Los documentos que pueden salvar los Pabellones para Guardas, las casas obreras del Canal que buscan protección

Luis de la Cruz / Berta Gámez

Madrid —

0

Hasta el momento, solo había indicios a partir de planos y referencias secundarias, pero la identificación de nueva documentación de archivo da carta de naturaleza a la antigüedad y la importancia de las viviendas para trabajadores del Canal de Isabel II. Son estas unas viviendas que llevan años formando parte del debate público en Chamberí por su falta de protección y la presencia de la sombra de la piqueta, asociada a las próximas operaciones urbanísticas en el Canal de Isabel II.

Aunque recientemente se ha afirmado la voluntad de mantenerlas, la petición de protección registrada por la plataforma Canal Sí no ha obtenido respuesta por el momento. Por si fuera poco, a pesar de estar emparentadas tipológicamente con el neomudéjar popular, tampoco se han incluido en la última revisión del Catálogo de edificios protegidos de Madrid, que ha recogido numerosas edificaciones de este estilo arquitectónico. 

Mientras, Chamberí sigue mirando hacia las casas para su recuperación como posible dotación pública. Hace algunos años, se planteó la posibilidad de que alojara una escuela infantil o una biblioteca pública. Recientemente, se ha empezado a mover en los grupos e WhatsApp del distrito una petición de presupuestos participativos para convertir el pabellón en espacio para las asociaciones del distrito. Independientemente del uso que finalmente se les dé, el consenso es firme: las viviendas forman parte del patrimonio madrileño y deben ser conservadas. 

Localizada documentación que permite poner en valor los pabellones

El escrutinio del Archivo General de la Administración ha permitido acceder a una extensa documentación que deja constancia de que las viviendas obreras del Canal, a las que se denomina en los documentos pabellones de guardas, no solo albergan la memoria de la clase trabajadora madrileña, sino que fueron concebidas desde el principio como un elemento integrante del complejo del Canal de Isabel II en el que se enmarca. Fueron diseñadas, además, junto con los jardines-viveros contiguos al Canal que hoy constituyen el parque público Enrique Herreros con una presencia protagonista en su eje central.

La documentación contiene el Proyecto de pabellones para guardas, ensanche de almacenes y jardines en los terrenos contiguos en los terrenos del Campo de Guardias (1881), incluyendo su Memoria descriptiva y su Presupuesto. Así como una segunda memoria de 1885 resultante de una necesaria ampliación del presupuesto, que terminó alcanzando las 43.000 pesetas de la época. 

La lectura de los papeles nos sitúa en el contexto en el que se ubica la construcción de las casas: el del embellecimiento del entorno de las infraestructuras que el Canal de Isabel II había construido en Chamberí desde que se pusiera la primera piedra del primigenio depósito en agosto de 1851.

El primer depósito se había construido a las afueras de la ciudad, en un espacio descampado salpicado de tejares y lavaderos donde estuvieron el polvorín del campo de guardias y después los cementerios. El plan de ensanche vino a confirmar después el asentamiento de estas infraestructuras en la zona norte de la ciudad, donde se construirán sucesivamente el resto de complejos del Canal de Isabel II (al Primer Depósito de aguas le seguirían el Segundo o Mayor, en construcción desde 1865 y el tercero, inaugurado en 1915). 

La zona de Canal empezaba a integrarse en la ciudad y no podía seguir siendo el espacio agreste que había sido. El paisaje de un Chamberí en construcción abocaba a sus vecinos a convivir con espacios abiertos, descampados y solares; sin jardines de uso recreativo o parques. La decisión de Canal de embellecer sus parcelas correrá en paralelo al inicio de la lucha vecinal por disfrutar de estos nuevos espacios.

En 1881 estaban ya aplanados los terrenos del entorno del Primer Depósito y se habían plantado allí árboles nuevos, “que habían cambiado por completo el aspecto de aquel terreno”. Estaban por llegar, sin embargo, los árboles y aligustres que conformarían un jardín-vivero, con acacias, álamos, pinos de varias clases, plátanos, tilos, castaños de indias, cipreses o aligustres. El césped, se explicaba en una forma que hoy nos parece moderna, se limitaba a estrechas franjas por sus problemas de mantenimiento. Los terrenos del entorno del Segundo Depósito, al otro lado de Bravo Murillo, estaban también aplanándose en ese momento para su posterior ajardinamiento. 

El área del Primer Depósito contenía “algunas antiguas edificaciones, vastas, que se han utilizado para dar alojamiento a los guardas y conservadores de este canal afectos al servicio de Distribución y de los Depósitos”. Eran inmuebles provisionales que se describían como ruinosos y se establecía que era necesario reconstruirlos “de modo que contribuyan a hermosear aquellos terrenos que se trata de convertir en jardines.” En todo momento, el ingeniero encargado de llevar a cabo la memoria establecía que, tanto las casas de los guardas como los almacenes, situados donde hoy se encuentran los Teatros del Canal, eran imprescindibles para el conjunto.

La propuesta de construcción de los pabellones de guardas la motivó la necesidad de dignificar aquellos alojamientos improvisados –al parecer, se llegaron a habilitar como vivienda algunas zonas que se habían usado para hacer pruebas de carga del depósito–, formalizando un proyecto propio de “pabellón con departamentos independientes para los guardas”.

Se detallaba que las fachadas disponían de portal, una cocina y dos dormitorios; un patio con verja de madera y una fuente para servicio de los alojados. “Exceptuando dos habitaciones, los ocho restantes tienen por la parte posterior un corral con su correspondiente escusado. Cada uno de estos vierte las aguas sucias en una alcantarilla que va a unirse con la general que existe debajo de la carretera”, añadía.

En 1885 se aprobaría un presupuesto adicional firmado por el Ingeniero Director del Canal de Isabel II, José Luis de Villademoros, con una nueva memoria descriptiva por haber tenido que excavar la cimentación a más profundidad que la prevista en el proyecto inicial.

El encargado de esta segunda parte del proyecto fue el ingeniero de Canal Diego Martín Montalvo, conocido por su pericia matemática y por ser el cerebro detrás del Depósito Elevado que aún se conserva en la calle de Santa Engracia. En las casas de los guardas estuvieron involucradas directamente, pues, las mismas personas que firmaban las obras que, a nadie se le escapa hoy, forman parte del patrimonio industrial madrileño en un lugar de honor.

El tejido vecinal involucrado en la petición de protección de los pabellones espera que estos hallazgos contribuyan a la determinación de proteger y recuperar este pieza del patrimonio singular de Chamberí que próximamente cumplirá 150 años. Vista la intencionalidad del diseño original, además, sería interesante considerar reintegrar el edificio en los actuales Jardines de Enrique Herreros, tal y como hemos visto que se concibió. 

De momento, Chamberí tiene una cita con las viviendas de ladrillo: será una de las paradas del Paseo de Jane, un recorrido vecinal convocado anualmente por la asociación Parque Sí en honor de la famosa urbanista norteamericana. Que el espíritu de Jacobs guíe a los vecinos en la defensa de los pabellones de guardas. 

Actualización: después de la aparición de este artículo, Jaime González Taboada, Concejal Presidente de Chamberí, ha puesto un mensaje en X (Twitter), insistiendo en que las casas están a salvo: “Querida Berta [una e las autoras del texto] , buen trabajo de recopilación. Tal y como sabes, porque lo he dicho hasta en 3 plenos, NO HAY LA MÁS MÍNIMA DUDA al respecto de las casas. NO SE VAN A TIRAR y se van a integrar en el conjunto futuro de la zona donde conjugará zona verde, deportiva y equipamientos”.