“¡Qué 'demasiao', todos los peligrosos nos hemos 'juntao'!”: la primera manifestación del Orgullo en Madrid

Luis de la Cruz

27 de junio de 2021 22:33 h

0

El 25 de junio de 1978 tuvo lugar la primera manifestación del Orgullo en Madrid. El mismo día que en las calles de San Francisco se presentaba en sociedad la bandera arcoíris, un año después de que una manifestación de estas características se produjera por primera vez en Barcelona, a nueve años de los disturbios de Stonewall y –qué más da– el mismo día que Argentina levantaba su primera copa del mundo de fútbol.

La manifestación comenzó a las siete de la tarde de la calle de O'Donnell, junto a la torre de Valencia, y transcurrió hasta Menéndez Pelayo. En la cabecera el lema era claro: se pedía la derogación de la Ley de Peligrosidad Social. Este mismo año, la Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español (COFLHEE) había acordado la celebración del 25 de junio como día internacional de la liberación homosexual y declarado las consignas “Libertad sexual, Amnistía para los homosexuales, Amnistía Total, Derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, despenalización de los actos homosexuales”.

El País cifró en más de 7000 personas las personas asistentes a la manifestación, que marcharon con alegría, cantando consignas como “Qué demasiao, todos los peligrosos nos hemos juntao”, u otras alusivas a la policía armada que seguía de cerca al grupo. Un momento señalado fue el minuto de silencio guardado a mitad del recorrido en recuerdo de Esmeralda la Francesa, una transexual que se había tirado desde una tercera planta de la cárcel de Carabanchel en 1976. Aquel día, se produjeron en España otras manifestaciones (como en Barcelona o Bilbao) pero la cita más concurrida fue la de Madrid.

La Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social había sido aprobada en 1970 en sustitución de la Ley de Vagos y Maleantes y tenía como objeto controlar a los elementos considerados antisociales por el Régimen (los homosexuales, pero también los mendigos, inmigrantes ilegales, drogadictos o prostitutas, entre otros). Esta ley abocaba a menudo a estas personas al internamiento en cárceles u hospitales psiquiátricos, con penas de hasta cinco años.

Ser homosexual era durante el Franquismo una desviación, una práctica que atentaba contra la virilidad y ayudaba a la degeneración de la “raza española”. Como tal, la homosexualidad había sido introducida en la Ley de Vagos y Maleantes de la II República. Los estertores del Régimen, lejos de relajar la represión, quisieron castigar la homosexualidad por identificarla como un síntoma de degeneración moral traído por el turismo y la apertura a influencias externas. Así, en 1971 se había abierto en Huelva un centro de reeducación de homosexuales.

A esta ley se unía la de escándalo público como herramienta legal de la represión de homosexuales y transexuales. En el momento en el que se celebraba la manifestación había unas seiscientas personas en prisión por delitos sexuales, que fueron recordadas por los asistentes con cánticos. Por supuesto, este tipo de presos no se beneficiaron de las amnistías de la Transición.

La Ley de Peligrosidad fue modificada en diciembre del 78 parcialmente, excluyendo los “actos de homosexualidad” –algunos han hablado de la legalización de la homosexualidad–, aunque la Ley pervivió hasta 1995. La Ley sobre escándalo público, el otro caballo de batalla legal, fue modificada en 1983 y derogada completamente en el 89.

Antes de la manifestación: la organización del movimiento homosexual

El movimiento se había organizado tempranamente en Barcelona, donde en 1971 un grupo de abogados habían formado el MELH (Movimiento Español de Liberación Homosexual), que tenía también presencia en Madrid. Hacia 1976 el grupo había evolucionado hacia postulados de corte marxista y revolucionario, permaneciendo solo en Barcelona y cambiando su nombre en 1976 a FAGC (Front d'Alliberament Gai de Catalunya). Entre sus análisis y reclamaciones estaban presentes las que serían las grandes reivindicaciones de aquellos años: amnistía para todos los encarcelados por delitos de homosexualidad y derogación de la Ley de Peligrosidad Social. Aparecía también una pléyade amplia de demandas más tocantes con la vida diaria, muchas de ellas tangenciales al pujante movimiento feminista: supresión de la familia, negación de los roles asociados a hombre y mujer, fomento de la anticoncepción, el divorcio, el aborto, etc.

En Madrid, en 1977 había tres grupos, como pone de manifiesto Pablo Carmona en su tesis doctoral, Libertarias y contraculturales. El grupo más activo fue Mercurio, junto a este estaban el MDH (Movimiento Democrático de Homosexuales), muy vinculado al PCE, y el FHAR (Frente Homosexual de Acción Revolucionaria), en el entorno de la Liga Comunista Revolucionaria y otros grupos de la izquierda radical, que era el único que contaba con presencia significativa de mujeres. El movimiento de liberación homosexual, con toda su diversidad interna, era hijo de su tiempo y estaba muy conectado con el resto de movimientos sociales de la izquierda radical. Según Carmona, entorno al 70% de los detenidos en Madrid y llevados ante los juzgados de peligrosidad a mediados de los setenta eran obreros.

En este contexto llegó la primera convocatoria del Orgullo en Barcelona en junio de 1977, que dejó claro que en Madrid se necesitaba un proyecto unitario, lo que dio lugar al nacimiento del FLHOC (Frente de Liberación Homosexual de Castilla), de tendencia radical. En los cuatro años de vida de la organización pasaron por ella un par de centenares de militantes, según Gonzalo Wilhelmi. Fue esta organización la que convocó oficialmente aquella primera manifestación de Madrid en 1978 (el DNI lo puso Ramón Linaza), a la que se sumaron casi todas las fuerzas sindicales y políticas de izquierda de la época, además de otro tipo de organizaciones: AC, LCR, MC, OIC, PCE, PSOE, CCOO, UGT, USO, CNT, FLM, Centros de Mujeres de Vallecas, Zona Este y Cuatro Caminos, UJC, JJSS, FJR, MU, Colectivo Psiquiatrizados en Lucha (CPL), AFAPE, Madres solteras, Asociación de Teatro Independiente y Sindicato de Trabajadores del Espectáculo. No se adhirieron la ORT y el Partido del Trabajo, aunque este día la apoyó a posteriori ante las críticas recibidas.

Quienes estuvieron allí aquel primer año hablan de una presencia masiva, muy impactante en la época. Fue muy diversa, alegre, con una gran presencia de mujeres –las lesbianas estaban muy presentes en el movimiento, pero aún no se habían organizado– y con un gran protagonismo de las personas trans, como ya lo habían tenido un año antes en Barcelona y aun antes en Stonewall.