El llamado coliving, nuevo modelo de negocio inmobiliario y pretendida forma innovadora de vivir temporalmente en la ciudad, para un cliente habitualmente joven y de buen nivel adquisitivo, se afianza en Chueca a través de un gigante de este incipiente sector, DoveVivo. Con ese fin, esta firma italiana acaba de adquirir el histórico edificio situado en el número 11 de la calle de San Lorenzo, según ha podido saber Somos Chueca.
DoveVivo, fundada en 2007 y el mayor operador de coliving de Europa, se hace con un edificio histórico de 44 habitaciones, levantado sobre una parcela de 1.517 metros cuadrados, para comenzar, desde el próximo enero previsiblemente, su primer proyecto en España, el cual pasará a engrosar el negocio internacional de la compañía, formado por una cartera de 1.500 inmuebles y siete residencias repartidos en 13 ciudades europeas.
La adquisición de la firma madrileña Oh My Place! había sido el primer movimiento de DoveVivo para introducirse en el mercado español del coliving, un sector que apenas está despegando en el país (hace un año sólo ofrecía 87 camas en todo el territorio nacional), si bien es una fórmula ya muy asentada en lugares como Estados Unidos, Reino Unido y Francia.
El coliving, como negocio, consiste en el alquiler de apartamentos en edificios enteros en los que se crean espacios comunes para que los inquilinos socialicen entre sí. A estos inquilinos se les ofrece también otro tipo de servicios adicionales y de experiencias. Los expertos coinciden en señalar que se trata de un modelo con alta previsión de crecimiento y rentabilidad para los inversores.
Quienes lo defienden añaden que es una solución habitacional para aquellos jóvenes profesionales -su público objetivo- que buscan alojamiento en una ciudad durante un periodo de tiempo corto, normalmente inferior a un año y que, por ello, tienen dificultades a la hora de optar a un alquiler convencional.
En Madrid, una star up francesa como Urban Campus, fundada en 2016 y con 200 millones de inversión, es pionera en este sector y gestiona ya dos edificios de coliving: el primero se encuentra en la calle Andrés Mellado, en Chamberí, y funciona como tal desde 2018 -cuenta con 70 habitaciones individuales y 350 metros cuadrados de espacios comunes-, mientras que el segundo se halla en Malasaña, concretamente en el número 5 de la calle Reyes -tiene 36 pequeños alojamientos y 200 metros cuadrados de zonas comunes-.
Sobre el auge en general del coliving habría que tener en cuenta que la expansión del negocio podría colisionar con la legislación vigente. Por ejemplo, en Madrid, según el PGOU de 1997 que regula el uso de los edificios en la capital, en un edificio residencial no se puede desarrollar ningún tipo de actividad económica. Habría que aclarar si el coliving puede ser considerado o no una actividad económica, o si su oferta es equiparable en cambio a la de un alquiler de larga duración; ¿quizá debería aplicársele una normativa propia como a las residencias de estudiantes? Su crecimiento desregulado, sobre todo en el corazón de las grandes urbes, puede provocar la expulsión de vecinos residentes.
Un edificio con mucha historia
Un edificio con mucha historia
El número 11 de la calle de San Lorenzo es un palacete, con protección integral y catalogado como de uso residencial, donde venía operando la Residencia Universitaria San Lorenzo, institución privada de carácter residencial y formativo que cesa su actividad y que durante el curso académico, desde septiembre hasta mediados de junio, sólo permitía la estancia a mujeres, mientras que durante los meses de verano aceptaba estancias mixtas.
En el patio de entrada de este edificio destaca el invernadero de The Sibarist, lugar habitual de eventos de todo tipo y rodajes, mientras que en su planta baja encontramos las galerías de arte Elba Benítez y Heinrich Ehrhardt.
El edificio es de 1807, obra del arquitecto Manuel Brady, y sirvió en principio de residencia familiar de D. Carlos Jiménez. En 1876 se sometió a una reforma y ampliación, dirigida por el arquitecto Antonio Ruiz de Salces. Se trata de un lugar con mucha historia, que durante años fue conocido por albergar la Academia Caballero, donde muchos madrileños aprendieron las cuatro reglas básicas de la educación, además de mecanografía y de preparar oposiciones.
En otras vidas, este inmueble dio cabida a curiosas entidades como la academia de marinos mercantes Fossi (fundada en 1902 y de la que tenemos noticia seguía existiendo a finales de los 40). También estuvo allí la Sociedad de Autores Españoles, antecedente de la actual SGAE.