De abrir un pequeño local en la calle Barbieri el pasado mes de diciembre a trasladarse, gracias al éxito cosechado, a un espacio tres veces más grande situado en una esquina de Gravina, una vía con mucho más tráfico de personas. Ese ha sido el periplo que, en muy poco tiempo, ha tenido que hacer un negocio como La Pollería, basado única y exclusivamente en la venta de gofres con forma de pene (pollofres).
Ajeno al rotundo éxito que le esperaba, el joven empresario tinerfeño Pedro Bauerbaum, quien ya tenía una heladería en Malasaña, pensó abrir un negocio de venta de gofres para diversificar sus ingresos y obtener más rentabilidad especialmente en los meses de invierno, cuando el sector helados flojea. Ojeando un catálogo de moldes de gofres del proveedor chino con el que trabajaba fue cuando se le encendió la luz al llegar a un apartado en el que se ofrecían formas sexuales.
Del por qué no probar con algo así a las colas que cada día se forman delante de su nuevo local de Gravina transcurre un visto y no visto. Sin necesidad de promoción alguna, gracias al boca a boca y a las redes sociales.
“Estamos revolucionando Chueca”, indican los responsables del negocio en su instagram, la red que más ha contribuido a su éxito. Sin embargo, la fama de La Pollería ha trascendido más allá de lo que es el barrio y se ha convertido en la sensación dulce-gastronómica de Madrid: genera beneficios, crea trabajo (se buscan dependientes) y actúa como foco de atracción hacia la zona.
Entre conjeturas sobre cuánto tiempo durará la moda o si, por el contrario, puede ser un negocio monoproducto que se consolide en el tiempo, La Pollería de Chueca es, por el momento, la responsable de unas colas diarias que comienzan en Gravina y dan la vuelta por la vecina Pelayo. “Como las de Doña Manolita”, comentaban el pasado domingo unos vecinos. Ejemplos recientes de éxitos duraderos de helados y gofres singulares los podemos encontrar en propuestas cercanas como la de La Pecera, en la malasañera calle de Velarde.
Los 'pollofres' se pueden adquirir a partir de 3,80€, eligiendo entre diferentes 'toppings' y, si bien al principio, algún cliente pudo mostrar algún tipo de pudor a la hora de consumirlos por las calles, fue algo pasajero. Degustarlo y mostrarlo al mundo a través de una imagen que, muy posiblemente, acabará exhibida en una red social o compartida con amigos a través de WhatsAppp, forma parte de lo que ofrece La Pollería; producto y experiencia para clientes desvergonzados.