En el contexto de la vigente huelga de médicos y pediatras de Atención Primaria que vive la sanidad madrileña y en una jornada en la que miles de estos profesionales completaron, reclamando mejoras en el servicio público de salud, un recorrido desde la Dirección General de Recursos Humanos del Servicios Madrileño de Salud (Sermas) hasta la sede del Gobierno regional en la Puerta del Sol, Lavapiés registró el miércoles por la tarde una concentración vecinal en apoyo de los sanitarios en la plaza de Arturo Barea, ante el centro de salud del barrio.
En Lavapiés, hay ocho médicos y un pediatra por la mañana y otros ocho médicos y dos pediatras más por la tarde. La mayoría de ellos secunda la protesta, siendo solo cuatro los que no lo hacen, según indica uno de los facultativos con el que ha hablado Somos Lavapiés y que comparte alguna de las peculiaridades de este centro de salud y de las razones por las que se ha sumado a la huelga.
Lo primero que quiere dejar claro este doctor, quien prefiere preservar su identidad, es que a la situación global actual del servicio de Atención Primaria se ha llegado tras “décadas de precariedad que la pandemia radicalizó” radiografiando en toda su crudeza las carencias del sistema. “Nos encontramos con bajas prolongadas de médicos de difícil cobertura, problemas de continuidad en la atención a los pacientes, desproporción entre centros de salud y un sistema no rotatorio de equipos de mañana y de tarde que convierte al horario vespertino -de 14 a 21 horas- en un turno penoso y sin incentivos del que muchos profesionales tratan de huir”.
Según este médico, se necesita “más personal, más recursos y más dinero” para que funcione una Atención Primaria “básica para contener todo el sistema de salud”. Los convocantes de la huelga denuncian, entre otras cosas que la Comunidad de Madrid es la que menos invierte en Sanidad y Atención Primaria, con un 10,7% del gasto sanitario frente al 14% de la media nacional.
Más tiempo por paciente y necesidad de intérpretes
Pasando de lo general a lo particular, este médico indica que en su día a día puede tener agendados una media de 40 pacientes por jornada, cantidad de personas demasiado elevada para dedicarles el tiempo que merecen y no “despacharlas sino poder atenderlas”.
Entre las reivindicaciones de esta huelga de médicos está la de disponer de un mínimo de 10 minutos por paciente y de 15 en el caso de que sean niños. “No es que la media de pacientes en Lavapiés sea de las más elevadas, pero por las características de muchos de nuestros usuarios es como si atendiéramos a 60 personas en lugar de a 40”, indica para aclarar que muchos de estos pacientes son de origen migrante y la comunicación con ellos resulta difícil al no hablar español en muchos casos.
“Lavapiés necesita un sistema público de intérpretes de las lenguas migrantes más habladas en el barrio -bengalí, dariya, wolof- en la Atención Primaria y que sean a su vez personas referentes y de confianza para los integrantes de su comunidad. Actualmente muchos de mis pacientes, en el mejor de los casos, vienen con amigos o conocidos que les sirven de intérpretes. Nos movemos en la precariedad, muchas veces debemos intuir lo que les pasa”.
Al preguntarle por el perfil del paciente tipo de Lavapiés, este médico habla de población migrante y de personas de avanzada edad como los colectivos con más presencia en consulta, demandantes ambos de un mayor tiempo de atención. La diversidad de población que caracteriza al barrio se refleja claramente también en el centro de salud, donde “también se atiende a mucho estudiante extranjero y población flotante en general”.
Mención aparte merecen “los excluidos del sistema, que abundan en Lavapiés”, personas sin papeles o que han perdido su tarjeta sanitaria con los recientes cambios de funcionamiento en el sistema sanitario madrileño y a los que “mi juramento hipocrático y responsabilidad me obliga a atender porque lo primero es la salud de una persona y no un papel”.
Atención comunitaria
Dejando a un lado la atención a aquellos pacientes que acuden a consulta, para este médico asentado en el centro de salud de Lavapiés desde hace muchos años y también vecino del barrio, lo que es muy necesario en la zona es mejorar un servicio fundamental que prestan los médicos de Atención Primaria y que resulta poco conocido para el común de los vecinos: la atención comunitaria. Se trata de aquellas actividades cuyo objetivo es promover la salud, incrementar la calidad de vida y bienestar social de la población y que, a su vez, exige un contacto y un conocimiento cercano de la realidad social y cultural del barrio.
“El conocimiento comunitario es algo básico para prevenir y para practicar una medicina ajustada a la realidad y que sólo adquieres cuando miras fuera de la consulta. En todas partes es necesario pero en Lavapiés lo es aún más si cabe. Entre otras cosas a mí me permite adaptar hasta lo que receto. De nada sirve, por ejemplo, prescribir medicamentos que mis pacientes no se pueden permitir adquirir o insistir en los beneficios de la dieta mediterránea en la alimentación cuando hay personas que en su cesta de la compra no pueden incluir por su precio el aceite de oliva o ciertos productos frescos. El tejido vecinal de Lavapiés es muy complejo y el contacto de los médicos de Atención Primaria con el mismo y con los colectivos sociales de la zona se hace imprescindible”.
Cuenta que en la actualidad el trabajo de atención comunitaria se presta haciendo mil equilibrios entre los distintos horarios, guardias y suplencias de los facultativos: “No podemos permitirnos una desconexión con la población”.
Para concluir, este médico indica que el personal sanitario del centro de salud de Lavapiés “siente el calor del barrio”, “un barrio combativo” y que se agradecen muestras de apoyo como la recibida este miércoles, en la que no faltó la clásica pancarta con el lema “Lavapiés con la Sanidad Pública Universal”.