Un hombre con casi 20 robos a sus espaldas en poco tiempo ha sido detenido con las manos en la masa. La Policía Nacional ha informado de esta operación, que culmina una investigación de siete meses, cuando empezaron a percatarse de una serie de robos en el distrito madrileño de Villa de Vallecas. Todos tenían un denominador común: el asaltante fracturaba los cristales de cada local y su dueño lo encontraba así a la mañana siguiente. Este método no es poco habitual, pero fuentes policiales apuntan a que otras pistas como huellas dactilares han permitido determinar que estos antecedentes los ejecutó siempre el mismo ladrón.
Las mismas fuentes apuntan a que el detenido es español y ronda los 40 años, pero también que no ha podido hallarse el botín que acumuló tras 19 delitos similares. Casi siempre era restaurantes o establecimientos hosteleros, y en algún caso llegó a llevarse incluso las propinas. El modus operandi era el siguiente: primero forzaba los accesos metálicos con un destornillador y luego lograba hacerse con la caja registradora. Lo más llamativo es que fue sorprendido en uno de estos actos delictivos, mientras salía del local con el rostro cubierto con unos calconzillos y las manos tapas con calcetines.
La acumulación de varias denuncias en este mismo distrito permitió a los agentes hacerse una idea de que había algo detrás, y las coincidencias en el método de robo terminaron por corrobarlo. La puntilla este encuentro in fraganti. En un comunicado, la Policía Nacional asegura que este hombre era “experto” en dicha modalidad delictiva, forzando los cierres exteriores de las persianas con una herramienta para levantarlas un poco y, arrastrándose por el suelo, poder acceder al interior del establecimiento.
El detenido forzaba los cierres exteriores de las persianas con una herramienta, las levantaba un poco y se arrastraba por el suelo para acceder al interior
Una forma sutil con la que, explican los agentes, trataba de evitar que cualquier persona o radipatrulla le detectara. El objetivo, como es lógico, era levantar las mínimas sospechas posibles. Otro recurso era el de hacerse solo con las cajas registradoras, pues como el acto se producía generalmente en mitad de la noche se aseguraba de resultar menos visible que si saliera del edificio con algún objeto más grande, llamativo o voluminoso.
Además de la caja registradora, la Policía informa de que en una ocasión también birló otro cofre más pequeño, en el que la plantilla guardaba sus propinas. No ha trascendido la cantidad de dinero que ha podido acumular con estos robos ni tampoco el paradero de los bienes saqueados. El momento de su detención, cuando ejecutaba el que fue su último atentado, fue a finales del mes pasado.
El sujeto salía de una cafetería de Madrid con la cara tapada con un calzoncillo negro, una gorra del mismo color y las manos cubiertas con calcetines. Varios policías se aproximaron y le retuvieron allí mismo. Actualmente, este hombre ya ha pasado a disposición judicial y se le acusa de ser responsable de 19 robos con fuerza efectuados en distintos establecimientos comerciales en apenas cinco meses.
No todos fueron en Villa de Vallecas, ya que también hubo alguno en Puente de Vallecas o Leganés. Casualmente, a principios de este año hubo otra oleada de robos que hizo temblar a los hosteleros vallecanos. Una banda de ladrones había sustraído más de un millar de sillas, primero, en municipios de la región como Alcorcón, Coslada o San Fernando; pero en la misma noche de Reyes, entre el 5 y el 6 de enero, perpetraron otro robo en el distrito al sureste de Madrid donde se hicieron con 120 sillas y 24 mesas, dejando a su paso una terraza de bar absolutamente vacías y algunas imágenes captadas que mostraban a dos encapullados que las contaban.