ENTREVISTA Exembajador de España en la Unesco

Juan Andrés Perelló, sobre las talas: “El alcalde de Madrid sabe que hasta el cambio de un bordillo implica contar con permiso de la Unesco”

Guillermo Hormigo

Madrid —
23 de enero de 2024 01:00 h

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“Se va a actuar sobre un bien que ya no solo es Patrimonio de Madrid, sino que es de la Humanidad. Por tanto, hay que consultar a quien representa a la Humanidad en materia de Patrimonio: la Unesco”. Así resume Juan Andrés Perelló sus suspicacias ante las talas que la Comunidad de Madrid, con el permiso del Ayuntamiento, ha empezado a ejecutar este lunes en el Paisaje de la Luz, más concretamente en el Paseo de la Infanta Isabel. Habla con conocimiento de causa, pues fue embajador de España ante el organismo de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura entre 2018 y 2021.

No en vano, la declaración del Paseo del Prado y el Buen Retiro, paisaje de las artes y las ciencias como Patrimonio Mundial se produjo cuando Perelló ocupaba dicho puesto, en julio de 2021. De ahí que no pueda mantenerse indiferente ahora que comienza a materializarse la eliminación de los 51 ejemplares que el consistorio planea erradicar por las obras de la línea 11 de Metro, entre ellos cuatro cedros del Himalaya calificados como especie singular en el Jardín de Jimena Quirós.

“Aunque ya no tengo el cargo, mucha gente me ha contactado porque saben lo complicado que fue lograr el reconocimiento. Conviene recordar que un primer momento la candidatura se recibió con un defer”. Esta respuesta del Comité del Patrimonio Mundial, que implica la petición de una reformulación en profundidad de la candidatura, suele suponer “el paso previo a la no inscripción”.

Diplomacia en el alambre

El también exvicepresidente de dicho Comité de Patrimonio Mundial explica que hubo que desplegar “un trabajo inmenso de diplomacia para darle la vuelta al informe técnico”. Recuerda además que el día en el que se votó finalmente la aprobación de la declaración en el salón de actos del Museo del Prado ya recalcó la responsabilidad que acarreaba: “Debemos ser conscientes de las obligaciones contraídas. El alcalde de Madrid sabe que hasta el cambio de un bordillo implica contar con el permiso de la Unesco”.

Ahí radica la principal particularidad del caso, según el también exeurodiputado: “No basta con informes o permisos del servicio municipal de Urbanismo. No cuesta nada elevar un trámite de consulta al Centro de Patrimonio Mundial de Unesco y evitar que la declaración se ponga en riesgo. Porque claro que se puede poner en riesgo”. Cita el el intento de renovar las puertas de la Catedral de Burgos con un nuevo diseño de Antonio López, finalmente nunca ejecutado después del informe desfavorable de Unesco: “Lo principal es si se desvirtúa o no el bien, y eso solo lo puede decidir la entidad que ha concedido esa calificación”.

Si la modificación de los componentes implica también la de la integridad del enclave, la declaración se modifica. Eso puede pasar por las talas

De hecho, en el mismo Comité que reconoció el Paisaje de la Luz se expulsó del catálogo de bienes considerados como Patrimonio de la Humanidad a la zona portuaria de Liverpool, al considerar que el desarrollo urbanístico en el entorno había supuesto una “pérdida de cualidades irreversible”. “Si la modificación de los componentes implica también la de la integridad del enclave, la declaración se modifica. Eso puede pasar por edificaciones, pero también con talas y otras muchas actuaciones”, expone.

Perelló se muestra visiblemente molesto por la posibilidad de poner en riesgo un hito tan complejo de materializar: “No olvidemos que hasta la candidatura del Paisaje de la Luz, España nunca había logrado revertir un defer. Ni siquiera lo había intentado. Por conseguir algo así criticamos en 2019 a Azerbaiyán, pero nos atrevimos a defender lo que antes habíamos criticado y a entablar relaciones diplomáticas. No sabes hasta qué nivel, algún día habrá que escribirlo”. España tuvo que conseguir el visto bueno de 20 de los 21 países del Comité para que Noruega se plegara a respaldar también su candidatura, ya que el país nórdico abogaba por cumplir con el informe técnico desfavorable. Con el relato de este proceso, Perelló trata de ilustrar lo “especialmente cuidadosas” que deben ser las administraciones madrileñas.

A la espera del informe de Unesco

“Todos los bienes del conjunto declarado inciden. Se vaya a cambiar una fachada, un pavimento o una serie de árboles es algo que deben consultarse con la Unesco. Hay que ver hasta qué punto llega la incidencia, pero los árboles del Paseo del la Infanta Isabel forman parte de la declaración de Patrimonio Mundial tanto como los de El Retiro”, sentencia. Perelló coincide con una de las reclamaciones de la Asociación Vecinal Retiro Norte: la pertinencia de haber esperado al dictamen de Unesco. “Si van a empezar las talas antes de que el informe se conozca, ¿para qué pedimos el informe?”, se pregunta.

Más allá de su condición de exembajador de España ante el organismo de Naciones Unidas, considera difícil de justificar este tipo de actuaciones “en un momento en el que aspiramos a un mundo verde, a ciudades con pulmones y a espacios que permitan la convivencia en la calle”.

“Hay países que están muy vigilantes y pueden decir ven cómo no les tenían que haber dado la declaración”, concluye. Está por ver si las máquinas excavadoras no arramplan solo con medio centenar de árboles, sino también con los logros trenzados en despachos y conversaciones diplomáticas.