Basta con dar un pequeño paseo por las calles de Chueca para ser testigo del gran número de señales verticales torcidas que hay. Un fenómeno que es especialmente frecuente en las once calles recientemente reformadas del barrio, donde la ausencia de bordillos y bolardos propicia que los vehículos las puedan tocar al hacer giros o aparcar.
Una de las vías más afectadas es la calle Augusto Figueroa, una de las de mayor tránsito de vehículos. Ya este verano Somos Chueca apreciaba en un recorrido por las obras la inestabilidad que presentaban algunos de los elementos del mobiliario urbano y señales, que no parecían adecuadamente fijadas al suelo.
Lejos de mejorar, la situación ha provocado que algunas de ellas se hayan caído de manera definitiva, como la más próxima al kiosco de prensa de Augusto Figueroa (que indica la prohibición de aparcamiento debido al servicio de la oficina de Correos) o junto al Mercado de San Antón, actualmente apoyada sobre la pared, dejando sin utilidad su función.
Muy cerca de allí, a la altura del número 22 de la calle Augusto Figueroa, la escena se repite. Una señal que avisa de las restricciones de estacionamiento amenaza con perder la estabilidad y terminar tumbada sobre la acera, como sus dos compañeras de la misma calle.
En la esquina de la calle San Marcos 22 con la calle San Bartolomé una nueva señal presenta síntomas de inestabilidad. En este caso no se trata de indicaciones de estacionamiento, sino de la prohibición de circular por ese tramo, que en todo momento debe estar visible para evitar accidentes.
En otros casos las señales torcidas, además de dificultar la comprensión de las normas de circulación por las calles de Chueca a los conductores, podrían terminar afectando de manera indirecta a los árboles recientemente plantados, tal y como muestra la imagen inferior.
El problema del adoquinado para la fijación de las señales
Uno de los principales problemas de esta situación es el sistema elegido para fijar las señales al suelo. En algunos de los casos se ubican sobre zonas adoquinadas sin ningún tipo de masa que las fije al suelo. Esto provoca que, según se van moviendo las piezas por el tránsito peatonal y los golpes de los coches, terminen levantando todo el suelo.
El intento de solucionar el problema con algo de cemento tampoco ha resultado eficaz. Tal y como ilustra la fotografía inferior, donde junto a los adoquines también se pueden ver bloques de cemento y la arena sobre la que se encajan los adoquines, no resulta suficiente para mantener en pie las señales verticales.