asociándola a la figura de Pablo Iglesias: la idea de sacar “la lucha política” de la Complutense.
Un concepto llamativo teniendo en cuenta la injerencia del Partido Popular en los últimos compases del proceso electoral, precisamente en favor de Goyache. En algunos casos ha sido de forma directa: un asesor del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, se infiltró en varios grupos de WhatsApp de estudiantes de Ciencias Políticas para esparcir el bulo de que el campus de Somosaguas permanecería cerrado el día de las votaciones, debido a una avería hidráulica.
Aprovechando que un suceso similar había ocurrido realmente unas semanas atrás, Álvaro Hernández Crespo (que cuenta con una retribución anual cercana a los 50.000€ según el portal de transparencia del Ayuntamiento de Madrid) trató de menguar los apoyos de la candidata opositora en la Facultad donde es decana, y entre cuyo electorado estudiantil ha contado con un enorme respaldo. Miembros de los chats detectaron rápidamente que el mensaje no era verídico, así que lo borraron. Minutos después el también dirigente de las Nuevas Generaciones del PP en Hortaleza abandonó los grupos, pero algunos estudiantes que sacaron una captura de pantalla de la conversación siguieron la pista de su teléfono móvil hasta averiguar su identidad.
Igual de cristalina fue la intervención de miembros de las Nuevas Generaciones. En plena jornada electoral se dedicaron a repartir papeletas con votos de Goyache en sobres de contenido desconocido. También entregaron panfletos en los que se asociaba a Del Campo con Podemos, un mensaje repetido en “más de 25 carteles que pegaron hasta en el Metro de Ciudad Universitaria y los baños”, según varias personas que presenciaron los hechos. Ninguna de estas acciones está permitida con la campaña finalizada y menos una vez abiertas las urnas, de acuerdo a la ley electoral. Por ello, un grupo de estudiantes lo puso en conocimiento de la Policía Nacional. Esta interceptó e identificó a los jóvenes de Nuevas Generaciones y de la asociación universitaria derechista Libertad Sin Ira. En la mochila de uno de ellos encontraron “más de 50 votos”, afirma un testigo.
Al frente del grupo se encontraba Ignacio Dancausa. El líder de la organización de jóvenes del PP increpó a uno de los alumnos que informó a los agentes de lo sucedido. Según la persona que sufrió estos ataques, que medita emprender acciones legales, el canterano popular le llamó “hijo de puta”, le dijo “ya te tengo fichado” y le amenazó con darle una paliza. Dancuasa ya fue protagonista en el tributo de la Complutense a Ayuso. Ese día la Facultad de Ciencias de la Información se blindó para que solo accediesen estudiantes y docentes adscritos a ella. Pero Dancausa (que estudia Derecho y Ciencias Políticas) y otros compañeros de Nuevas Generaciones entraron escoltados por la policía poco antes de la llegada de la presidenta, a quien recibieron con vítores y gritos de “libertad” para tratar de acallar las protestas de estudiantes contrarios al nombramiento.
La controversia ha sido tal que los comicios han saltado a la primera línea política, justo eso que tanto temía el rector. Almeida ha tenido que desentenderse de la participación de su asesor y de miembros de las Nuevas Generaciones, limitándolo a “acciones ajenas al Ayuntamiento”. La candidata de Más Madrid a la alcaldía, Rita Maestre, opina por contra que las excusas del regidor son “patéticas” y ha mostrado su indignación ante la “intervención directa y completamente partidista del PP”.
Explotando el “miedo” a Podemos
Mientras algunos sectores cercanos al PP y la Comunidad de Madrid se organizaban para apoyar a Goyache de forma directa, otros emprendían una campaña difamatoria contra la figura de su contrincante. Aunque hay ejemplos previos, fue a raíz de la segunda vuelta y especialmente del Acuerdo por el Cambio que Del Campo logró con las tres candidaturas alternativas más respaldadas que no accedieron a dicha fase (conocido el jueves 23 de marzo) cuando el proceso de desinformación se intensificó. Noticias falsas difundidas por medios afines a la derecha y la extrema derecha como la incorporación de Juan Carlos Monedero al hipotético equipo de gobierno de la que habría sido la primera rectora de la UCM en sus 201 años de historia.
La vinculación con Podemos de la ahora excandidata tiene como principal fundamento que Del Campo fue profesora de Pablo Iglesias. “Como lo he sido de otra mucha gente”, se defendía en una entrevista con este medio. La estrategia se basó en gran medida en el acto que ambos compartieron en marzo de 2020. Iglesias acudió a Somosaguas para presentar una conferencia del exvicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, con trascendencia mediática ya que en ella militantes de Frente Obrero desplegaron pancartas e increparon al fundador de la formación morada. “Lo curioso es que asistió también el rector. Si no se le ve en la imagen que utilizan siempre para desacreditarme es sencillamente porque llegó tarde”, matizó la decana.
El mero hecho estar al frente de la Facultad de Políticas ha sido utilizado en su contra. Un vídeo compartido en redes por una cuenta ligada a la extrema derecha califica de “barracón” la situación de Somosaguas, aunque desde la agrupación Estudiantes x Esther del Campus responsabilizan al rectorado del “abandono” y la merma en las instalaciones. Además, gran parte de las imágenes del clip pertenecen a las manifestaciones contra la entrega del título honorífico a Ayuso, que tuvo lugar en la Facultad de Ciencias de la Información de Ciudad Universitaria. El propio Goyache ha responsabilizado a dicha Facultad de la organización del evento, al que personas procedentes de otros campus ni siquiera tenían permitido acceder.
