Los museos Sorolla y Thyssen se unen para acoger una muestra conjunta sobre las vestimentas y complementos que llevaban los españoles más pudientes durante finales del XIX y principios del XX. Sorolla y la moda invade varias salas de ambos museos con 70 pinturas del maestro valenciano y un buen número de vestidos, trajes y joyas cedidos para la ocasión.
Gran amante de la moda, Sorolla es el cronista perfecto de los cambios en las tendencias y estilo de la indumentaria del fin de siglo. Sus cuadros reúnen un evocador catálogo de vestidos, joyas y complementos realizados por su trazo suelto y vigoroso. El interés del pintor por la moda queda expuesto en la documentación disponible como fotografías, bocetos o cartas con continuas referencias a diferentes aspectos del vestir.
La exposición, que permanece abierta hasta el 27 de mayo, se centra especialmente en los retratos femeninos pintados por el artista entre 1890 y 1920, muchos de ellos de la propia familia de Sorolla, que adquiere una presencia muy fuerte en el entorno de la casa-museo del pintor en Chamberí, entre los muebles y objetos que el mismo pintor escogió. Algunos vestidos puntúan las distintas salas de la planta principal que constituyen la exposición permanente del museo, dándoles, juntos a ésos cuadros familiares, una nueva vida; es el caso de Clotilde sentada en un sofá (1910) y un diseño de Jean Paquin (1912) del Museo del Traje.
En las salas de la primer piso de la Casa-museo de Joaquín Sorolla, dedicadas a las exposiciones temporales, se desarrollan otras dos secciones de la muestra. Allí se exhibe el deslumbrante “traje blanco a la griega” de Laiglesia (1897).Tampoco falta en su casa la tradición española de la mantilla sobre el traje negro para las bodas Clotilde en Clotilde con mantilla negra vestido de Lucile (hacia 1912) del Victoria and Albert Museum de Londres, (1888).
Además, la exposición muestra diversos tipos de retratos de encargo, desde los de mayor compromiso -el de la reina María Cristina- al desenfadado La bella Raquel, que bajo el aparatoso sombrero de la Belle époque viste con una moderna blusa blanca. Los retratos más tradicionales en traje de fiesta o de noche contrastan con los más modernos y sobrios vestidos negros, o trajes blancos a la griega de Retrato de Amelia Romea.
Para cerrar el recorrido, el visitante desemboca nuevamente en el ambiente original del comedor familiar. Elena, la pequeña de la familia fue la más aficionada a las novedades, a los vestidos bonitos y a las joyas, y desde muy joven la vemos retratada por su padre con modelos “importantes”: el vestido Delfos, patentado por el pintor, escenógrafo y diseñador Mariano Fortuny y Madrazo, hizo furor entre las más modernas y avanzadas mujeres de la época; Elena, casi niña todavía, quedó inmortalizada con un delfos dorado, asomando entre la graciosa guirnalda de frutas con que Sorolla decoró el comedor de su casa.