El próximo uno de octubre cerrará temporalmente el Museo Sorolla, en el distrito de Chamberí, para someter el palacete del Paseo del General Martínez Campos a una reforma y ampliación que sumará 2000 metros cuadrados al museo, situado en el edificio diseñado por el arquitecto Enrique María de Repullés para ser casa y taller del pintor. El inmueble es conocido por conservar los espacios y ambientes de la biografía de Sorolla y no abundaremos aquí en sus innegables virtudes, sino que recordaremos brevemente los otros estudios que el pintor valenciano tuvo en la ciudad de Madrid.
Sorolla llega a Madrid tras su experiencia italiana –en la casa de Asís de José Benlliure y Gil se aficionará a la pintura costumbrista– y una breve estancia en Valencia, previo paso fugaz por París, donde asistió a una Exposición Universal. Arriba a la capital con Clotilde García del Castillo, su esposa, con la que se había casado un año antes. Este mismo año nacerá María, la primera de los tres hijos que tendrá la pareja.
Joaquín Sorolla abrió en 1889 su estudio en el número 9 de la plaza del Progreso (hoy Tirso de Molina). Llegó a la céntrica calle con 26 años y permaneció allí hasta los 31. Al poco de llegar a esta casa se presentará a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890 con Boulevard de París, que refleja los aires de su reciente visita a la capital de Francia (obtendrá una segunda medalla); y a la Exposición Universal de París del mismo año, donde presentará seis obras en el Pabellón de España. Durante los años siguientes, viajará frecuentemente a París y otros países, empapándose de las corrientes pictórica de la época. Allí donde va y expone, obtiene galardones nacionales e internacionales.
Posteriormente (1893), se trasladó al Pasaje de la Alhambra (no lo busquen, hoy en no existe), junto a la calle de Augusto Figueroa. Todavía tuvo el taller en otra ubicación antes de recabar en el conocido caserón de la calle del General Martínez Campos. Fue en 1903 cuando abrió casa en un estudio de la calle Miguel Ángel. Como se ve, ya se apuntaba la idea de salir del centro de la ciudad hacia las nuevas zonas nobles del ensanche norte, donde poder disfrutar de un jardín.
En 1905 había adquirido el solar del Paseo del Obelisco (así se conocía a Martínez Campos), aunque el edificio no estaría concluido hasta finales de 1911. A partir de este momento esta sería su casa y estudio –lo que era una novedad para él– aunque también trabajó temporalmente en numerosos lugares de España –obviamente, en Valencia de forma especial– con motivo de distintos encargos.
Los últimos momentos del pintor valenciano los pasó en otro lugar de la región madrileña, en Cercedilla, donde su hija María tenía una casa–Villa Sorolla– en la calle que hoy lleva su nombre en el pueblo serrano. El pintor y su familia habían llegado a la localidad buscando los beneficios del aire de la sierra para su hija, afectada de tuberculosis. Aunque no es un hecho muy conocido, el paisaje de la sierra del Guadarrama fue también uno de sus estudios ocasionales. En 1923 la muerte le encontró en esta casa, aquejado de las secuelas de la hemiplejia que sufrió en 1920 estando en su jardín de la casa de General Martínez Campos.
Clotilde García del Castillo cedió en 1925, a través de su testamento, la casa y los bienes al Estado con la condición de que sirviera como la casa museo que hoy conocemos. La institución abrió sus puertas en 1931, a raíz de una Real Orden que clasificó la institución como “Fundación benéfico-docente de carácter particular”, aunque hoy en día está plenamente integrada en la red de museos estatales. Mientras se desarrolla la reforma, se llevará a cabo una programación sobre el pintor titulada El Museo fuera del Museo. Hoy hemos hecho un breve recorrido por el museo antes del museo.