No obstante, como reconocen desde la propia campaña de la catedrática de Ciencia Política y Administración en declaraciones a Somos Madrid, “el marco discursivo de Podemos, la explotación del miedo, ha calado”. El equipo de la decana ya ha anunciado que denunciará “posibles delitos” durante las votaciones, en referencia más a los actos de miembros de Nuevas Generaciones que a las desinformaciones sobre el perfil y las relaciones políticas de la exaspirante a rectora. Además, ya han elevado reclamaciones ante la Junta Electoral tras unos sucesos que “merman en el prestigio de nuestra universidad”. En un comunicado publicado en sus redes sociales, Esther del Campo insta al rectorado a que “se persone e impulse las actuaciones administrativas y penales que pudieran derivarse del conocimiento de estas informaciones”.
Pero no todas las estratagemas han estado directamente relacionadas con el ámbito político. El propio ecosistema universitario ha jugado un papel fundamental. Primero desde lo meramente pragmático, puesto que ocupar ya el cargo de rector permite exprimir ciertos mecanismos para reforzarse electoralmente. Fuentes de la campaña de Esther del Campo deslizan que desde la dirección de la UCM fletaron autobuses desde los centros adscritos para que su alumnado apoyase en masa, con el voto designado, al actual mandatario: “En rectorado, donde se registran las papeletas de dichos centros, Goyache obtuvo los más de 400 sufragios registrados de estudiantes, salvo uno”. Así, en la segunda vuelta Goyache se ha impuesto también entre este sector, pese a que su contrincante venció en la primera ronda de forma destacada gracias a su lema Rectora de los estudiantes.
El 'Acuerdo por el cambio', un arma de doble filo
Igual o más peso han tenido las cuitas internas. Con el bautizado como Acuerdo por el Cambio, Esther del Campo trataba de desprenderse de la imagen de persona sectaria o afín a Podemos sumando a las tres candidaturas que más le disputaron el pase a la votación final. Difundió incluso parte del hipotético gobierno, un avance que no incluía todos los puestos. Sin embargo, la omisión de un vicerrectorado de estudiantes fue utilizada por afines a Goyache para esparcir el bulo de que la decana pretendía eliminarlo. Pero las mayores suspicacias llegaron por el perfil de los tres catedráticos con los que firmó el pacto y el de algunos nombres de ese eventual equipo. La jugada no convenció a todo el mundo, ni siquiera a parte del electorado que la apoyó en primera vuelta.
María Castro, que se quedó apenas a dos puntos de la decana de Políticas en la primera jornada electoral, formó parte del equipo del rector al que Goyache desbancó, Carlos Andradas. La gestión de Andradas todavía levanta ampollas en la Complutense, ya que propuso un plan de reordenación de facultades que según algunos miembros de la comunidad universitaria “implicaba la supresión de algunas de ellas”. Parte del profesorado de la Facultad de Comercio y Turismo llegó a enviar mails al estudiantado pocas horas antes de las votaciones, a los que este diario ha tenido acceso, en los que pedían el voto a Goyache con este mensaje: “En la candidatura de Esther del Campo está una candidata de aquel equipo que nos quiso cerrar y tiene en mente modificar el statu quo de este edificio, partiéndonos y repartiendo los estudios por varias facultades de la UCM”.
Iñaqui López, por su parte, ocupaba el vicerrectado de Política Económica con Goyache (puesto que recuperaba en el avance de gobierno comunicado en el Acuerdo por el Cambio) hasta que presentó su dimisión el pasado 16 de enero. No está claro si por discrepancias con la política de convocatoria de plazas llevada a cabo por el rector, como publicó ABC, o debido a la distinción de Ayuso (una vez más un elemento central en toda esta historia).
Menos polémica era la figura de Jesús Pérez Gil, exdecano de la Facultad de Ciencias Biológicas que habría ocupado el vicerrectorado de Investigación. En un comunicado dirigido a quienes le apoyaron en primera vuelta, defendía el pacto por su “transparencia” y por “ofrecer a todo el electorado complutense información completa sobre sus propósitos programáticos y sus miembros componentes”.
Pero las explicaciones no han satisfecho a una parte de la familia Complutense, incluidas algunas voces que inicialmente respaldaron a Del Campo. Ha sido así especialmente entre el profesorado. Una docente de la Facultad de Ciencias de la Información, que antes de la primera ronda de votaciones hablaba de la catedrática como “una candidata fabulosa” porque “está en la línea de defender lo público y salvaguardar la universidad pública como ascensor social del Estado del bienestar”, asegura ahora a Somos Madrid que “la ha cagado” con el pacto. “Entró gente cercana al PP y de la casta universitaria que no ha gustado a personas que estaban entusiasmadas con ella en primera vuelta”, añade.
Una vez pasados los comicios, la profesora reivindica los primeros tres años de gestión del rector actual. Reconoce eso sí que desde la otra candidatura “han sido más transparentes” y critica “la campaña sucia de presión y desinformación” de Goyache. En su opinión, “sería un dirigente excelente si no se pusiese en manos de las juventudes del PP”. Su conclusión es que “han sido unas elecciones para olvidar”.
Mientras, la Complutense intenta recuperar poco a poco la normalidad en unos primeros meses de 2023 extraordinariamente convulsos. Desde la candidatura de Esther del Campo trasladan que la catedrática, “triste pero muy tranquila”, ha retomado su agenda desde el día posterior a las elecciones. El jueves “acudió ya al Consejo de Gobierno, donde se ve con Goyache, el resto de decanos y todos los miembros del Claustro”. El tiempo dirá si las heridas abiertas en un espacio que durante siglos ha sido referencia educativa e investigadora empiezan a cicatrizar.